Bien podría entrarse en el debate la calidad de los productos. Algo tan destacado y preciado como el langostino salvaje ¿puede tener competencia? (cuando el cinturón ajusta)
La respuesta es afirmativa, sobre todo cuando la mirada es global, algo que no debemos perder y no pararnos en lo que ya se sabe: “nuestro producto es Premium, de excelencia, no se puede comparar”, como muchos manifiestan con toda razón y por sobre todo en el paladar.
Hoy la ciencia y la tecnología permiten otras cosas. Los desarrollos acuícolas, se multiplican en todo el planeta, buscando proteínas para un mundo que demanda alimentos. Y está bien que así sea.
Sin ir más lejos nuestro país posee numerosos emprendimientos acuícolas de las especies más variadas.
¿Se está llegando demasiado lejos en otros países? ¿El consumidor busca calidad o precio? Depende de la economía local podría responder alguien más observador de los números que de la calidad de vida. En el mundo de hoy, es vital el precio, pero aun no empezó la guerra comercial, es que el COVID-19, «escondió» o prolongó la llegada visible de la misma problemática. El mundo con recesión puede modificar el escenario; Argentina debe estar atenta.
Hoy en día las novedades en el mundo acuícola se multiplican también, tal el caso de la creación de la primera “granja inteligente” de langostinos, tal como lo está haciendo una empresa de tecnología acuícola en los Estados Unidos, que desarrolla un sistema modular de contenedores de transporte marítimo para producir langostinos y llevarlos hasta el punto de venta.
Un equipo de ingenieros y biotecnólogos desarrolló un proyecto dotado de un sistema inteligente de control y gestión, denominado “Shrimpbox”.
Buscan que la creación sea un sistema sostenible y escalable de cultivo de langostinos que se pueda replicar en todo el mundo.
Estos “Shrimpbox”, están dotados de una tecnología de recirculación y automatización que permite plantar estos sistemas de cualquier parte del planeta, cerca de las ciudades y desconectadas del entorno natural que hoy conocemos.
Desde la empresa que desarrolla el novedoso producto, aseguran que los langostinos se producirán en estas “granjas” de una manera ética, sin utilización de químicos, ni antibióticos y se podrán consumir apenas unas horas después de ser “cosechados”.
En el último mes de julio ya fue puesto en marcha en la ciudad de Indianápolis el primero de los “contenedores granja” que posee una capacidad de producir 1,6 toneladas de langostinos con un tamaño que va desde los 25 a los 30 gramos.
Se calcula que en un espacio de no más de 100 hectáreas, se pueden colocar unos 100 contenedores, de similares características de los que vemos hoy por ejemplo en cualquier puerto de la Argentina.
Esta “locura” tecnológica posee sistemas automatizados y cuenta con un software capaz de “aprender” para luego “tomar decisiones” a traves de la IA – Inteligencia Artificial-. Sin dudas una pieza de ingeniería con un potencial increíble dentro del ámbito de la acuicultura.
¿Difiere mucho esto del “Vannamei”? Hoy en día sí, pero no por mucho tiempo. ¿Constituye una competencia con el langostino salvaje patagónico? No, pero es una vía más, un camino alternativo, más allá que por estos días alguien podría plantearse que “las cámaras están llenas, el volumen que tienen no es el que pensábamos, algo paso”, como nos dice el empresario en la puerta de su establecimiento dialogando con PESCARE.
“Me parece que en algo fallamos, hoy tendríamos que tener todo resuelto, el precio de todo, no solo del producto. Porque el tener tanta mercadería hace que se modifiquen todos los precios, los del transporte, los valores de la mano de obra. Tengo 30 años en la actividad y es la primera vez que estoy desorientado”, nos dice con sus manos a la cintura y mirando a ambos lado como buscando una explicación que no encontrará en nuestro diálogo.
¿Errores? ¿Mejores estrategias de otros mercaderes? ¿Casualidad o causalidad? Preguntas que requieren una rápida respuesta acompañadas de una solución.
“Acá la única solución es vender, que le llegue la mercadería en tiempo y forma, y COBRAR», sentencia el empresario.
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Fuerte impacto del Vannamei en el mundo