Aunque bajo la modalidad “a distancia” que impone el Covid-19 y el aislamiento social, distintos actores del sector abordaron una vez más la cuestión de la selectividad, la pesca incidental y el descarte de especies no deseadas.
Se trató de un taller virtual impulsado desde la Subsecretaría de Pesca de la Nación. Según pudo saber Pescare.com.ar, el encuentro vinculó a investigadores, armadores, dirigentes empresarios, investigadores, funcionarios y desarrolladores de artes de pesca.
Por el Inidep participaron su director, Oscar Padin; la directora Nacional de Investigación, Claudia Carozza; las investigadoras Paula Moriondo y Ana Massa, junto a la directora de Planificación y Gestión de Pesquerías en la Subsecretaría, Gabriela Navarro.
En tanto, por las empresas estuvieron Fernando Rivera, Antonio Solimeno (Caipa), Diego García Luchetti (Cámara de Armadores), Diana Bohn y Luis Giorgetti (Proyecto Giorgetti SRL), entre otros.
La mira estuvo puesta en la pesquería de langostino y su interacción con merluza, sobre todo en el Área de Veda de Juveniles de Merluza. Durante el taller se repasaron los distintos dispositivos hasta acá propuestos y algunas alternativas.
El menún de opciones contempla al Disela II o Hargril. Hacia 2017 también se incorporó al Arsel, desarrollado por Solimeno. Ahora, la Cámara Argentina de Armadores de Buques Pesqueros de Altura propuso la utilización de otro dispositivo, con dos “ventanas” en sentido trasversal.
Vale recordar que la Resolución 7/2018 del Consejo Federal Pesquero ya había restablecido la obligatoriedad de emplear un dispositivo aprobado cuando langostino-merluza sea alta.
Por lo general, esta circunstancia se da hacia el final de cada temporada; pero en rigor de verdad la mayor parte de la flota no los utiliza porque las tripulaciones consideran que son incómodos para maniobrar a bordo.
En cualquier caso, el proyecto de las autoridades es conformar un grupo de trabajo regular, donde pueda discutirse la problemática y eventuales soluciones desde un enfoque ecosistémico.