Los estibadores vienen con una merma en la actividad de la descarga y armado de buques en los muelles del puerto local.
Las razones, muchas justificadas y otras colaterales, hacen que se hayan perdido una cantidad de cajones y de servicio de congeladores inusitada.
Cuando las estadísticas de descargas en el sector pesquero marcan una disminución importante en dos de las principales especies, -merluza y calamar- es evidente que no solo afectan los números y las exportaciones, sino quienes dependen de ellas. Y el hilo siempre se termina cortando por la sección más débil, en este caso, los estibadores; aquellos que con una labor inapelable alistan barcos para comenzar una nueva marea, pero por sobre todo para descargarlos cuando llegan a puerto.
Lo concreto es que desde hace varias semanas, las cooperativas y los propios secretarios de los principales gremios de la descarga, como el SUPA, de la mano de Carlos Mezzamico, han iniciado conversaciones con el secretario de trabajo y el propio ministro de asuntos agrarios de la provincia, Lic. Javier Rodríguez, junto a la propia representante de la provincia de Buenos Aires en el CFP, Lic. Carla E. Seain, donde le han manifestado la antesala crítica de una situación que podría verse incrementada con la salida de buques de nuestra ciudad a la zafra de langostino en aguas nacionales.
Ahí, se justifica en su oportunidad, la propia decisión del CPRMDP a través de la difusión de una nueva disposición que oportunamente hemos dado a conocer con referencia a que aquellos buques con asiento en el puerto local, deben al menos reingresar en un período perentorio de 90 días ante la posibilidad de punitorios que pueden llegar hasta perder la condición de puerto local de asiento. De algún modo, es la propia mano de Gabriel Felizia y el propio directorio del CPRMDP, que acompaña desde la normativa, a la posibilidad de sostener algo mas trabajo para el sector.
Pero el problema no radica solo en eso. Cuando la merma causada -como el caso de la merluza y el calamar- porque se han dado condiciones de menor disponibilidad de estas especies en el mar, es poco lo que se puede mitigar; ahora bien, hay hechos que dependen de la administración, que bien podrían dar una solución a la menor cantidad de cajones y descargas de congeladores en el puerto local.
¿Cuántos cajones menos y cuantas toneladas de congelado menos se descargaron como consecuencia de la ineficiencia del sistema? (tome la calculadora y cuente…)
- Cuando inspecciones extraordinarias, recurrentes y despues de inspecciones ordinarias e intermedias, un buque queda parado durante 10 días por haber retenido el certificado del Sistema de Gestión de Seguridad (SGS) como consecuencia de un trámite netamente administrativo, que no genera riesgo a la tripulación, el buque ni a terceros, pero que solo deslinda responsabilidades de la autoridad y se las transfiere a las empresas o tripulantes, frenando la producción y obstaculizando el normal desenvolvimiento de la actividad por parte de la Prefectura.
- Cuando un buque rompe parte de un motor o equipo de propulsión de origen importado y sin posibilidad de adquirirlo en nuestro país; y queda en el muelle a merced de la ineficiencia o la corruptela por parte de la Aduana, la Secretaría de Comercio o los entes que debiesen autorizar la SIRA y/o disponer de inmediato los repuestos que quedan semanas y semanas en los depósitos aduaneros de modo inexplicable.
- Cuando trámites simples y operativos que en cualquier puerto del mundo con la tecnología actual debiesen operar las 24hs los 365 días del año, aquí, en el puerto local, se depende de la neblina de la mañana o simplemente del buen humor de prácticos de puerto y remolcadores que solo trabajan desde las 0800 a las 1700hs. haciendo ineficiente el alistamiento de buques para que reboten en los muelles.
- La falta de disponibilidad de inspectores de Prefectura, la diversidad de criterios entre los propios y las diferencias con otros puertos de una misma Nación.
- Los burocráticos trámites exigibles a la hora de realizar la clasificación y romaneo en los muelles donde SENASA siquiera ve lo que a la vista de cualquier transeúnte se corrobora en el muelle como efecto de gaviotas, lobos marinos o simplemente la basura que existe en los muelles, además del barro producto de las reparaciones del asfalto en muelle que se realizan (después de 40 años), en donde se podría simplemente solucionar con una nota del propio director del Distrito de Pesca local, que está más interesado en disputas personales, sectoriales y políticas, que en la resolución y dinamismo de los problemas para el sector.
- Los reclamos muchas veces justificados de sectores gremiales que directamente obstaculizan la salida de barcos.
- La parálisis que afectan los feriados, pero peor aún, la falta de actividad desde media mañana de los viernes hasta primeras horas de la tarde de los lunes.
- La centralización de trámites que se gestan en Mar del Plata, pero que se terminan solucionando por funcionarios de la CABA, que generan presentaciones para su análisis en departamentos centralizados con las demoras del caso.
Estos son algunos puntos a tener en cuenta, si se lo mide en el impacto que negativamente provoca al sector la ineficiencia del sistema, por la que siempre se terminan haciendo parches en cambio de dar previsibilidad a lo que hoy ya no se puede cambiar.
El problema no es solamente la merma de descargas por falta de merluza y calamar; o el propio langostino, que por primera vez desde el INIDEP dieron luz verde para la captura fuera de la zona de veda, comúnmente denominado «al norte», y en cambio de iniciar la apertura cuanto antes, se inició tardíamente como consecuencia de medidas de administración y de 10 días de » demoras en las zarpadas » el día 23 de abril; lo que produjo al menos una marea menos en congeladores y tres en fresqueros. Eso tambien era mas trabajo para el sector, más cajones y más congelado; pero se termina haciendo una buena crónica y una inexorable ineficacia a la hora de ver antes lo que se podía haber previsto. Algún célebre contemporáneo diría, «siempre corriendo a la tortuga de atrás«.
Ahora el turno tocará a fresqueros langostineros que intentarán algún ingreso al puerto local o a los congeladores para que ingresen a Mar del Plata, al menos una vez al mes. El esfuerzo será de todos, para un bien común.
Seguramente, después de «la mesa de la pesca», en una reunión que se dio el viernes 19 de mayo frente a autoridades de la provincia, miembros de algunas cámaras pesqueras y representantes sindicales, reanudarán en el transcurso de esta semana pero no sin antes una nueva exigencia y un nuevo parche a los problemas de fondo que arrastra el sector.