Agotados los plazos establecidos para la instancia formal de conciliaci贸n obligatoria -15 d铆as h谩biles m谩s una pr贸rroga de 5-, el conflicto entre la C谩mara de la Flota Amarilla de Chubut (CAFACh), sus empresas vinculadas y el Sindicato de Obreros Mar铆timos Unidos (SOMU) parece haber llegado a un punto cr铆tico, que amenaza seriamente la estabilidad de la actividad pesquera.
Este escenario, caracterizado por un clima de hostilidad e intransigencia, ha entorpecido la operativa desde el inicio tard铆o de la zafra de langostino en aguas provinciales. Tradicionalmente, la temporada comienza a principios de noviembre, pero en esta ocasi贸n, debido a las tensiones, se retras贸 hasta la primera semana de diciembre.
Ese retraso inicial fue el preludio de un conflicto que continu贸 con jornadas de trabajo intermitente durante enero y gran parte de febrero. Como resultado, de los cinco meses que normalmente abarca la zafra (de noviembre a marzo), solo se aprovech贸 un 60% de los d铆as disponibles. En t茅rminos concretos, la actividad se redujo un 40% en comparaci贸n con a帽os anteriores, debido a la conflictividad entre gremios y empresarios. Sin embargo, pese a esta reducci贸n en el tiempo de pesca efectiva, la merma en los vol煤menes descargados fue del 17%, una cifra significativamente menor en proporci贸n a los d铆as perdidos, lo cual evidencia la abundancia del recurso en la regi贸n.
A pesar de los ocho meses transcurridos desde el inicio de la controversia, la situaci贸n sigue latente. Parte de la flota amarilla de Chubut, actualmente a la espera de la pleamar para retomar la actividad en la sub谩rea 7 Este, la cual reabrir谩 tras siete d铆as de suspensi贸n por la presencia de fauna incidental, enfrenta un panorama incierto. Con la finalizaci贸n de la conciliaci贸n obligatoria, las partes han quedado en libertad de acci贸n. Algunos armadores han optado por alistar sus barcos y retomar la pesca, ajust谩ndose al precio vigente de $918 por caj贸n, mientras que otros permanecen en pausa, lo que refleja la divisi贸n y falta de consenso.

El conflicto ha resultado en un escenario sin ganadores; todas las partes han salido perjudicadas. Desde un punto de vista econ贸mico, tanto para los marineros como para los armadores, los n煤meros son insostenibles. Un marinero podr铆a llevar a su bolsillo cerca de $14 millones, una cifra que, sin emitir juicio sobre su justicia en funci贸n de los acuerdos salariales previos o de las dificultades de pago que enfrenta el sector, parece significativa considerando el riesgo y desgaste de la actividad. No obstante, la rentabilidad para los armadores sigue siendo cuestionable.
En el 谩mbito pol铆tico, la persistente conflictividad es evidente, con roces en distintos frentes como el SUPA, STIA, SOMU e incluso el Centro de Patrones, a pesar de su legitimidad frente a los convenios colectivos de trabajo. Los problemas no han encontrado soluci贸n, y el l铆mite parece estar alcanzado.
En este contexto, desde el mayor complejo langostinero argentino, en un momento clave en que Chubut busca afianzar su posici贸n en la actividad pesquera, especialmente ante la posible cuotificaci贸n de la merluza, que no desea perder, se perciben se帽ales de cambios.
