Se sabe que son parte de una postal típica del lugar, donde turistas y visitantes locales los observan y sirven de entretenimiento para quienes concurren, pero claro está que poseen un cierto grado de peligrosidad porque es impredecible su comportamiento, además de condiciones de salubridad.
Por ello en un plan conjunto entre el Consorcio Portuario Regional de Mar del Plata, la Universidad Nacional de Mar del Plata y la Fundación Fauna Argentina, se buscará reubicar a los animales para que queden alejados, al menos, de los sectores donde se desarrollan trabajos y circulan visitantes.
Las tareas estarán a cargo de especialistas de las mencionadas entidades, en un plan de acción tendiente a lograr que la colonia de lobos marinos, que se ha instalado en la propia “banquina chica”, pueda desplazarse a otro lugar donde no interfieran ni afecten a las personas que por allí circulan.
La idea es realizar de forma paulatina -con la intervención de personal especializado- y con presencia constante en el lugar, realizar acciones para que los lobos marinos ya no puedan ubicarse en el espacio que hoy ocupan.
Para ello, previamente realizarán un censo donde se registrará la cantidad que allí se encuentran y observar los movimientos que tienen, como así también se colocarán barreras físicas que puedan contribuir a que voluntariamente busquen otro destino para su asentamiento, dentro de la misma terminal portuaria.
Quien se encargue de coordinar las acciones será al propio CPRMDP, mientras que la Fundación Fauna Argentina hará su aporte en el despliegue para poder excluir el sitio de lobos marinos, mientras que la UNMDP será quien se encargue de hacer el mencionado censo, como así también de dar respuestas a la evaluación registrada por la acción que puedan tener los animales ante la presencia de barreras físicas.
El presidente del Consorcio, Gabriel Felizia, comentó que “hemos convocado a las dos instituciones que más conocen y con mayor experiencia en manejo de esta especie para trabajar en conjunto y lograr que los lobos marinos, que son parte de la postal tradicional de nuestro puerto, puedan tener su lugar sin interferir con las actividades productivas ni representar un riesgo para quienes recorren el circuito turística de la Banquina Chica”.
Diego Rodríguez, quien es el director del Grupo de Mamíferos Marinos que depende de la UNMDP, se mostró optimista en cuanto al objetivo perseguido, y comentó que “los cambios rápidos y espontáneos en la ubicación de los grupos de lobos marinos que se registraron demuestran su capacidad de aprender rápidamente de situaciones novedosas y transmitir socialmente este conocimiento”, a la vez que anticipó que el plan de trabajo diseñado y que se extenderá durante las próximas semanas, cuenta con participación de profesionales de la UNMDP, el CONICET, y además la colaboración de estudiantes de la carrera de Biología de la mencionada casa de altos estudios.
Quien formará parte del trabajo en conjunto también, es el reconocido Juan Lorenzani, quien trabaja desde hace varias décadas en la protección de esta especie, comandando la Fundación Fauna Argentina, quien recordó que hace más de diez años lograron que los lobos marinos se instalaran con continuidad en dos puntos situados en la Escollera Sur, donde además está dispuesto un alambrado perimetral a modo de protección que a la vez sirve de mirador turístico, ya que la observación de los lobos, constituyen un punto de atracción para los turistas, desde donde pueden fotografiarlos con total seguridad, a la vez que pueden observar la información colocada en carteles lindantes al lugar ya conocido como “la playita de los lobos”, contigua al lugar de amarre de los buques tanque que llegan a la ciudad de Mar del Plata.
Lorenzani explicó que poseen experiencia en el tema y que van a realizar su aporte para poder dar solución a este inconveniente que tiene que ver con la búsqueda de comodidad de los animales en un ámbito donde no es ideal la interacción con actividades laborales.
Es de destacar, que la situación que hoy se vive en el sector de la banquina chica, data ya de prácticamente tres años, agravada sobre todo en la época “más fuerte” de la pandemia, donde el escaso movimiento de vehículos, de turistas y de trabajadores, posibilitó que los animales “ganaran terreno”, colocándose sobre las propias calles internas del sector mencionado, incluso hasta subiéndose sobre los pocos vehículos que se encontraban allí.
Sin ir más lejos, entidades como Coomarpes, debieron clausurar uno de sus ingresos, ya que el lugar había sido ocupado por los lobos marinos, o tal el caso de la Asociación de Embarcaciones Costeras, donde debieron colocar sogas en su propio ingreso, para que los animales no traspasen ese lugar y se instalen en la propia puerta.