Las aguas más allá de la milla 200, en el Atlántico Sur, se han convertido en un territorio sin ley donde flotas pesqueras internacionales compiten ferozmente por recursos como el calamar Illex argentinus. La falta de regulación y control ha provocado incidentes recurrentes entre embarcaciones, poniendo en peligro vidas humanas y la sostenibilidad de los ecosistemas marinos.