Más allá de algunas señales, los efectos del cambio climático sobre las pesquerías locales aún no asoman del todo claros; pero los investigadores trabajan para medir un posible impacto. El primer paso es diagnosticar el estado del conocimiento acumulado.
En ese sentido, días atrás se realizó en el Inidep un encuentro en el marco del Grupo de Trabajo Cambio Climático en el Atlántico Sur, vinculado a la iniciativa Pampa Azul. El objetivo final de esta etapa es la elaboración de un documento.
Intervienen especialistas del propio instituto, su par de Investigaciones Marinas y Costeras, el Servicio de Hidrografía Naval, el Instituto de Astronomía y Física del Espacio y profesionales de la Subsecretaría de Pesca de la Nación, entre otros.
“La finalidad es tener una estrategia de respuesta ante los cambios. Todavía no es posible tener una respuesta inmediata; esto es un proceso. Si bien tenemos algunos indicios, hay que empezar a estudiarlos”, explicó Patricia Martínez, de la Dirección de Pesquerías Demersales.
En conversación con Pescare.com.ar, Martínez proyectó que el informe estará listo para el primer semestre del próximo año. En principio, se busca evaluar todas las variables de ambiente y clima para después asociarlas a los estudios de cada pesquería. Habrá líneas de acción generales y básicas.
“Por ahora, podemos decir que ya están empezando a notarse cambios en la temperatura del mar, cambios en la acidificación, que es otro problema asociado, cambios en la dinámica física de distribución de nutrientes”, añadió Vivian Lutz, integrante del Proyecto Dinámica del Plancton Marino y Cambio Climático en el Inidep.
Por caso, en la zona norte del Mar Argentino se evidencia un aumento en la temperatura. Aproximadamente a partir del paralelo 45°, a la altura del Golfo San Jorge. Lo contrario ocurre a partir del paralelo 47°/48°, donde se advierte un enfriamiento. Por su parte, la zona media registra cierta estabilidad.
“Estamos frente a distintas consecuencias. A partir de eso estamos tratando de abordar el impacto en las distribuciones de peces. El calamar está generalmente asociado a las cuestiones ambientales. De hecho, la variabilidad de las capturas se atribuye principalmente a cuestiones ambientales. El langostino también”, detalló Martínez.
Esto ocurre porque en general los invertebrados y especies de vida corta son más vulnerables y susceptibles a los cambios que, por ejemplo, una especie demersal como corvina. Frente a variaciones ambientales, los recursos demersales por allí se ven más afectados sólo en los primeros estadios de desarrollo.
“Entendemos que hay que robustecer los datos de campo para ver qué consecuencia tiene el cambio climático sobre los stocks. Quizá no tenemos demasiadas respuestas contundentes ahora. A partir de este informe van a surgir preguntas y temas que se puedan analizar con la información disponible y otra que va a requerir de nuevas observaciones”, expuso Lutz.
Al respecto, Martínez recordó que el buque “Víctor Angelescu” cuenta con un equipo para medir la cantidad de dióxido de carbono en el agua: “Se compró en base a la importancia que está teniendo toda esta temática”, recordó, de manera que las futuras campañas podrán arrojar algo más de luz.
Desde el Inidep y otros organismos buscan las respuestas. Calamar y langostino, dos de las especies cuya variabilidad puede asociarse a cuestiones ambientales.