Cuando el reloj marcó las 17 del domingo 30 de mayo de 1999 más de 100 mil marplatenses despedían a la flota fresquera que, tal vez sin darse cuenta, estaban marcando un hito no solo para Mar del Plata sino para la historia de la pesca.
El propio intendente –ya fallecido- Blas Aurelio Primo Aprile, dio la señal de partida de lo que sería –y es aún- la mayor concentración social de la ciudad, en protesta contra el cierre del caladero.
Casi 100 embarcaciones pusieron su proa en dirección al puerto de La Plata, donde permanecieron a la vista de propios y extraños.
La Honorable Cámara de Diputados iba a aprobar el proyecto de Emergencia Pesquera que ya contaba con media sanción del Senado y que disponía el levantamiento de la veda de merluza, con la obvia preocupación de la puesta en marcha de que esa veda pesquera dejara sin fuentes de trabajo a más de veinte mil personas.
Vehículos de empresas, trabajadores, particulares involucrados y simples ciudadanos de “a pie” mostraron una unión como nunca ocurrió en Mar del Plata, sabido que toda crisis en el sector pesquero siempre ha tenido sus coletazos laborales y por consiguiente económicos.
“Cuando el puerto no funciona o está mal, se nota en toda la ciudad”, escuchábamos decir en nuestras casas, tal vez sin poder comprender la gravedad de esas situaciones, o sin conocer el enorme entramado productivo que significa ese vasto sector de una ciudad que en varias ocasiones y desde distintos arcos, sobre todo político marplatense, le han sabido y lo siguen dando la espalda.
Bocinazos, banderas, aplausos, pancartas, cánticos, lágrimas y emociones fueron el denominador común para una muestra que ya parece olvidada, el reclamo pacífico, buscando justicia, sin banderías políticas y sin nadie que busque un rédito puntual más que el trabajo reclamado por esos días, más allá que la terraza del Torreón del Monje fue la platea donde funcionarios, políticos, la multisectorial, se congregaron pero sin hacer alarde.
El capitán de “El Argentino”, Tito Celestino, aguardaba seguramente entre nervios y ansiedad la voz del profesor Aprile, quien munido de un equipo de radiocomunicación envió un mensaje, escuchado por las embarcaciones y por las emisoras de radio que cubrían el acontecimiento en vivo:
“En nombre de la ciudad de Mar del Plata, es decir en nombre de toda la gente que vive aquí, y que particularmente espera que este problema de la pesca, que es un problema de todos, se resuelva, les quiero decir que llevan la representación de toda la ciudad y llevan el acompañamiento, sin banderías políticas ni económicas ni de sector de ninguna naturaleza, de toda la ciudad”.
“Lo que le pasa a la pesca le pasa a toda la ciudad y el miércoles tenemos puestas todas las expectativas en que la Cámara de Diputados va a convertir en ley este proyecto de emergencia. Estamos muy emocionados”.
“En segundo lugar quiero decir que toda esta capacidad de unión que tuvo la ciudad, que tuvo el sector pesquero, todo ese proyecto conjunto de todos los sectores, continúe después de que tengamos la ley, para ya buscar la solución definitiva.”
“La mejor de las suertes. Nos vemos el miércoles en la ciudad de Buenos Aires, con la certeza de saber que tendremos ley y seguiremos trabajando juntos”
Del otro lado de la radio, “Tito” Celestino agradeció al intendente por sus palabras y le dijo al intendente: “Esperamos su orden para partir pacíficamente”
“No es una orden, es un deseo, salgan, lleguen bien y volvamos todos felices. Adelante con su barco y detrás suyo, todos los barcos que llevan esta esperanza de Mar del Plata”, finalizó Aprile sin ocultar su emoción.
Esposas con hijos en brazos, tripulantes que por algún motivo no pudieron embarcarse, trabajadores de los muelles y de las plantas, todos dijeron presente, algunos munidos con bengalas y bombas de estruendo, otros con consignas de apoyo sobre la misma playa Varese o en la Playa Popular y Bristol, todo sirvió para mostrar que Mar del Plata estaba de pie y que se la debía respetar como polo productivo.
En esos momentos las embarcaciones fresqueras y congeladoras trabajan casi juntas. “El pescado grande se come al chico”, sintetiza con esa frase un armador, con varios años de pescador y conocedor de estas huestes, desde el muelle, pasando por los escritorios y sabiendo lo que es pisar una embarcación.
La discordia y la falta de pescado motivó a varios patrones a gestar este hecho que no sabría iba a ser histórico.
Por caso el propio vicepresidente de la Nación de ese entonces, el Dr. Carlos Ruckauf, fue quien también instó a ponerle freno a los congeladores que estaban en el Mar Argentino yendo a las puertas del Congreso a manifestarse, tal vez pensando en una convocatoria no tan masiva, cosa que no ocurrió: miles de personas estaban apoyando la pesca argentina en épocas donde las marchas y concentraciones eran concurridas por los verdaderos interesados.
La importancia de la sanción de la ley radicaba en que “enviaba” a los congeladores al sur del paralelo 48, en su mayoría embarcaciones de bandera española que se estaban quedando con las existencias de merluza del caladero argentino.
La indiscriminada captura de esa especie “obligó” a las autoridades del Consejo Federal Pesquero de ese momento a declarar una veda en la pesca de la merluza a partir del 1 de junio siguiente.
Tanto la actividad de los buques congeladores como la veda dispuesta por el CFP perjudicaban a los pesqueros de las flotas fresqueras y amarilla.
La depredación del recurso merluza y la veda absoluta en la pesca, dispuesta con el objetivo de buscar una recuperación de la especie, a punto de extinción se decía, dejaba sin empleo a más de 20 trabajadores de toda Mar del Plata.
La sanción de la ley de Emergencia Pesquera tenía un efecto doble: para la economía local y regional, ya que obligaba a las flotas de congeladores a desarrollar sus tareas al sur del paralelo 48, alejándola de la zona de Mar del Plata, y dejaba sin efecto la veda dispuesta por el CFP.
Un claro ejemplo de la unión que puede producir un sector como el pesquero, donde la faz política, empresarial, trabajadora y el ciudadano “común”, tomando el único camino posible –el de trabajar codo a codo- se logran los grandes resultados. A la vista está.
Pero ademas, un claro ejemplo comparativo para ver como estábamos y como estamos, en materia de actividad pesquera. El ser humano parece olvidar y ser poco agradecido de las circunstancias actuales o quizá, la esencia del pescador, jamás conformarse y siempre alejar el límite, posiblemente acostumbrado al intocable horizonte… lleva a olvidar o a no destacar la benevolencia de la situación actual que seguramente se debe a redoblar el esfuerzo, la inversión, la eficiencia por parte de armadores, pero también por la gestión de quienes a diario, toman decisiones, para hacer un caladero sano, productivo, pujante, sostenible y rentable. Hay varios factores que unidos pueden potenciar fuerte la actividad; el CFP, la Subsecretaria de Pesca, la Dirección Nacional de control y fiscalización pesquera, el INIDEP y una clara decisión política; pero por sobre todo, los trabajadores y los empresarios del sector, unificados en un solo criterio, que los dejen trabajar sin palos en la rueda ni trabas burocráticas.
Agradecimientos: Fredy Viaro (Archivo Histórico Municipal)
Fotos: archivo Diario La Capital