Personal de la Prefectura Naval Argentina (PNA) logró controlar un incendio que se desató este miércoles por la tarde en el buque congelador Verdel, amarrado en el espigón 2 sección séptima de la TC 2 y 3 del puerto de Mar del Plata. Afortunadamente, no se registraron víctimas ni heridos, y la rápida intervención evitó que el siniestro se propagara a otras embarcaciones cercanas o a los tanques de combustible de la nave.
El incidente se originó en la segunda cubierta de proa del Verdel, perteneciente a la flota de congeladores de la empresa Iberconsa S.A., que se encontraba en el puerto desde su regreso de la zona de pesca el pasado 23 de agosto. La emergencia fue detectada cuando comenzó a salir humo a través de los ojos de buey, lo que alertó a tripulantes, operarios de buques cercanos y personal de muelle.

En primera instancia, trabajadores de otra embarcación comenzaron a arrojar agua hacia el sector afectado, conteniendo parcialmente la situación hasta la llegada de bomberos de la Estación de Salvamento, Incendio y Protección Ambiental (SIPA), dependiente de la Prefectura.
Al arribar, los bomberos constataron que el fuego se desarrollaba en la banda de estribor, hacia proa, afectando varios compartimentos y el pasillo de conexión en la cubierta principal. Se activó de inmediato un Comando de Incidentes que dispuso la evacuación total del buque y el establecimiento de un cordón de seguridad.
Gracias al rápido despliegue, el foco ígneo fue controlado en pocos minutos, evitando su propagación y mayores daños. Posteriormente, se realizaron tareas de enfriamiento y se montó una “guardia de cenizas” durante la noche, con el objetivo de prevenir una posible reignición.
Este jueves por la mañana, con luz diurna, comenzaron las tareas periciales para determinar las causas del incendio. Las investigaciones están a cargo de personal especializado de la Prefectura, siguiendo las órdenes de las autoridades competentes.
Asimismo, se supo a la llegada de personal especializado de la Autoridad Marítima local departamento inspecciones, que el siniestro se originó en dos camarotes situados sobre la banda de estribor, donde, según las primeras conclusiones periciales, el foco ígneo habría tenido su punto de ignición en caloventores instalados de manera precaria por la marinería, dispositivos que, al no contar con el mantenimiento adecuado ni con las certificaciones exigidas, representaban un riesgo latente en la operativa diaria a bordo.
Si bien el buque se encuentra equipado con un sistema integral de prevención y combate contra incendios, con detectores de humo estratégicamente distribuidos en todos los compartimentos, la eficacia de dicho circuito se vio anulada por prácticas irregulares y negligentes que, lamentablemente, se han vuelto habituales en ciertos ámbitos de la flota. Es común que los sensores sean deliberadamente obstruidos, ya sea mediante cinta aisladora o mediante improvisadas tapas fabricadas con fondos de botellas plásticas, con el objetivo de burlar las alarmas que se activarían ante el humo del tabaco en áreas donde el consumo de cigarrillos está expresamente prohibido.
Esta alteración fraudulenta impidió que el sistema recibiera la señal de humo en su fase inicial, privando al buque de una alerta temprana y desencadenando un escenario crítico: la propagación sin control de las llamas en un sector altamente vulnerable, con material combustible y limitada capacidad de evacuación. El resultado no solo expone la fragilidad de los protocolos de seguridad cuando son saboteados, sino que además desnuda una cultura operativa donde la norma escrita queda subordinada a la informalidad y al descuido, comprometiendo no solo la integridad de la embarcación, sino también la vida de quienes la tripulan.
Este episodio revela una paradoja inquietante: un buque técnicamente equipado para enfrentar contingencias graves, reducido a la impotencia por acciones humanas deliberadas, transformando un sistema de defensa en una pieza meramente decorativa, inservible en el momento más crítico. La investigación en curso buscará determinar no solo la causa material del incendio, sino también las responsabilidades jerárquicas y estructurales que permitieron la persistencia de estas prácticas, cuya existencia constituye una amenaza latente para toda la flota. Repetimos enérgicamente, el problema no es engañar a la Prefectura Naval Argentina, sino poner en riesgo la propia vida a bordo.
La ubicación al muelle del Verdel, amarrado en primera andana y con suficiente espacio para maniobrar, fue clave para el éxito del operativo. De haber estado atracado junto a otras embarcaciones, la propagación del incendio y la labor de los bomberos se habrían visto seriamente comprometidas ya que el puerto local es ocupado con embarcaciones poteras con base de operaciones en otros puertos y utilizan éste como verdadero parking aguardando la nueva temporada de pesca de calamar 2026, muchas veces en hasta 10 andanas y entorpeciendo la labor de quienes necesitan espacio operativo de descargas, operaciones y reparaciones a flote.
Finalmente, las autoridades destacaron la efectividad de los protocolos de emergencia y subrayaron la importancia de la rápida coordinación entre trabajadores portuarios, tripulantes y fuerzas de seguridad para evitar una tragedia.