La División Sistemas de Información Geográfica de la Dirección de Informática y Comunicaciones generó el reporte informativo sobre la detección del Iceberg, A23A.
La Prefectura Naval Argentina continúa brindando seguridad a la navegación, en cumplimiento de sus funciones, que tiene como Autoridad Marítima Argentina, de vigilancia y control de los espacios marítimos.
La masa de hielo fue reportada por la División de Información Geográfica mediante imagen satelital, al Suroeste de las Islas Georgias del Sur a 250,5 millas náuticas de distancia y dio aviso a la Dirección de Tráfico Marítimo, Fluvial y Lacustre de la Prefectura que a través del Centro de Control y Gestión de Tráfico Marítimo, de inmediato puso en conocimiento y difundió las correspondientes alertas a los navegantes que se encuentran en la zona.
Es el iceberg más grande del mundo, conocido como A23a, ha vuelto a moverse tras meses girando sin rumbo fijo en el océano Antártico, según informaron científicos del British Antarctic Survey (BAS). Este coloso helado, que abarca 3.672 kilómetros cuadrados —una extensión mas grande que Chipre, Trinidad y tobago o Luxemburgo—, sigue capturando la atención de expertos y entusiastas desde su desprendimiento de la plataforma de hielo Filchner-Ronne en 1986.
Por más de tres décadas, A23a permaneció encallado en el mar de Weddell, sujeto firmemente al fondo marino. Sin embargo, el paso del tiempo y su gradual reducción permitieron que finalmente se liberara. Las corrientes oceánicas lo llevaron a nuevas aventuras hasta quedar atrapado en un vórtice conocido como columna de Taylor, un fenómeno donde las corrientes chocan contra una montaña submarina, generando un remolino que inmovilizó nuevamente al iceberg.
A lo largo de su historia, A23a ha ostentado el título del “iceberg más grande del mundo” en múltiples ocasiones. Fue temporalmente superado por otros gigantes como el A68 en 2017 y el A76 en 2021, aunque estos demostraron ser de vida más breve.
Ahora, tras liberarse una vez más, los científicos anticipan que continuará su deriva hacia aguas más cálidas y la remota isla de Georgia del Sur. Allí, según estiman, el iceberg comenzará a fracturarse hasta eventualmente derretirse, cerrando un capítulo de más de tres décadas en la historia polar.
Aunque el desprendimiento inicial de A23a se considera parte del ciclo natural de las plataformas de hielo, los expertos advierten que el cambio climático está acelerando cambios inquietantes en la región antártica. Estas transformaciones podrían tener consecuencias significativas para el aumento global del nivel del mar.
El paso de estos gigantes de hielo no solo marca transformaciones geológicas, sino también ecológicas. Los científicos han dedicado años a estudiar cómo los icebergs, como el A23a, influyen en el océano y sus ciclos. Según Laura Taylor, biogeoquímica del BAS, estos colosos helados pueden actuar como fertilizantes naturales, enriqueciendo las aguas y fomentando ecosistemas en áreas que de otro modo serían menos productivas.
“Sabemos que estos gigantescos icebergs pueden proporcionar nutrientes a las aguas por las que pasan, creando ecosistemas prósperos en áreas que de otro modo serían menos productivas ”, afirmó Taylor.
Además, la investigación busca comprender el impacto de estas masas de hielo en los ciclos globales de carbono y nutrientes. “ Lo que no sabemos es qué diferencia pueden hacer los icebergs particulares, su escala y sus orígenes en ese proceso. Tomamos muestras de las aguas superficiales del océano detrás, inmediatamente adyacentes y delante de la ruta del iceberg. Deberían ayudarnos a determinar qué vida podría formarse alrededor de A23a y cómo impacta el carbono en el océano y su equilibrio con la atmósfera ”, explicó la científica.
El movimiento de A23a no solo es un espectáculo para la ciencia, sino también una ventana al delicado equilibrio de los ecosistemas marinos y la influencia del cambio climático en nuestro planeta. Su viaje, aunque grandioso y lento, deja un legado de conocimiento en las aguas heladas del sur.
A su vez, la Dirección de Informática y Comunicaciones de la Institución monitorea de manera electrónica a través del Sistema Guardacostas, una plataforma tecnológica que emplea diferentes sistemas de posicionamiento que permiten efectuar un control policial de los espacios marítimos y fluviales no dependiendo de las condiciones electrónicas de un emisor, sino directamente por seguimiento y monitoreo satelital y control de temperatura perfectamente identificado.
Cabe destacar que la mencionada tecnología, referente en la región, cuenta con imágenes satelitales de tipo SAR (Radar de Apertura Sintética), provistas por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).
La Autoridad Marítima nacional aconseja navegar con precaución en la zona y evitar aproximaciones innecesarias a la masa de hielo, a fin de disminuir riesgos.