Tras más de dos décadas de intensas negociaciones, el Mercosur y la Unión Europea (UE) están próximos a sellar un acuerdo histórico que conectará a dos regiones con un mercado combinado de más de 700 millones de consumidores. Este pacto busca fortalecer las relaciones comerciales y enfrentar los desafíos globales mediante una integración estratégica y económica de largo alcance.
El acuerdo contempla la eliminación de aranceles para el 92% de las exportaciones del Mercosur hacia la UE, mientras que el bloque sudamericano hará lo propio con el 91% de las importaciones provenientes de Europa. Esta medida beneficiará sectores clave, como el agroindustrial y el energético, y facilitará el acceso a bienes sudamericanos en el competitivo mercado europeo bajo condiciones favorables, en plazos que van de 4 a 10 años. Paralelamente, las empresas europeas se beneficiarán con menores costos de exportación, particularmente en maquinaria, automóviles y productos farmacéuticos, con un ahorro estimado de 4.000 millones de euros anuales.
Por el momento, se desconoce el alcance que tiene el acuerdo para el sector pesquero, pero es preciso informar que los productos de origen marino tiene un arancel de ingreso a la Unión Europea del 12%, que afecta directamente a la competitividad del complejo pesquero exportador. Sería histórica y necesaria, la posibilidad de trabajar para incorporar estos bienes al presente acuerdo, buscando hacer más eficiente el modelo exportador.
El acuerdo también incluye un fondo de 1.800 millones de euros destinado a apoyar la transición justa, verde y digital en los países del Mercosur. Estos recursos estarán orientados a promover energías renovables, respaldar pequeñas y medianas empresas, y fortalecer las capacidades en materia ambiental y laboral. Este compromiso refleja el interés de ambos bloques en fomentar un desarrollo sostenible y adaptarse a las demandas de la economía global contemporánea.
No obstante, la resistencia al acuerdo persiste en países como Francia y Polonia, que han expresado preocupaciones sobre posibles desventajas para sus sectores agrícolas debido a las diferencias en estándares sanitarios y medioambientales. La ratificación del pacto por parte de los legislativos de ambas regiones será crucial para su implementación, y las dinámicas políticas internas, especialmente en Europa, podrían influir en los plazos y términos finales del acuerdo.
Para la Unión Europea, este pacto representa una respuesta estratégica frente a los desafíos globales, como la guerra en Ucrania y la competencia económica con China, al tiempo que diversifica sus socios comerciales. Por su parte, el Mercosur se beneficiará de un acceso privilegiado a un mercado altamente sofisticado, con un gran poder adquisitivo y una demanda creciente de productos de calidad, lo que podría estimular inversiones en sectores productivos y generar oportunidades de modernización industrial.
El éxito de este acuerdo dependerá de la capacidad de ambas regiones para superar las diferencias internas y priorizar una visión conjunta de desarrollo. En un contexto global marcado por la incertidumbre, el pacto Mercosur-UE tiene el potencial de reafirmar los valores del comercio internacional basado en reglas, promoviendo un crecimiento sostenible y una integración económica inclusiva.