Inaugurado el 19 de marzo de 2015, el Emisario Submarino de Mar del Plata es una obra de ingeniería única en Sudamérica, con mas de 10 años de funcionamiento ininterrumpido. Consiste en una cañería de 4.120 metros de longitud —de los cuales el 95% se encuentra bajo el mar— y 2 metros de diámetro, construida con polietileno de alta densidad. Su función principal es dispersar el efluente cloacal proveniente de hogares, comercios e industrias a cuatro kilómetros de la costa, a través de 90 puertos difusores ubicados en el tramo final del conducto.
Antes de llegar al emisario, los líquidos residuales ingresan a una planta de pretratamiento donde se realiza un proceso de cribado que retira los sólidos más grandes. Luego, el líquido es bombeado con presión suficiente para recorrer la tubería submarina y liberarse en el mar, donde comienza un proceso natural de degradación gracias a la acción del sol y la flora microbiana del ecosistema marino.



Para asegurar su correcto funcionamiento, el emisario requiere un mantenimiento especializado. Actualmente, esta tarea está a cargo de la empresa Trab Sub SRL, dedicada a trabajos subacuáticos. El capitan de la embarcación que diariamente lleva a los buzos, zarpa desde las marinas del Motonautico local a tempranas horas de la mañana. Es Roberto Sampini, conocido instructor náutico de yates a vela y motor quien con su libreta de Capitán lleva la embarcación que se posiciona sobre el emisario. Consultado, nos indico que » es una tarea relativamente sencilla desde mi labor, yo salgo a diario y los llevo a la posición sobre el emisario. Solo debo verificar las condiciones de viento y ola porque si el mar no esta calmo, es imposible hacer el trabajo. Ellos hacen toda la maniobra operativa en un trabajo que tiene sus tiempos y esfuerzos. Guardan riguroso control y protocolo desde la colocacion de sus trajes hasta cada movimiento subacuo. Es una tarea de mi parte sencilla. Es un trabjo en equipo que desarrollamos desde hace algunos meses «.
Uno de slos integrantes de la tripulacion es Fabio, buzo profesional desde 2007 retirado de la Armada Argentina, cuenta cómo es el día a día en esta labor tan silenciosa como vital para todo el complejo submarino de la planta procesadora de residuos de Camet.
¿Qué tipo de tareas están realizando en el emisario submarino?
Estamos haciendo tareas de mantenimiento. Básicamente, bajamos al emisario, que es un tubo de 4.000 metros de largo y 2metros de diámetro, para inspeccionar y ajustar los tornillos de los lastres. Estos lastres son los que mantienen el caño amurado al fondo marino. Con el tiempo y por el propio movimiento del mar, algunos tornillos se van aflojando otros producto de temporales y las fuerzas del mar terminan quebrándose. Nosotros nos ocupamos de restaurar cada perno sostén en buenas condiciones. El mar los deteriora y las fuerzas de los temporales los cortan; nosotros reposicionamos cada uno de ellos.

¿Cómo es el entorno de trabajo allá abajo?
Trabajamos entre 6 y 17 metros de profundidad. La visibilidad depende mucho del día, pero generalmente es nula. Hacemos todo al tacto. Si tenemos suerte, llegamos a ver 20 centímetros. Usamos un torquímetro hidráulico calibrado a 340 Newton para asegurar que todos los tornillos tengan la misma tensión.
¿Qué tipo de equipo utilizan para respirar y comunicarse?
No usamos equipos autónomos. Trabajamos con un cordón umbilical conectado a la superficie. Es lo más seguro: nos provee el aire, la comunicación y la luz. Estamos en comunicación continua con el equipo en superficie.
¿Cuántas personas trabajan en cada operación?
Baja un buzo por vez. Hay otro que supervisa desde la superficie, y un tercero que actúa como buzo de seguridad, listo para intervenir en caso de emergencia.
¿Cuánto tiempo pueden estar sumergidos?
Generalmente una hora y media por período de trabajo, aunque depende de las condiciones y la profundidad en la que se esta trabajando.




¿Reviste peligro la operación?
Sí, lo es. Pero con todas las medidas de seguridad, se puede hacer mitigando el riesgo y trabajando sin peligros mayores. Hay que estar atentos a todo, sobre todo a los efectos de la presión sobre el cuerpo. Durante el descenso hay que compensar la presión en los oídos, y en el ascenso, los pulmones vuelven a su tamaño normal. Todo debe hacerse con cuidado en un estricto protocolo que cada uno conoce. La visibilidad es nula, el agua turbia producto del fondo fango arenoso y el movimiento natural de los sedimentos. No se ve nada, mientras es complejo trabajar a causa de ello.
¿Cuándo finalizan las obras?
Estamos bajo una licitación de tres años contratada por Obras Sanitarias. Empezamos hace dos años y finalizamos en enero de 2026. Pero este tipo de mantenimiento debe continuar siempre, para asegurar que el emisario siga funcionando correctamente.
¿Cómo encontraron el emisario al comenzar el trabajo?
Ya tenía seis años de antigüedad cuando comenzamos. Se nota el desgaste natural del mar. La clave está en no dejar de mantenerlo. El mar es implacable, pero con trabajo continuo se puede prolongar su vida útil. Los materiales, por más acero especial inoxidable que tengan estos pernos, siempre estan debajo de fuerzas casi impredecibles cuando hay mal tiempo, a veces cortan los vastagos, otras los pernos. Hay que repasar continuamente ya que en 4000 metros cuando terminaste el primero, llegaste recién al ultimo. No es una tarea sencilla lleva paciencia, esfuerzo y responsabilidad para hacer un buen trabajo.



Mientras el emisario cumple silenciosamente su función bajo las aguas, son los buzos profesionales como Fabio quienes garantizan que esa operación continúe sin interrupciones. Su labor, tan silenciosa como esencial, permite que miles de metros cúbicos de efluentes sean gestionados de manera segura y controlada, protegiendo el ambiente costero y la salud pública.
El mantenimiento constante de esta infraestructura es clave para evitar impactos negativos en el ecosistema marino y garantizar el funcionamiento de un sistema que, aunque invisible para la mayoría, es fundamental para la vida urbana. Mar del Plata cuenta con una de las obras más avanzadas de Sudamérica en esta materia, y detrás de cada jornada de buceo, hay un compromiso firme con el cuidado del mar y de quienes lo rodean.