«Se trata de un evento que trasciende fronteras y generaciones«, afirma Robert Richmond, director del Laboratorio Marino Kewalo de la Universidad de Hawái y asesor científico del Foro de las Islas del Pacífico sobre el plan de vertido de aguas de refrigeracion contenidas por mas de 10 años en contacto con material radiactivo y con valores de radiactividad incalculables que escapan a cualquier medidor a gran escala. «Cualquier cosa liberada en el océano frente a Fukushima no se quedará en un solo lugar«, sentenció.
Richmond cita estudios que demuestran que los radionucleidos y restos liberados durante el accidente inicial de Fukushima se detectaron rápidamente a 8,500 kilómetros de distancia de la costa de California. Según él, los elementos radiactivos de los vertidos de aguas residuales planificados podrían dispersarse nuevamente por el océano incluso alcanzando las distantes costas de Chile y más.
Los radionucleidos podrían ser transportados por corrientes oceánicas, especialmente la corriente de Kuroshio que cruza el Pacífico. Los animales marinos migratorios también podrían propagarlos. Un estudio de 2012 menciona «evidencia inequívoca» de que el atún rojo del Pacífico portaba radionucleidos derivados de Fukushima y llegó a la costa de San Diego en los seis meses posteriores al accidente de 2011. Richmond señala que los organismos planctónicos flotantes, que forman la base de la cadena alimentaria marina, también pueden capturar radionucleidos del agua de enfriamiento de Fukushima. Al ser ingeridos, estos isótopos pueden «acumularse en varios invertebrados, peces, mamíferos marinos y seres humanos«. Además, un estudio de principios de este año menciona a los microplásticos como un posible «caballo de Troya» para el transporte de radionucleidos.
Más de un millón de toneladas de aguas residuales tratadas se almacenan en tanques en la planta. Sin más capacidad de almacenamiento, Japón sostiene que no le queda otra opción que liberar gradualmente el agua en el océano. De hecho, por estas horas, se desconoce si comenzaron la operatoria que estaba prevista para mediados de junio pasado, ante el silencio sepulcral de medios especializados.
Richmond afirma que la capacidad de los científicos para detectar trazas de elementos radiactivos cerca de California después del accidente de 2011 «indica lo que podríamos esperar» durante décadas de vertidos de aguas residuales. Richmond y sus colegas asesores científicos del Foro de las Islas del Pacífico publicaron recientemente un artículo de opinión afirmando que aún no se conoce lo suficiente sobre los posibles efectos de las aguas residuales en la salud humana y el medio ambiente, y piden a Japón que retrase los vertidos, pero sobre todo que informe con la verdad y certeza de cuál es la cantidad de agua a verter y cuales las condiciones reales de las mismas.
Estados Unidos y la ONU parecen dispuestos a respaldar los vertidos
Cuando se les preguntó sobre la postura de Estados Unidos ante los vertidos propuestos por Japón, un portavoz del Departamento de Estado expresó un apoyo cauteloso, afirmando en un comunicado que el país ha sido «transparente en su decisión y parece haber adoptado un enfoque acorde con las normas de seguridad nuclear aceptadas en todo el mundo«. El portavoz se negó a comentar las preocupaciones específicas relacionadas con la posible propagación de radionucleidos hasta las costas norteamericanas a través del Pacífico y sus impactos en el medio ambiente, y especies de flora y fauna marina.
El plan de Japón para verter gradualmente más de un millón de toneladas de agua tratada procedente de la accidentada central nuclear de Fukushima ha generado un intenso debate entre naciones y científicos.
La controversia se centra en la decisión de verter las aguas residuales utilizadas para enfriar los reactores dañados. Japón asegura que el agua tratada, que contiene el isótopo radiactivo tritio y otros posibles restos radiactivos, no representa una amenaza. Sin embargo, países vecinos y expertos argumentan que supone un riesgo medioambiental de larga duración que podría afectar a los ecosistemas incluso hasta las costas del oeste de l continente americano. ¿Quién tiene la razón?
El desastre de Fukushima y las acciones de Japón
Después del terremoto de magnitud 9,1 que sacudió la costa este de Japón el 11 de marzo de 2011, un tsunami golpeó la central nuclear de Fukushima Daiichi. Con tres reactores fundidos, se comenzó a bombear agua de mar para enfriar el combustible derretido. Más de 12 años después, el proceso de enfriamiento sigue generando más de 130 toneladas de agua contaminada al día.
Desde el accidente, se han recogido, tratado y almacenado más de 1,3 millones de toneladas de aguas residuales nucleares en tanques en la planta. Según el gobierno japonés, el espacio de almacenamiento está casi agotado, lo que ha llevado a la necesidad de comenzar a verter las aguas residuales en el océano.
El plan de Japón consiste en liberar gradualmente el agua durante las próximas tres décadas, aunque algunos expertos creen que podría llevar más tiempo debido a la continua producción. Mientras el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el organismo de supervisión nuclear de la ONU, evalúa la seguridad del plan, algunos países vecinos de Japón critican la medida por ser unilateral y peligrosa. Un alto funcionario chino la ha calificado recientemente como un riesgo «para toda la humanidad» y ha acusado a Japón de utilizar el Pacífico como una «cloaca». El líder del Foro de las Islas del Pacífico, una organización que representa a 18 naciones insulares, algunas de las cuales ya han sufrido décadas de pruebas nucleares en la región, la ha descrito como una «caja de Pandora». El líder de la oposición surcoreana se ha burlado de las afirmaciones de los líderes japoneses de que el agua es segura para beber, diciendo: «Si es lo suficientemente segura para beber, deberían usarla como agua potable«.
Preocupa el impacto en especies de la flora y fauna marina
El impacto en la fauna marina debido al vertido de aguas contaminadas de Fukushima es motivo de preocupación para científicos y expertos. La liberación gradual de más de un millón de toneladas de agua tratada de la central nuclear ha planteado interrogantes sobre los posibles efectos en los ecosistemas marinos.
Uno de los principales riesgos es la propagación de isótopos radiactivos, como el tritio, Cesio 137 y el Carbono 14, de entre los conocidos, a través de las corrientes oceánicas. Estos radionucleidos pueden ser transportados por la corriente de Kuroshio, que cruza el Pacífico, y pueden ser ingeridos por la fauna marina durante sus migraciones. Estudios han demostrado que los radionucleidos liberados durante el accidente inicial de Fukushima fueron detectados a miles de kilómetros de distancia de la costa de California.
Además, organismos planctónicos, que son la base de la cadena alimentaria y trófica marina, pueden capturar radionucleidos del agua contaminada. Estos radionucleidos pueden acumularse en invertebrados, peces y mamíferos marinos a medida que se mueven a través de la cadena alimentaria. Esto plantea preocupaciones sobre los posibles efectos a largo plazo en la salud de la fauna marina y en los seres humanos que consumen productos marinos.
Si bien aún se requiere investigación adicional para comprender completamente el impacto en la fauna marina, la comunidad científica ha expresado inquietudes y ha llamado a la precaución. Expertos han instado a Japón a retrasar los vertidos y a realizar estudios exhaustivos sobre los posibles efectos en la salud humana y el medio ambiente antes de proceder. Un importante informe de la cadena internacional CNN acerca del tratamiento de las aguas residuales de Fukushima Daiichi habla con un pescador e ingresa lo más cercano posible a los reactores dañados. También la cadena EURONEWS dio un claro informe de la situación actual de la planta nuclear, digno de ver para comprender la situación actual previa al vertido al Océano Pacífico.
En resumen, el vertido de aguas contaminadas de Fukushima plantea riesgos potenciales para la fauna marina debido a la posible propagación de radionucleidos a través de las corrientes oceánicas y su acumulación en la cadena alimentaria. Se requiere una mayor investigación y precaución para comprender y mitigar los posibles impactos en los ecosistemas marinos aunque el manto protector en las altas esferas del poder con importantes raíces en medios de difusión disuelve un evento que debiese estar prohibido desde el minuto cero, pero, organismos internacionales, son parte de un gran circo que promueve frente al ON de las cámaras una agenda 2030, mientras por detrás se esconden millones de toneladas de agua en contacto directo con material radiactivo que por estos días se vierta al mar. Por mucho menos que algunas gotas de pintura corporaciones de ambientalistas llevan a todos los medios de difusión masivo de argentina ese sacrilegio al medio ambiente, y aca, siga siga….