La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ha propuesto un nuevo sistema de etiquetado nutricional frontal para productos alimenticios envasados, algo que por estas latitudes se desarrollo hace algunos años con los famosos octógonos en los envases de productos cuyo agregado pueda tener sustancias perjudiciales -prima facie- para el consumo humano.
Esta iniciativa busca ofrecer información clara y visible sobre el contenido de grasas saturadas, sodio y azúcares añadidos, nutrientes estrechamente vinculados con enfermedades crónicas cuando se consumen en exceso. Sin embargo, esta propuesta ha generado rechazo por parte del Instituto Nacional de Pesca (NFI) y la Asociación de la Industria Alimentaria (FMI), que la consideran innecesaria y contraproducente.
Objetivo y detalles de la propuesta similar a los octógonos del modelo argentino
Según la FDA, el etiquetado frontal indicaría si los niveles de grasas saturadas, sodio y azúcares añadidos en un producto son “bajos”, “medios” o “altos”. Este cuadro de información nutricional complementaría las etiquetas existentes y ayudaría a los consumidores a tomar decisiones más informadas y rápidas. La medida busca abordar un problema de salud pública significativo: el 60 % de los estadounidenses padece al menos una enfermedad crónica, las cuales representan una carga de 4,5 billones de dólares anuales en gastos sanitarios.
El comisionado de la FDA, Robert M. Califf, enfatizó que la relación entre el consumo de estos nutrientes y las enfermedades crónicas está respaldada por sólida evidencia científica. “Es fundamental facilitar a los consumidores la elección de alimentos saludables con información clara y accesible”, afirmó.
La implementación de esta medida, largamente solicitada por nutricionistas y en línea con prácticas adoptadas en otros países, consiste en la inclusión de una etiqueta que informe el contenido de grasas saturadas, sodio y azúcares añadidos en cada paquete, utilizando tres simples categorías: bajo, medio y alto.
«Esta iniciativa desempeña un rol fundamental en las prioridades nutricionales de la agencia, formando parte de un esfuerzo integral del gobierno para abordar la crisis de enfermedades crónicas que afecta al país», afirmó la agencia federal.
El consumo excesivo de grasas saturadas, sodio y azúcares añadidos se encuentra entre los principales factores de riesgo para el desarrollo de cáncer, diabetes y enfermedades cardíacas en Estados Unidos, donde más del 60% de la población vive con al menos una enfermedad crónica, según diversos estudios.
Esta problemática representa un costo anual estimado de US$ 4500 millones en gastos de atención sanitaria, de acuerdo con datos de la FDA.
Críticas desde el sector alimentario
La presidente y directora ejecutiva del Instituto Nacional de Pesca (NFI), Lisa Picard, expresó su descontento con la propuesta, calificándola de “redundante y potencialmente confusa ”. Además argumentó que “ el etiquetado no refleja con precisión los beneficios nutricionales de alimentos como los productos del mar. El salmón, por ejemplo, contiene ácidos grasos omega-3 esenciales, que son insaturados y altamente beneficiosos para la salud del cerebro y el corazón. Este etiquetado no resalta estas cualidades nutritivas”, afirmó.
Picard también instó a la próxima administración presidencial a retirar la propuesta, argumentando que generaría confusión entre los consumidores y aumentaría las cargas regulatorias para los productores además de sumar nueva carga de costos a la industria manufacturera y procesadora.
Por su parte, Jennifer Hatcher, directora de políticas públicas de la Asociación de Políticas Alimentarias (FMI), consideró que el enfoque de la FDA es “excesivamente simplista”. “Reducir la calidad nutricional de un alimento a si contiene niveles bajos, medios o altos de ciertos nutrientes no educa a los consumidores sobre patrones dietéticos generales”, declaró. Además, Hatcher advirtió que los requisitos para ubicar la etiqueta en el tercio superior del envase implicarían costosos rediseños y podrían desplazar información relevante, como fechas de caducidad.
El FMI propuso que la FDA adopte el programa voluntario Facts Up Front (FUF), el cual ya está presente en más de 200,000 productos y destaca información clave como calorías, grasas saturadas, sodio y azúcares añadidos. “Es un sistema claro y comprobado que permite a los consumidores tomar decisiones informadas según sus necesidades personales”, afirmó Hatcher.
La FDA defendió la propuesta argumentando que se basa en una amplia revisión de literatura científica, grupos de enfoque y un estudio experimental con casi 10,000 adultos estadounidenses en 2023. Los resultados mostraron que un esquema de información nutricional en blanco y negro con porcentajes del valor diario ayudó a los consumidores a identificar opciones más saludables.
De aprobarse, la norma entraría en vigor en tres años para empresas con ventas anuales superiores a 10 millones de dólares y en cuatro años para aquellas con menores ingresos. La FDA también invitó al público a presentar comentarios sobre la propuesta antes del 16 de mayo de 2025.
Aunque la propuesta de la FDA tiene como objetivo mejorar la salud pública al facilitar decisiones alimentarias informadas, enfrenta una fuerte oposición del sector alimenticio, que la percibe como costosa, innecesaria y potencialmente engañosa. Las críticas subrayan la necesidad de equilibrar los beneficios públicos con los costos y la viabilidad para los productores, algo que en estas latitudes también se evidencia en momentos críticos para el sector. Sin dudas el mundo se argentiniza más rápido que lo que argentina se globaliza…