A dos meses de la aprobación del proyecto de prospección sísmica en las áreas marítimas concesionadas CAN-107 y CAN-109, ubicadas a 198 kilómetros de Mar del Plata, el puerto de la ciudad se prepara para una inminente reactivación de actividades. La iniciativa, liderada por la empresa Shell, fue aprobada oficialmente el 9 de septiembre pasado mediante la Resolución 506/2024 emitida en el Boletín Oficial, que incluye la emisión de la Declaración de Impacto Ambiental, último paso necesario para dar inicio a los trabajos en el mar.
Este proyecto, que retoma la búsqueda de hidrocarburos en la plataforma marítima argentina, se suma a exploraciones previas de compañías como Equinor e YPF en bloques como CAN-100, 108, 114 y 102. En esta ocasión, Shell ha previsto realizar una prospección sísmica en 3D para obtener datos geológicos detallados del lecho marino en un área de 15.273 km², con una posible duración de hasta 158 días. Serán a partir del mes de diciembre próximo, cuando la disponibilidad del buque de prospección sísmica BGP Prospector y sus dos buques de apoyo logístico finalicen tareas en la cuenca Malvinas occidental donde se lo ve activo por estos días.
El Prospector, que podría ser utilizado para esta operación, realizará tareas en conjunto con dos buques adicionales dedicados a logística y abastecimiento, vinculados al puerto de Mar del Plata y, en caso de ser necesario por ser relevo natural, el puerto de Quequén.
La aprobación de este proyecto llega en un contexto de controversia y debate ambiental, con voces a favor y en contra que se hicieron escuchar en la audiencia pública realizada en julio. La subsecretaria de Ambiente de la Nación, Ana María Vidal de Lamas, firmó la resolución final tras un proceso de revisión de cinco versiones del estudio de impacto ambiental por parte de diversas entidades, como la Dirección Nacional de Exploración y Producción y Parques Nacionales.
Dos aspectos fundamentales emergen de la reciente aprobación del proyecto de prospección en las áreas marítimas CAN-107 y CAN-109. En primer lugar, estas áreas se encuentran en una zona conocida como «la barranca» entre pescadores, tradicionalmente rica en especies comerciales. A diferencia de otros proyectos que se han desarrollado en profundidades entre los 1000 y 5000 metros, esta exploración se realizará a menos de 250 metros de profundidad, donde la actividad pesquera es intensa. Por esta razón, existe la posibilidad de que la prospección sísmica genere impactos inciertos sobre la biodiversidad marina y, en consecuencia, sobre las especies de valor comercial. Esta proximidad plantea interrogantes sobre cómo podría afectar, a corto y largo plazo, la sostenibilidad de los recursos marinos.
Línea amarilla isobata de 200m
El segundo aspecto relevante es el impacto en la operatividad del puerto de Mar del Plata. Durante la exploración, se estima al menos ocho ingresos a puerto por parte de buques afectados a la exploración que junto al total de la flota potera y al receso por fin de año del total de la flota pesquera no solo reducirá el espacio operativo, sino que también aumentará los costos de logística y operaciones debido a la necesidad de maniobras adicionales para gestionar la entrada y salida de los buques a muelle, mas el buque portacontenedores. Este incremento en la actividad portuaria podría desafiar la capacidad logística actual, impactando tanto en términos económicos como en la eficiencia operativa del puerto local.
No obstante, la actividad exploratoria, que se planificó originalmente para la temporada primavera-verano, representa un hito en la industria petrolera de Mar del Plata y abre la puerta a potenciales descubrimientos de hidrocarburos en áreas más próximas a la costa, al encontrarse estos bloques a una distancia menor a los 200 kilómetros, en comparación con los anteriores proyectos que superaban los 350 y hasta los 650 kilómetros.