Por estos días, pleno receso invernal, sobre todo en lo referido a las actividades escolares, uno de los lugares más convocantes de Mar del Plata, sigue siendo la banquina chica de pescadores, que tienen un atractivo particular: los lobos marinos.
No es novedad que esto sea de este modo, aunque quienes visitan el lugar en ocasiones no midan consecuencias acercándose demasiado a los animales apostados desde siempre en ese sitio.
La pandemia, los cambios de costumbres, la actividad que va mutando, son situaciones que hicieron que los animales “se adueñen” cada vez más de una de las tradicionales postales marplatenses.
Por eso, desde hace ya varios días, a través de la Fundación Fauna Argentina comenzaron con un plan para poder trasladarlos al lugar donde mayor concentración tienen: la Escollera Sur.
Hasta hace pocos días eran aproximadamente unos 300 animales los que se mezclaban entre trabajadores de las lanchas amarillas, los visitantes, el acceso a Coomarpes, su taller, la Asociación de Embarcaciones Costeras y el acceso a las lanchas de paseo.
A través del trabajo de la Fundación, previa identificación de los animales, es que comenzaron con ese plan de trabajo que va logrando buenos frutos, aunque aún calculan que permanecen unos 150 ejemplares que en los próximos días podrían ser trasladados.
Juan Lorenzani, uno de los referentes de la entidad, desde hace décadas, mostró su satisfacción por el trabajo que están realizando en conjunto con el Consorcio Portuario Regional de Mar del Plata.
El propio Lorenzani comentó que “teníamos unos 300 lobos en la calle, ocupando el Servicio Nacional Sanidad y Calidad Agroalimentaria, la Cooperativa Marplatense de Pesca e Industrialización y distintas partes de la banquina y hoy no están más gracias al trabajo que se hizo. Ahora queda un grupo reducido de entre 120 y 150 animales sobre una cabecera de la banquina, sector que a su vez está contenido por una barrera que instaló el Consorcio Portuario. Ese grupo está controlado y no sale a la calle ni molesta”.
A su vez le propio Lorenzani dijo que “lo importante era que los lobos desaparecieran de la calle y la parte operativa del puerto y eso se logró. No solo por los inconvenientes en el tránsito sino porque los mismos lobos generaban materia fecal y otras cosas que afectaban a la gente que trabaja ahí. Se trabajó mucho y por eso estos resultado. Desde nuestro lugar destacamos la coordinación con el Consorcio Portuario y también agradecemos la colaboración de la Prefectura Naval que siempre está para dar una mano. La idea es que estos animales vayan a la Escollera Sur pero para eso habría que agrandar primero la superficie del asentamiento. En un principio, cuando se hizo el plan del asentamiento, la Escollera Sur contaba con tres bandejas pero por presupuesto se hicieron dos. Esa bandeja que aún no se hizo es el espacio que falta para que todos los lobos puedan instalarse definitivamente”, sostuvo quien es tal vez el mayor conocedor de la materia desde hace muchos años.
Por el momento la gente que trabaja en el sector, están organizados en turnos de ochos horas al día con personal que posee conocimientos y se encuentra acostumbrado a tratar con este tipo de animales, quienes permanecerán en el lugar al menos 15 días más, controlando los movimientos de los mamíferos que aún se encuentran en la banquina y reportando el comportamiento diario.
Otra de las curiosidades que presentó hoy el sector portuario, es que en la madrugada apareció otro ejemplar de zorro en las inmediaciones del muelle “Deyacobbi”, lo que despertó curiosidad sin dudas.
Uno de los serenos de los buques apostados en el lugar, le comentó a PESCARE que “yo tengo dudas que sea uno solo, en ningún momento vi más de uno solo, pero lo vi en varias ocasiones y no me pareció que fuera el mismo, para mí son más de uno”.
Consultado un especialista sobre fauna que reviste en el Municipio marplatense, comentó que “puede ser probable que sea más de uno, hace unos días también se encontró otro en la playa La Perla, estamos tratando de detectar desde donde provino, pero seguramente son animales, como pasó con los pumas en Villa Gesell, que han escapado del incendio en Mar Chiquita y han extraviado su hábitat natural. Son situaciones normales, pero lo raro es que aparezcan en un lugar como el puerto, aunque no revisten peligrosidad”.