Cada 21 de noviembre, el mundo se une para conmemorar el Día Mundial de la Pesca, una fecha que honra el esfuerzo incansable de las comunidades pesqueras y subraya la trascendencia de la pesca sostenible en la preservación de la vida humana y los ecosistemas marinos. Este día nos invita a reflexionar sobre los desafíos y logros de un sector vital para la seguridad alimentaria global, así como a reconocer su compromiso con la sostenibilidad y el equilibrio ambiental.
Establecido en 1998 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Día Mundial de la Pesca busca promover la pesca sostenible como pilar de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y abogar por una mayor protección de los océanos y sus recursos. Frente a desafíos como la sobrepesca, la contaminación marina y el cambio climático, este día se erige como un llamado a la acción para garantizar que los mares sigan siendo fuente de vida y sustento.
En un contexto global en el que más de dos tercios de las pesquerías se encuentran al límite de su capacidad, Argentina emerge como un ejemplo a destacar. Reconocida en 2022 por la FAO como referente mundial en prácticas pesqueras responsables (Informe SOFIA 2022), el país ha demostrado que el equilibrio entre desarrollo económico y preservación ambiental es posible. Este logro, fruto de un trabajo conjunto entre el sector público y privado, junto con el respaldo científico del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), refleja el compromiso inquebrantable por un caladero sostenible.
Con más de 80,000 familias argentinas vinculadas directa o indirectamente a la actividad pesquera, y una contribución significativa a la dieta global al proveer alrededor del 25% de la proteína alimentaria, la pesca es mucho más que una actividad económica: es un pilar de sustento y nutrición para millones de personas. Sin embargo, el sector enfrenta grandes desafíos, desde la contaminación costera hasta los efectos del cambio climático, que exigen medidas urgentes y coordinadas para preservar este recurso esencial
Argentina puede enorgullecerse de contar con uno de los pocos caladeros en el mundo que ha crecido de manera sostenida en los últimos 15 años, mientras otros enfrentan declive o desaparición. Esto no es fruto del azar, sino del trabajo meticuloso que incluye la implementación de Capturas Máximas Permisibles (CMP) basadas en estudios científicos rigurosos. Este modelo asegura que las especies marinas sean respetadas en sus ciclos naturales, garantizando la continuidad de los recursos para las generaciones futuras.
El Día Mundial de la Pesca no es solo una fecha conmemorativa, sino una oportunidad para reconocer a quienes integran la gran familia pesquera y su rol en la construcción de un futuro sostenible. También es un recordatorio del valor de los océanos como motor de vida, desarrollo y biodiversidad. Al cuidar nuestros mares, protegemos no solo la naturaleza, sino también el sustento de millones de persona
Hoy, más que nunca, es esencial reafirmar el compromiso con la sostenibilidad, el respeto por las especies marinas y el trabajo conjunto para garantizar un equilibrio entre producción y conservación. ¡Feliz Día Mundial de la Pesca y un reconocimiento sincero a quienes hacen de esta actividad un ejemplo de esfuerzo, dedicación y respeto por la naturaleza!
Historia de la pesca en Mar del Plata
En los albores de la pesca comercial marítima en Argentina, un grupo de hombres y mujeres valientes y visionarios marcó un hito en la historia de las costas nacionales. Los pioneros de la pesca artesanal, especialmente en la ciudad de Mar del Plata, supieron convertir su oficio en una pieza central del desarrollo económico y cultural de la región. Desde sus humildes comienzos en la banquina del puerto, impulsaron una actividad que, más allá de los desafíos, transformó su entorno y su época.
Estos pioneros, en su mayoría inmigrantes italianos, llevaron a cabo su labor en un contexto de esfuerzo extremo y riesgos constantes. Equipados con sus características lanchas amarillas y una resiliencia incomparable, forjaron un símbolo imborrable de la ciudad. Durante décadas, dominaron la pesca costera en Argentina, posicionándola como motor de desarrollo económico, mucho antes de que la pesca industrial tomara relevancia.
El auge de su actividad, entre 1939 y 1963, estuvo marcado por hitos como la demanda internacional de aceite de hígado de tiburón y el crecimiento de la industria conservera, que convirtió su arduo trabajo en el primer eslabón de una cadena próspera y pujante. Pero más allá de los números y el crecimiento económico, su legado se ancla en los valores que transmitieron: la perseverancia, la conexión con el mar y un compromiso inquebrantable con su oficio.
A pesar de las dificultades y el desplazamiento físico que vivieron frente a la expansión de la ciudad turística, estos pescadores nunca abandonaron su esencia. Sus lanchas, hoy arrinconadas como vestigios de una era dorada, narran la historia de un tiempo en el que la pesca artesanal no solo alimentaba a las familias, sino también al espíritu de una nación que aprendía a mirar al mar como una fuente de oportunidades.
Reconocer a estos pioneros es honrar el corazón y el alma de una actividad que, con humildad y esfuerzo, contribuyó a forjar la identidad marítima de Argentina. Su historia nos recuerda que detrás de cada captura hubo un rostro curtido por la sal y el viento, y un sueño que resonó entre las olas: el de construir un futuro mejor para las generaciones venideras. Vaya a ellos, nuestro agradecimiento y recuerdo invaluable.