Según medioambientalistas, la megaconstrucción de una planta de GNL en Punta Colorada, podría implicar grandes riesgos ambientales para el Golfo San Matías y la Península Valdés. La fauna marina podría ser la más afectada ante un mal manejo del Gas Natural Licuado.
El Golfo San Matías, una joya natural del litoral patagónico, se encuentra en el epicentro de un debate de gran envergadura. Conocido por su forma de «C» abierta, este golfo abarca territorios de las provincias de Río Negro y Chubut, y alberga una biodiversidad única, que incluye a la emblemática ballena franca austral. Sin embargo, el reciente proyecto de gas natural licuado (GNL), impulsado por YPF y Petronas, amenaza con alterar este frágil ecosistema.
El proyecto, que contempla la construcción de una planta de GNL, un oleoducto y un puerto en las localidades de Sierra Grande y Punta Colorada, ha generado una fuerte oposición. La crítica más contundente proviene del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), que desde principios de 2024 viene advirtiendo sobre las posibles consecuencias devastadoras para la población de ballenas francas australes, las cuales utilizan las costas del golfo como áreas de cría y reproducción. Este mamífero marino, declarado monumento natural nacional, podría sufrir impactos irreversibles si el proyecto sigue adelante.
No es solo la ballena franca austral la que está en peligro. Según el ICB, más de 150 especies marinas que habitan en la región podrían verse afectadas por la instalación de monoboyas petroleras y otras infraestructuras asociadas al proyecto. El Golfo San Matías, junto con los Golfos Nuevo y San José, forma parte de una biorregión de alta biodiversidad, lo que convierte a esta área en un lugar de vital importancia ecológica.
La polémica no termina en el impacto ambiental. El proyecto de YPF y Petronas se sitúa en un contexto legal controvertido. En 1999, la provincia de Río Negro promulgó la Ley 3308, que prohibía expresamente la exploración y explotación de hidrocarburos en el golfo, así como la construcción de ductos y terminales de carga. Esta ley fue modificada en 2022 para permitir el desarrollo del proyecto, sin previa consulta a las comunidades locales, lo que desencadenó una oleada de críticas.
Los defensores del proyecto argumentan que la zona de Sierra Grande es ideal para la instalación de la planta de GNL debido a las bajas interferencias con otras actividades económicas y sociales. Además, subrayan que Río Negro ofreció las condiciones regulatorias y fiscales adecuadas para atraer esta inversión millonaria. Sin embargo, omiten mencionar los riesgos inherentes a un desarrollo de esta magnitud en una zona tan sensible.
Un simulacro de derrame realizado recientemente, utilizando una plataforma oceanográfica internacional, puso en evidencia los peligros que conlleva la instalación del proyecto. El ejercicio demostró que un derrame de GNL podría dispersarse rápidamente a lo largo del golfo, exacerbado por la baja renovación de aguas y las corrientes marinas, lo que podría afectar no solo al Golfo San Matías, sino también a la cercana Península Valdés, un área protegida y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Este escenario plantea un dilema crucial: ¿es posible conciliar el desarrollo industrial con la protección de un entorno natural tan valioso? Las comunidades locales, que dependen del turismo y la pesca para su sustento, temen que la respuesta sea negativa. Los impactos económicos y laborales de un desastre ambiental podrían ser devastadores, erosionando la base misma de la economía regional.
Ruta de las ballenas, ploteo de su derrotero
El proyecto de GNL en el Golfo San Matías no solo define el futuro de la región, sino que también sentará un precedente sobre cómo Argentina equilibrará sus ambiciones de desarrollo con la necesidad de preservar su patrimonio natural. El destino de este ecosistema único y de la ballena franca austral permanece en la incertidumbre en momentos donde la actividad productiva, esta puesta de relieve por mejorar y potenciar la comercialización de recursos naturales hacia el mundo; que en definitiva generan trabajo, mano de obra y al final bienestar, hoy esta puesto en dudas por quienes no tienen en consideración que el hombre también es parte de ese mismo sistema. ¿De qué sirve un país rico en materias primas, si no generan bienestar a sus habitantes, por supuesto con el respeto que la biodiversidad, fauna, flora y medio ambiente necesitan?