La expedición científica “Uruguay Sub200”, a bordo del buque de investigación Falkor Too del Schmidt Ocean Institute, localizó los restos del destructor ROU Uruguay DE-1 —ex USS Baron— hundido intencionalmente en 1995 frente a la costa uruguaya. El hallazgo se produjo el viernes 29 de agosto a 1.160 metros de profundidad en la Zona Común de Pesca (ZCP, porción de mar compartido entre Argentina y Uruguay.
La misión, liderada por los científicos uruguayos Alvar Carranza y Leticia Burone, había zarpado de Montevideo el pasado 22 de agosto y se extenderá hasta el 10 de septiembre. Tras resolver un inconveniente técnico en la plataforma de lanzamiento del ROV, el equipo inició la exploración del fondo marino en tiempo real, transmitida en el canal de YouTube del instituto.
El comunicado oficial aclaró que no se recuperarán artefactos ni restos del buque, ya que el objetivo es únicamente de documentación e investigación.
La historia del ROU Uruguay
El USS Baron (DE-166) fue construido en Newark, Nueva Jersey, por la Federal Shipbuilding and Drydock Company. Botado el 9 de mayo de 1943, entró en servicio el 5 de julio de ese mismo año y combatió en la Segunda Guerra Mundial, donde obtuvo tres estrellas de batalla. Llevaba el nombre en honor al teniente comandante Richard S. Baron, caído en Filipinas en 1942.

En 1952, Estados Unidos transfirió el destructor a Uruguay, que lo rebautizó como ROU Uruguay DE-1. Fue dado de baja en 1980 y en 1995 se dispuso su hundimiento en un “destino de honor” durante prácticas de tiro naval y aéreo. Desde entonces, su ubicación precisa había permanecido desconocida.
El buque medía 93,3 metros de eslora, 11,2 metros de manga y 4,3 metros de calado. Estaba equipado con cuatro ruidosos motores diésel General Motors Mod. 16-278A de 6.000 shp, con los que alcanzaba una velocidad de 21 nudos con sus dos lineas helices. El desplazamiento de 1.420 toneladas con carga estándar y 1.900 toneladas a plena carga.
El descubrimiento del ROU Uruguay DE-1 no solo confirma el emplazamiento del emblemático buque tras tres décadas de incertidumbre, sino que también ofrece a los investigadores una oportunidad única para estudiar el estado de conservación de restos históricos en aguas profundas. El proyecto forma parte de un esfuerzo mayor para explorar y documentar el patrimonio sumergido en el Atlántico suroccidental.