Con asiduidad contamos historias que tienen relación con la pesca, con la industria naval, con las distintas actividades que tiene un polo productivo único y que se relaciona directamente con el Puerto de Mar del Plata.
Esta historia tal vez no tiene un lugar para catalogar, pero merece ser contada. Alejada de los números, la rentabilidad, la abundancia y las densidades de las especies. Solo la une la pasión por ver como entra un buque al mar por primera vez.
Biserca Ana Manestar nació en Tandil, en 1933, pero es hija de inmigrantes yugoslavos, la ahora Croacia. Llegó a Mar del Plata cuando apenas tenía 5 años y el puerto y la ciudad de Mar del Plata, obvio es decirlo, eran otros, completamente distintos.
Toda vez que hay una botadura de una embarcación en las gradas del Astillero Contessi, ella está ahí. Su figura de señora simpática, amable, atenta, puede pasar inadvertida, fiel a su bajo perfil.
En el Astillero Contessi le tienen una silla reservada, a la derecha de las gradas, para que le quede toda la embarcación a su visual. Repite un gesto y una y otra vez hasta poder divisar al locutor Andrés Cosmai, como una señal de que en minutos va a comenzar un espectáculo que a ella le apasiona, pero que nadie le pregunta porque está ahí.
Una vez finalizada la ceremonia, busca refugiarse del frío dentro de la nave donde tantas embarcaciones se han construido y ella misma ha visto como se han botado. Ante nuestra presencia y la del fotógrafo, busca erguirse y casi disimular su bastón, fiel acompañante a sus 88 años.
Siempre la vemos en cada botadura de los buques, ¿a qué se debe esto?
Es algo que me gusta, me gusta ver cuando entra al agua, es una sensación única. Cuando suenan las sirenas, es una emoción única.
Antes había como una tribuna de madera y ahí me sentaba para ver la botadura. No pude estar solo en dos botaduras, una que se hizo de noche y cuando botaron el catamarán, después vi todas.
¿Qué vinculación tiene usted con la pesca?
Mi suegro era “güinchero” y mi cuñado fue pescador que nos traía el pescado fresco hace muchos años, era algo único vivir eso, pero no tengo ahora familia vinculada a la pesca, esto es algo raro pero me apasiona.
¿Cuándo empezó a venir a las botaduras? ¿Por qué empezó a venir?
Empecé a venir hace más de 20 años. Solita vine, quería ver cómo era la botadura de un barco que a veces pasaban por televisión o salía en los diarios y tenía curiosidad, y un día solita me vine para ver de qué se trataba, aunque vine con mi hija y mi sobrina, pero digamos que yo solita quería venir.
Siempre pendientes de lo que dicen en la radio, si había o hay alguna botadura. Vengo siempre, en 20 años me perdí esas dos nada más que te decía.
Nos decía también que es una sensación linda, única, ¿pero qué pensamiento le recorre cuando comienzan a sonar esas sirenas?
Lo primero que se me viene a la cabeza es la cantidad de gente que tiene trabajo, porque al botarse más barcos hay más fuentes de trabajo para mucha gente. Te lo dice alguien que viene de una familia de inmigrantes que tanto le ha costado hacerse un lugar.
¿Cuál fue el barco más lindo que vio de los que se botaron acá? ¿O el que más le llamó la atención?
Cada barco que veo es distinto para mí, aunque sé que algunos son iguales. Todos me han parecido muy lindos.
En una ocasión, hace muchos años, que todo era distinto, vine con mi nieto Manuel que era muy chiquito y cuando estrellaron la botella en el casco saltaron los vidrios y mi nieto se asustó mucho y se puso a llorar.
La gente del astillero, después de venir por tantos años ya la conoce seguramente…
Me conoce de hace muchos años. Mirá lo que es la vida y esta ciudad. Yo fui al colegio “Divino Rostro” con una sobrina de Federico Contessi, cuando todavía no era famoso –estalla en risas Bibi, como todos la conocen-
Ella contaba que el tío tenía un astillero que fabricaba lanchas, así decía y así nos contaba. Pero todavía faltaba mucho para la cantidad de barcos que construyó.
En una ocasión, en la Novena de la Gruta de Lourdes, la familia Contessi estaba siempre y yo los fui a saludar y cuando salimos llovía tremendamente y yo estaba esperando el colectivo, me vieron y me llevaron hasta mi casa.
Por eso te digo tengo una relación especial con esta gente y su astillero. No soy amiga ni nada, pero esto que hacen es algo maravilloso. Ver semejante “monstruo”, construido desde la nada, toda la gente que trabaja, como se ve el taller. Me encanta.
Dentro de pocos días van a botar otro barco como ya anunciaron, así que ahí estará seguramente.
Si Dios quiere así será. Es una forma de estar en contacto con tanta gente que trabaja. Yo no sé si dan cuenta, pero lo que se hace acá, con tanta gente trabajando, que a su vez le da trabajo a otra gente y cuando viene el barco sigue dando trabajo a más personas, es algo que se tiene que saber y respetar.
Poder ver esto a mis 88 años es como estar ligada al puerto directamente. Son los recuerdos de tanta gente que uno conoce y conoció.
Hoy cuando salió el barco me volví a emocionar como me pasa siempre. Yo siempre pienso en las fuentes de trabajo, en el sacrificio que hacen ahí arriba. Me da mucha alegría y sería muy lindo que todos sepan lo que se hace. La gente de la pesca viene del sacrificio y esto es una parte de ese sacrificio.
“Bibi” se siente agradecida por habernos acercado, nos cuenta que no sabe de internet pero que hace que en su familia le lean lo que publicamos en PESCARE y nos pide un favor, promete que si no se lo hacemos, en la próxima botadura nos lo reclamará…
Poné por favor que en la familia somos todos hinchas de Aldosivi.
Homenaje, historia, sapiencia, experiencia. Gente de la pesca y de la industria naval, de algún modo conectada a través de ese hilo conductor que es la cultura del trabajo y las emociones que salen desde el alma y el corazón.