La reciente depreciación del real brasileño, que ha superado la histórica barrera de los 6 reales por dólar, combinada con la fortaleza del dólar en los mercados internacionales frente a monedas como el euro, la libra esterlina y el yen, agrava los desafíos para las economías del Mercosur. Este panorama tiene particular relevancia para la Argentina, dada la importancia estratégica de su relación comercial con Brasil, especialmente en sectores clave como las exportaciones de productos pesqueros.
En 2024, el real acumula una depreciación anual superior al 20%, lo que coincide con una marcada apreciación del peso argentino. Esta dinámica ha profundizado desequilibrios en la balanza comercial y turística argentina, afectando especialmente el comercio de manufacturas pesqueras, como el filet y la merluza entera, productos emblemáticos de Mar del Plata, donde Brasil representa el principal destino. La erosión del poder adquisitivo en Brasil impacta directamente en la demanda de productos argentinos, favoreciendo alternativas más económicas como la tilapia de cultivo. Aunque ambas especies presentan diferencias notables en calidad y sabor, la presión sobre los bolsillos brasileños inclina la balanza hacia opciones más accesibles.
El gobierno brasileño, encabezado por su ministro de Hacienda, Fernando Haddad, ha intentado implementar un ambicioso plan de contención fiscal que promete un ahorro de 70 billones de reales en dos años. Sin embargo, los mercados han recibido estas medidas con escepticismo, evidenciado en la persistente devaluación de su moneda. A esto se suma una inflación anualizada del 4,4% y una política monetaria restrictiva que no ha logrado estabilizar el tipo de cambio.
En contraste, el peso argentino se ha apreciado en términos reales, impulsado por una política de ajuste mensual del tipo de cambio destinada a combatir la inflación. Este enfoque, aunque eficaz en ciertos aspectos macroeconómicos, genera efectos adversos para la competitividad de las exportaciones industriales y pesqueras hacia Brasil. Según el Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral del Banco Central de la República Argentina (BCRA), el diferencial de competitividad con Brasil se ha desplomado, pasando de 165 puntos a menos de 73, reflejando el impacto de políticas cambiarias divergentes y brechas inflacionarias.
La caída del real representa un obstáculo significativo para el sector manufacturero de Mar del Plata, epicentro de la industria pesquera argentina. La creciente dificultad de los consumidores brasileños para acceder a productos importados en moneda dura amenaza con desplazar la merluza hubbsi del mercado, dejando espacio a competidores más asequibles, aunque de menor calidad.
Frente a este escenario, expertos destacan que una mayor competitividad no se logrará mediante una devaluación adicional del peso, dado el impacto inflacionario que ello conllevaría. En cambio, se sugiere una reducción de la presión tributaria como medida clave para fortalecer las exportaciones. Al mismo tiempo, el gobierno argentino enfrenta el reto de equilibrar una política fiscal responsable con estrategias cambiarias que permitan sostener la competitividad en un contexto regional marcado por la incertidumbre.
En el ultimo informe oficial del INDEC, en septiembre de 2024, el Índice de Producción Industrial Pesquero (IPI Pesquero) registró una contracción del 22,7% en comparación con el mismo mes de 2023, evidenciando una significativa desaceleración en el sector. El análisis de la serie desestacionalizada muestra una variación negativa del 28,1% respecto al mes previo, mientras que el índice correspondiente a la serie tendencia-ciclo experimentó una disminución del 1,8% en igual período, lo que refleja un comportamiento contractivo sostenido en la actividad pesquera que ahora se podría ralentizar como consecuencia de valores internacionales cercanos a mínimos y la falta de competitividad frente a la caída del poder adquisitivo del Real.
La interacción entre Argentina y Brasil, motores del Mercosur, dependerá de la capacidad de ambos países para implementar políticas económicas coherentes y sostenibles. Mientras tanto, sectores como el pesquero deberán buscar alternativas para adaptarse a la creciente volatilidad, consolidando su posición en mercados más allá de las fronteras del bloque regional.