Cada 1 de octubre, las costas argentinas se tiñen de significado al celebrarse el Día del Mar y la Riqueza Pesquera, una conmemoración establecida en 1937 por la Liga Naval Argentina. Esta fecha busca rendir homenaje a la vastedad de los océanos y a los valiosos recursos que estos brindan. Además, invita a la reflexión sobre la importancia de gestionar de manera responsable los recursos marinos, con el objetivo de alcanzar una sostenibilidad alimentaria que proteja tanto el medio ambiente como el futuro de las generaciones venideras.
Argentina, con una extensa costa de más de 5.000 kilómetros y un territorio marítimo que se extiende a lo largo de 4.200.000 kilómetros cuadrados, cuenta con uno de los espacios marinos más ricos y productivos del mundo. Este vasto mar no solo genera empleo y desarrollo para las comunidades costeras, sino que también es fundamental para garantizar la soberanía alimentaria del país. La pesca, una actividad profundamente vinculada a la identidad nacional, no solo representa una fuente de ingresos, sino que también es crucial en la provisión de proteínas para la población, consolidando al mar como un recurso clave en la lucha por la seguridad alimentaria.
No obstante, este inestimable patrimonio enfrenta desafíos cada vez mayores. La sobreexplotación de los recursos pesqueros, junto con el impacto de la contaminación, pone en riesgo la salud de los ecosistemas marinos, con potenciales consecuencias irreversibles. Por esta razón, el Día del Mar y la Riqueza Pesquera debe ser también una jornada de concientización sobre la necesidad de equilibrar el desarrollo económico con la conservación del entorno marino.
El concepto de sostenibilidad alimentaria adquiere, en este contexto, una importancia ineludible. Los recursos vivos del mar son limitados, y su gestión adecuada es esencial no solo para asegurar su disponibilidad para las generaciones presentes, sino también para preservar la biodiversidad y el equilibrio ecológico de los océanos. Resulta indispensable promover políticas de pesca sostenible, respetando los ciclos naturales de las especies y adoptando prácticas que minimicen el impacto ambiental de las actividades pesqueras.
Conservar el medio ambiente no significa frenar el desarrollo, sino orientarlo hacia un progreso que tenga en cuenta las necesidades del planeta y de la humanidad. El mar, como fuente de vida y oportunidad, debe ser protegido no solo por su valor económico, sino también por su papel fundamental en la regulación climática, la preservación de la biodiversidad y la provisión de alimentos.
En este Día del Mar y la Riqueza Pesquera, se hace un llamado a la conciencia y a la acción conjunta y colectiva, recordando que el bienestar del mar está indisolublemente ligado al bienestar del país. La pesca sostenible, la protección de los ecosistemas marinos y el respeto por la biodiversidad son los pilares sobre los que debe construirse un futuro en el que la seguridad alimentaria no comprometa la salud del planeta.
Pero al acecho, hay otras preocupaciones que duelen en el sector pesquero. El mismo enfrenta embates de manos amigas, quienes ilógicamente parados desde el desconocimiento intentaron impulsar una reforma al Régimen Federal Pesquero que fue un primer ataque certero a la actividad. Para pasar a embates que ponían de manifiesto el accionar de uno de los mas destacados Institutos de investigaciones pesqueras del mundo como el INIDEP. Como si poco fuese esto, el atrevimiento de postergar seguidamente la renovación de CITC de Merluza Hubbsi en forma casi indefinida mientras se ocupa una butaca en Vigo, quién sabe qué festejando o intentando comprender, como si la resolución a los desafíos del sector están en España y no en nuestro país, mientras se persiste desde la semana pasada por cerrar la Escuela Nacional de Pesca. ¿Hay algo por festejar?.
Que esta jornada inspire a todos a valorar lo que el océano ofrece y a asumir la responsabilidad colectiva en su protección, pero principalmente a las autoridades que desde un lejano sillón del desconocimiento, toman decisiones que en cambio de incentivar la actividad y la visión estratégica de un país con mar, como la República Argentina, donde es el único caladero estable del mundo, toman decisiones desacertadas, alejadas del impulso que la producción y la industria necesitan para vibrar, alcanzando la mayor explotación posible de los recursos vivos del mar argentino con el compromiso de buenas prácticas con el medio que lo rodea, y fundamentalmente, con el respeto hacia la preservación de todos los recursos vivos del mismo. Porque preservar el mar no es solo un deber hacia el presente, sino un compromiso con el mañana.