El gobierno argentino, parapetado tras su preciado superávit fiscal, enfrentó una embestida cambiaria que llevó la brecha a niveles críticos. ¿Qué hacer en semejante situación? ¡Reaccionar, claro está!. Aunque la opción preferida habría sido suprimir el control de cambios y liberarlo habría afectado su «sagrada» legitimidad. Así que, con toda la sabiduría del universo, optaron por eliminar la emisión de pesos. ¡Bravo!.
Con un presupuesto superavitario, el gobierno cerró la canilla fiscal. Mediante licuación, endeudamiento y migración geográfica de pasivos, también cerró la canilla cuasi fiscal. Al neutralizar la compra de dólares oficiales con ventas en el Contado con Liquidación (CCL), busca cerrar la canilla cambiaria. Aquí nos encontramos con una pequeña digresión: ¿a quién se venderán estos dólares? ¿A la banca o a los importadores? Lo más probable es que los importadores sigan pagando al oficial, porque otro empellón inflacionario pondría en riesgo todo el teatro montado hasta ahora.
¡Y qué decir del sector agropecuario y pesquero! La maniobra cambiaria ha generado tal disgusto que ya no pueden disimular su malestar. A pesar de la «sincera» promesa de erradicar las retenciones, estas siguen más vigentes e inmutables que nunca (la caja no se toca.!). La brecha cambiaria ha alcanzado niveles preocupantes justo cuando el valor de los granos y las principales especies del mar argentino se desploman en precios, y en la pesca, -peor aún- desaparecen los compradores. Panorama preocupante.
Una verdadera lástima, porque cualquier evento que ponga en riesgo la solvencia fiscal es visto como una blasfemia imperdonable.
Pero esperen, hay más. No podemos olvidar al sector pesquero, que también está en el ojo de la tormenta, haciendo nuevos números para demostrar que la pesca paga… y mucho a futuro. Con el valor de los productos de origen marino en declive y las restricciones sostenidas en niveles como cuando la pesca era rentable, el sector no ve la luz al final del túnel. Y justo en el momento de la renovación del régimen de Cuotas Individuales Transferibles de Captura (CITC), la rentabilidad del sector pesquero está en su punto más bajo y peligrosamente en terreno negativo para algunas especies, digamos langostino y merluza. Después de todo, si no fuera por las crisis, ¿qué sería de nuestras venerables tradiciones económicas, de pedir afuera para consumir y gastar adentro.
En cuanto a la recuperación, se menciona un pequeño riesgo inherente al esquema implementado. En un contexto de superávit fiscal y sin expansión monetaria, los agregados crecen cuando el aumento de la inversión y/o la balanza comercial exceden al superávit fiscal. Especialmente si este último permite estabilizar las expectativas y expandir el crédito. Pero, y esto es un gran «pero», si los agregados y precios relativos no se mueven en la dirección y magnitud necesarias, el sistema se vuelve contractivo, muy contractivo y peligrosamente recesivo. De ser así, más allá del blanqueo, los activos financieros podrían comenzar a sufrir presión adversa, ya que el gobierno difícilmente permitiría que una devaluación ponga en riesgo la estabilidad de precios. ¡Qué dilema!
¿Qué podemos inferir de las decisiones tomadas? Probablemente, que el gobierno y los organismos supranacionales de crédito estén a punto de cerrar algún tipo de acuerdo que despeje el horizonte de vencimientos del 2025, ya sea con un aporte de fondos frescos o con una garantía que evite una eclosión del riesgo mencionado. Si esto no sucede, las restricciones que enfrenta el oficialismo quedarán de manifiesto con una crudeza que probablemente lesionará los activos financieros locales, así como el buen juicio y la cartera del FMI.
Una vez más, el extraño conservadurismo argentino exige reiterar una de nuestras más rancias tradiciones: ¡pedir afuera para gastar adentro! Porque, al final del día y en modo irónico, ¿qué sería de nosotros sin estas costumbres tan arraigadas?
La ecuación es simple. Si la decisión del gobierno es no incrementar la emisión para controlar la inflación y los dólares frescos convertidos en pesos al valor irrisorio del oficial o algo mejor, al blend, se sostiene en el tiempo -cosa que dudo- el sistema puede crujir para quienes producto de modelos arcaicos e ineficientes no alcancen a acceder al restringido flujo de fondos. Y por otro lado, el sistema si bien se encaminaría a un modelo de mayor eficiencia privilegiando el flujo de fondo de sectores altamente eficientes desde los más ordinarios, en determinado momento, las bases no soportaran tamaña migración por lo que el modelo antes de nacer tiene fecha de defunción. Puesto que se incurre en los errores de siempre y de todo modelo, al fin y al cabo ortodoxo, que intenta morigerar la inflación por fuerte retracción de la demanda, en cambio de la multiplicación de la oferta, por supuesto ligada a mayor inversión, mayor ingreso genuino de capitales y convirtiendo al modelo argentino en floreciente, cosa que estaría ligada a un tema fundamental que es la base de todo principio económico y comercial, sincerar el valor de la moneda.
No hace falta ser Dr. en economía para darse cuenta que todo ciclo económico creciente y benefactor genuino siempre se dio con un Tipo de Cambio, alto, super alto, de modo de eliminar artilugios ortodoxos, financieros, monetarios, fiscales, restrictivos y encorsetados que terminaron siempre con una explosión en las variables producto de inconsistencias y estallido desde los sectores menos eficientes de la economía y la sociedad.
En términos simples y ordinarios, si Ud. cierra el grifo del agua en la Casa Rosada, es probable que en Puerto Madero puedan soportar la merma de caudal, pero difícilmente en Isidro Casanova llegue una sola gota, y eso, al final, termina generando el verdadero momento crítico. Sublevación, estallido social y ruptura de modelo.
Argentina debe abrazarse a la idea de un modelo industrial productivo generador de oportunidades, con un Tipo de Cambio genuino, real y no artificial; y con un Estado eficiente y competitivo en cada línea del Legislativo, Ejecutivo y Judicial, pero eso se logra o por consenso y hartazgo, o por obligación y decisión rayana a lo dictatorial; que hoy, la sociedad no admite ninguna de las dos.
Argentina, de este modo, termina siendo un modelo cíclico, independientemente de progresistas o libertarios, el destino, siempre termina siendo el mismo. Ajuste de demanda, cuando debe ser multiplicación de oferta, pero para eso hace falta, en lo social, educación, formación, instrucción y eficiencia; y, desde el gobierno, sobre todo credibilidad, que hoy, ni siquiera el Ministro Luis Caputo tiene, ni de adentro, ni de afuera. En medio de todo esto, la pesca busca demostrar que puede pagar algo más de lo mucho que ya paga, aun incrementando el rojo en sus cuentas, en una fuerte apuesta sosteniendo que mañana será mejor que hoy…
Y, como siempre, se expone la opinión al criterio del lector, anticipando que no son 4 los puntos cardinales como tampoco 7 los colores del arco iris, dejando las consideraciones de ésta temeraria dinámica a su juicio, y sugiriendo que no la desconozca…
Buen domingo para todos..!
Por DMC