Desde su creación, hacia 1924, el puerto local se sostiene con una infraestructura que no ha variado en grandes proporciones. A diferencia de otras terminales marítimas del país, las grandes obras de infraestructura le han sido esquivas.
Sin embargo, en este lapso de tiempo se convirtió en el principal puerto pesquero de la Argentina. El crecimiento de la actividad productiva hizo que hoy le otorgue cobijo a unos 350 buques, astilleros, una plataforma de comercio exterior y diferentes prestadores de servicios.
La realidad impone una mirada estratégica para la siguiente etapa. Al menos así lo entienden desde la Cámara Argentina de Armadores de Buques Pesqueros de Altura: “El puerto de Mar del Plata necesita un plan maestro de desarrollo”, señalan.
Apertura al diálogo
A partir de la apertura al diálogo de la gestión que encabeza, Gabriel Felizia, y la reciente creación del Consejo Consultivo, la entidad empresaria trasladó algunas inquietudes que sobrevuelan al sector. Están relacionadas a la disponibilidad de espacio para el amarre y el funcionamiento de la actividad.
Según consideran, en la nota firmada por el presidente de la Cámara, Diego García Luchetti, a la que accedió Pescare.com.ar, es un paso adelante la idea de escuchar la opinión de profesionales, técnicos, permisionarios, Prefectura, Aduana y de todos los actores para ir hacia una planificación de más largo plazo.
“Actualmente, debido a la falta de frente operativo, se requiere amarrar hasta 6/8 buques en andana. Esto ocasiona demoras en la descarga y también representa riesgos para la tripulación, además del aumento de maniobras que se deben realizar para poder realizar las operaciones en muelle, rompiendo barcos y generado sobrecostos”, expone el texto.
Una de las alternativas para descongestionar sería la construcción de dos nuevos espigones: el 8 y y el 9 para aumentar el frente operativo en 900 metros. Claro que las obras requerirían de aportes por parte de los gobiernos nacional y provincial.
Parece difícil abstraerse del contexto, correrse de las urgencias y pensar en obras; pero se impone. De la misma forma, es necesario un reordenamiento de los sectores, de forma que puedan diferenciarse las actividades y garantizar la seguridad.
Mientras tanto, las inversiones vinculadas la reparación y mantenimiento de asfaltos, la reposición de bolardos, bitas, mantenimiento de desagües pluviales, alumbrado público, y cerramientos aparecen como parte del camino intermedio a recorrer.
En ese sentido, el Consorcio anunció recientemente el reasfaltado del Espigón 1, así como la planificación de obras de desagües y la puesta en valor de luces en el Muelle 10; un primer paso.
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