El 15 de diciembre de 2024, dos petroleros rusos, el Volgoneft-212 y el Volgoneft-239, se hundieron en el estrecho de Kerch, ubicado entre el Mar Negro y el Mar de Azov, durante una tormenta tras un violento impacto.
Este incidente, que ocurrió cerca de la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014, ha generado gran preocupación debido al impacto medioambiental que podría acarrear.
Ambos barcos, con más de 50 años de antigüedad y modificados en la década de 1990 no atribuibles al accidente, transportaban casi 9.000 toneladas de combustible. El Volgoneft-212, en una imagen dantesca, sufrió la pérdida de su proa, mientras que el Volgoneft-239 también sufrió importantes daños.
La tormenta, el mar de fondo y una pésima decisión de ambas tripulaciones de puente, fueron presuntamente las causas del accidente, según las autoridades rusas, aunque se ha abierto una investigación por posibles violaciones de las normas de seguridad en la navegación.
El naufragio resultó en un vertido significativo de combustible al mar, y se teme que las condiciones climáticas dificulten la contención del derrame. Los equipos de rescate, que incluyeron dos remolcadores y helicópteros, han evacuado a varios miembros de la tripulación. Sin embargo, uno de los marineros del Volgoneft-212 falleció en el accidente y otros 12 fueron hospitalizados debido a hipotermia despues de ser levantados de las frias aguas en el estrecho.
El impacto ambiental del derrame puede ser catastrófico, ya que el crudo derramado, particularmente si se trata de fuelóleo pesado, es extremadamente difícil de limpiar y tiene efectos devastadores en la vida marina y las costas. Greenpeace ha advertido que la magnitud de la contaminación depende del tipo de petróleo que transportaban los barcos, pero en cualquier caso, el impacto será duradero y peligroso para el ecosistema del Mar Negro. Según la organización, si el vertido incluye fuelóleo pesado, los daños podrían ser aún mayores, debido a la toxicidad y la dificultad de limpieza de este tipo de sustancia.
Este accidente ocurre en una región del Mar Negro históricamente afectada por desastres medioambientales. En 2007, otro naufragio similar provocó un derrame de petróleo de gran escala. A pesar de los esfuerzos de Rusia para reforzar la seguridad en la zona, la antigüedad de los barcos y las condiciones climáticas extremas continúan siendo una amenaza constante.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha ordenado la creación de un grupo de trabajo para abordar la crisis medioambiental y tomar medidas para mitigar los efectos del vertido. Aún se desconocen las causas exactas del accidente, pero las autoridades investigan tanto un posible error humano como una sobrecarga debido a las condiciones del mar.
Este incidente subraya la fragilidad de la región como impacto del clima y las tensiones geopolíticas, mientras se intensifican los esfuerzos para abastecer a la península de Crimea, que ha estado sufriendo bloqueos por parte de Ucrania. La respuesta a este vertido será fundamental para determinar el impacto a largo plazo en el ecosistema del Mar Negro, una de las áreas marinas más vulnerables del mundo sometida a intereses geopolítico y estratégicos de las potencias circundantes.