El 28 de abril se conmemora el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, una fecha establecida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el año 2003, con el objetivo de promover la prevención de accidentes laborales y enfermedades profesionales en todos los sectores del mundo del trabajo. Esta jornada representa una instancia clave para reflexionar sobre las condiciones laborales en los distintos ámbitos de producción y sobre las medidas necesarias para proteger la vida y la salud de quienes trabajan.
Bajo el lema «Revolucionar la salud y la seguridad: el papel de la IA y la digitalización en el trabajo«, la campaña arrojará luz sobre cómo las nuevas tecnologías están cambiando la seguridad y salud laboral, entre otras cosas mediante la automatización de tareas, el uso de herramientas inteligentes y sistemas de supervisión, la realidad ampliada y la realidad virtual y la gestión algorítmica del trabajo.
La transformación digital del trabajo ha dado lugar a una evolución de las modalidades de trabajo, como el teletrabajo y las plataformas laborales digitales, que se examinarán más a fondo.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicará un nuevo informe y materiales que analizan estas cuestiones y las respuestas de los gobiernos, empleadores, trabajadores y otras partes interesadas para mitigar los posibles riesgos para la seguridad y la salud.
La robótica avanzada, la inteligencia artificial, los sensores digitales y los sistemas de supervisión automatizados están transformando profundamente las formas de trabajo y prevención de riesgos. Estas herramientas permiten hoy reducir la exposición humana a tareas peligrosas, como el manejo de cargas pesadas, sustancias tóxicas o trabajos en condiciones extremas, asumiendo también tareas repetitivas y de alta exigencia física.
No obstante, la OIT advierte que el uso inadecuado o desregulado de estas tecnologías puede generar nuevos riesgos: sobrecarga de trabajo, pérdida de control sobre los ritmos laborales, riesgos ergonómicos, estrés, y una difusa delimitación entre vida personal y vida profesional. El desarrollo tecnológico debe ir acompañado de un enfoque ético y preventivo, que contemple la participación de todos los actores del mundo laboral y que priorice la salud integral de las personas trabajadoras.
En este contexto global, resulta fundamental visibilizar la situación de quienes se desempeñan en actividades de alto riesgo, como el pescador embarcado en buques de pesca comercial. Este trabajador enfrenta condiciones especialmente exigentes: largas jornadas en alta mar, exposición constante a factores climáticos extremos, uso de maquinaria pesada, riesgos de caídas, fatiga acumulada y un aislamiento prolongado que complica el acceso a atención médica oportuna. En su caso, la implementación de tecnologías orientadas a la prevención puede tener un impacto directo en la reducción de accidentes y enfermedades. Herramientas de monitoreo digital, sistemas de alerta temprana, automatización de procesos peligrosos y mejoras en los protocolos de seguridad a bordo son algunas de las medidas que pueden marcar una diferencia real.
Sin embargo, para que estas innovaciones sean efectivas, deben estar integradas a una política de prevención adaptada específicamente al contexto marítimo-pesquero. Dicha política requiere el compromiso de los armadores, las empresas, los organismos reguladores y los propios tripulantes, y debe contemplar capacitación continua, protocolos claros de emergencia, condiciones laborales adecuadas y una supervisión estatal firme y comprometida.
La OIT señala que todos los actores de la sociedad tienen un rol fundamental en la construcción de una cultura de la prevención. Los gobiernos deben proveer el marco legal, institucional y técnico necesario para garantizar condiciones seguras. Los empleadores deben asegurar entornos de trabajo sanos y seguros. Y las personas trabajadoras deben participar activamente en las medidas preventivas, ejerciendo sus derechos y cumpliendo sus responsabilidades en materia de seguridad laboral.
El Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo es también un momento de homenaje y memoria. El movimiento sindical internacional conmemora en esta fecha a los trabajadores fallecidos o lesionados a causa de su labor, y convoca a la acción para evitar que más vidas se pierdan por causas evitables. En este sentido, la realidad del trabajador embarcado —muchas veces invisibilizado— debe ser reconocida con urgencia y con compromiso, no solo desde lo discursivo, sino a través de acciones concretas que protejan su integridad y dignidad.
En un escenario donde los riesgos laborales se transforman constantemente, ya sea por innovaciones tecnológicas, cambios sociales o nuevas formas de empleo, la prevención debe actualizarse de manera continua. La pandemia global fue un claro ejemplo de la necesidad de adaptar los sistemas de seguridad y salud en el trabajo a nuevas amenazas. Del mismo modo, deben abordarse con seriedad los riesgos emergentes asociados a nuevas tecnologías, condiciones de trabajo intensificadas, empleo precario o factores psicosociales que afectan al bienestar general de quienes trabajan.
La transformación digital del trabajo debe estar al servicio del ser humano. Toda herramienta tecnológica, por avanzada que sea, carece de sentido si no contribuye a la protección de la vida, la salud y la integridad de las personas. Por ello, en este 28 de abril, la comunidad internacional es llamada a renovar su compromiso con una prevención real, inclusiva y efectiva. Una prevención que alcance también —y especialmente— a quienes, como el hombre de mar, desarrollan su tarea en condiciones extremas, sosteniendo con esfuerzo una de las actividades económicas más históricas y necesarias, como la pesca, que mucha veces dio origen a ciudades ribereñas del litoral maritimo, fluvial y lacustre argentino.