Las bases argentinas en el continente antártico tienen como finalidad principal las investigaciones científicas, además aunque en menor medida, son utilizadas para logística y técnicas, prestando servicios de apoyo a expediciones de otras bases, barcos y aeronaves.
“La importancia estratégica de Petrel está fundada en su posición relativa favorable en la Península Antártica en el contexto de la conexión que permite entre el norte de la península, el centro y la Antártida profunda. Petrel tiene características que la dotan de dos pistas casi naturales, una de 1.800 metros y una de 1.200 metros, con la facilidad de instalar un muelle en una zona con batimetría favorable; es prácticamente un nodo logístico natural que permite enlazar por aire y mar con el resto de la Antártida o cruzar hacia Ushuaia. Recuperar la infraestructura y modernizarla nos permite explotar de manera más eficiente los beneficios de la ubicación, el proyecto busca ampliar y potenciar las facilidades que se ponen a disposición de las tareas científicas, del sostenimiento de nuestras trece bases antárticas y también si hace falta para asistir o cooperar con otros países», comentó tiempo atrás el jefe del Comando Conjunto Antártico, general de Brigada Edgar Calandín.
El proyecto ahora se amplía desarrollando una base antártica conjunta y permanente que tenga capacidades logísticas que posibiliten dar cumplimiento a lo ya pactado en la política antártica nacional.
En poco tiempo se convertirá en una “puerta de entrada” polimodal a la Antártida, ya que tendrá dos ingresos. Uno será por vía marítima, el cual se podrá utilizar durante todo el año y en cualquier momento de la campaña antártica; el otro es a través de la vía aérea.
“Será una base ejemplar del sistema antártico” sostienen de modo oficial, ya que tendrá una puerta de entrada permanente al apoyo logístico, a la ciencia y a la investigación, como también a las otras bases antárticas que son permanentes, además hacerlo con los refugios o las bases transitorias.
El origen de esta base fue el refugio naval Petrel, que fue instalado en diciembre de 1952 por la Armada Argentina para realizar tareas de verano y como depósito de combustible.
A principios de la década de 1960 ya poseía una construcción principal de madera de 30 metros cuadrados, un depósito de combustible y otra construcción usada como almacén que contenía un generador eléctrico, una estación de radio y provisiones para tres personas durante tres meses.
El refugio fue usado durante los veranos de 1952 a 1962 para realizar observaciones meteorológicas, mientras en los veranos de 1957 y 1958 se realizaron observaciones sobre el nivel del mar y estudios gravimétricos.
Durante la Campaña Naval Antártica 1966-1967 se amplió la pista aérea existente convirtiéndola en una de 850 metros de largo por 40 metros de ancho.
El transporte “ARA Bahía Aguirre” desembarcó los materiales con los que se construyó la casa principal, la de emergencia, un hangar metálico de casi 1.100 metros cuadrados, un galpón, una usina, balizas, antenas, taller y otras construcciones menores.
Por decreto, el 23 de diciembre de 1966 la base fue denominada destacamento aeronaval Petrel e inaugurada el 22 de febrero de 1967. También se la conoció como estación aeronaval Petrel.
En agosto de 1971 fue el punto de partida del rescate aéreo de un herido y un enfermo de la base británica Fossil Bluff.
En 1972 pasó a denominarse destacamento naval antártico Petrel, pero un incendio en el invierno de 1974 obligó a su evacuación, reactivándosela en el verano siguiente. En febrero de 1978 pasó a ser una base temporaria de verano y ya en la década de 1990 su nombre fue modificado al actual.
Hoy, las modificaciones y la tecnología permiten que se trabaja en una casa modular habitacional, construyéndose la misma en el Astillero Tandanor para poder emplazarla durante la campaña de verano, una vez aprobada la evaluación de impacto ambiental y ser transportada a través de buques de la Armada que participan bajo control operacional del COCOANTAR (Comando Conjunto Antártico), en lo que promete ser una travesía casi sin precedentes, ya que no será tarea sencilla transportar la estructura para lo que se convertirá en una casa con una superficie cubierta de más de 2.000 metros cuadrados.
En una primera etapa dará refugio a unas 60 personas para que durante todo un año puedan vivir en el lugar, pero con la idea de que en la campaña de verano se pueda ampliar a 150.
Hoy la base genera su propia energía, mediante la posibilidad que les dio la construcción de paneles solares fotovoltáicos, los más grandes de las bases antárticas, lo que les posibilita contar con dos grupos electrógenos, los que obviamente colaboran para la red de comunicaciones radioeléctricas y los enlaces satelitales que les permiten estar en contacto con el resto del mundo.
De concretarse la construcción del tan mencionado buque “Ice Class” que se utilizará para más investigaciones para nuestro país, la isla podrá brindar servicios y acompañamiento como no puede hacerlo con el rompehielos “Almirante Irizar” por el momento.