El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva prometió que durante los años que permanezca como primer mandatario, su gobierno apuntará a recuperar el sector. “Se va a recuperar la industria naval brasileña, porque no es posible que un país del tamaño de Brasil, en el cual el 90% de todo el comercio es hecho a través del mar, tenga déficit comercial”, sentenció da Silva.
“Debido a que nuestros productos son todos exportados y comprados en buques de bandera extranjera, hay pérdida en la balanza productiva”, manifestó el presidente brasileño, a la vez que agregó: “pero el hecho de alquilar barcos por ahí no va a generar empleo. Es necesario generar empleo en este país, porque el empleo genera renta, la renta genera consumo y el consumo genera desarrollo”, destacó.
Por estos días, el gobierno federal brasileño y la Prefectura de Niterói están encausados en ampliar el acceso de la infraestructura acuícola al Complejo Industrial y Portuario del municipio carioca, lugar que tiene prácticamente medio millón de habitantes y se ubica frente a Río de Janeiro y al otro lado de la bahía de Guanabara.
Los trabajos de remoción de arena, lodo y otros sedimentos del fondo de los lagos y ríos, en el tramo que va desde la Bahía de Guanabara –entre la Isla de la Concepción y el Puente Río Niterói- pasará de tener un calado de siete a once metros, permitiendo así el aumento de la función operativa de los astilleros, buscando estimular la construcción de nuevos barcos, además de realizar reparaciones, lo que posibilitaría la generación de unos veinte mil puestos de trabajo.
Hace apenas unos meses señalábamos la expansión de manera internacional del vecino país, donde mancomunadamente –sector naval y pesquero- dieron inicio a una serie de iniciativas hacia el desarrollo sostenible de la pesca industria, mejorando las condiciones sanitarias e higiénicas de los buques.
El proyecto incluyó la puesta en valor del Plan de Acción para el Desarrollo de la Pesca Industrial y la Industria Pesquera, identificando las prioridades, las demandas y las complejidades del sector productivo, además de proporcionar orientación para nuevos plantes.
El mencionado plan establece un cronograma donde se incluyen la emisión obligatoria de un certificado para los buques que capturen pescado para el mercado externo y teniendo en cuenta las características de cada segmento pesquero.
En poco menos de siete años, Brasil logró dar vuelta la ecuación en el sector naval, pasando de la pérdida de cincuenta mil puestos de trabajo a la ahora proyectada incorporación de veinte mil, luego de una tremenda crisis ante la inactividad de los astilleros.
En el ya lejano 2017, no sólo que perdieron sus puestos de trabajo los obreros navales –en un número escalofriante- sino que de los cuarenta astilleros que funcionaban, una docena estaban sin actividad, mientras que el resto operaba muy por debajo de su capacidad.
Todo fue producto del escándalo de proporciones luego de las denuncias de corrupción sobre las actividades que desarrollaba la estatal Petrobras, en un escándalo que salpicó a toda Latinoamérica, generando problemas legales, financieros y políticos.
Hoy todo parece haberse saneado y compuesto, donde el Estado brasileño busca dar mayor cantidad de empleo con una tasa de desocupación que ronda el 8%.
Quienes sustentan el proyecto, avalan que han habido cambios significativos en la actividad naval entre 2000 y 2014, experimentamos un auge notable, marcado por la construcción de 605 embarcaciones y una inversión considerable de 30 millones de Reales, equivalente a U$S6.5M, provenientes del Fondo de la Marina Mercante, destinado a respaldar la industria. Este período generó 72.000 empleos, evidenciando su prosperidad. Sin embargo, a partir de 2014, con el cambio de administración, el nuevo gobierno optó por encargar las embarcaciones necesarias para Petrobras a astilleros en Asia, específicamente en países como China, Japón y Corea. Como resultado, los astilleros brasileños pasaron seis años sin construir barcos, subsistiendo mediante reparaciones y otras actividades no vinculadas a la industria naval.
Mientras que los impulsores de la política de Bolsonaro creen que esto es algo mas del populismo que necesita la sociedad para avanzar sin que nada suceda, simplemente tan solo por alimentar las falsas expectativas de un gobierno que busca lo popular en cambio de las estructuras de cambio de fondo que necesita la actividad. La verdad, no se puede competir con el Sudeste asiático en costos, calidades y tiempos.