Jorge Canal, fundador y máximo responsable de la empresa, siente orgullo por la tarea que realizan, pero no deja de destacar que lo acompaña Maximiliano Canal, Gisela Canal, quien se desempeña en la parte administrativa, y María Florencia Canal, quien se ocupa de los aspectos legales, ya que es abogada.
Canal rememora y nos cuenta de su primer equipo de trabajo cuando trabajaba con Toledo en 1974, aunque comenzó en 1972 con el afamado “Chapaleo”. Ese primer equipo, nos dice, era «un pantalón y una chaqueta y como no tenía botas de neoprene, durante dos años tuvo que usar bolsas de polietileno y medias de lana».
Un largo recorrido trazado debajo del agua.
Tengo el orgullo de decir que soy buzo de primera categoría y además perito en salvamento y buceo. Ya son casi 50 años, precisamente el próximo 4 de marzo vamos a cumplir medio siglo con la empresa.
¿Cuáles son las tareas específicas que realizan a través de la empresa?
Nosotros somos una empresa con buzos salvamentistas. Reflotamos barcos, hacemos obras. Tenemos el orgullo de haber hecho la obra más importante de Sudamérica en su tiempo, que es el emisario submarino de Mar del Plata.
Además hicimos el emisario submarino de Carlos Paz, dos emisarios submarinos en Ushuaia, en Bahía Golondrina (Canal de Beagle), un acueducto en El Calafate para la planta potabilizadora de agua y en este momento estamos en vista de hacer otro grande en Buenos Aires, de 7 km. cada uno.
¿Con cuanto personal trabajan en forma permanente?
Contamos con 6 buzos en la plantilla estable, pero a medida que se van tomando trabajos, vamos tomando gente en forma eventual.
Con el buen movimiento que hay en los muelles, sobre todo con muchas embarcaciones que están retornando desde el sur, ¿Cuáles son los trabajos que van realizando?
Revisamos las hélices, las tomas de mar que no estén tapadas, si algún barco llega con un cabo en la hélice, se hace la orden correspondiente a la PNA, se hace una exposición, para poder sacar el cabo, porque todo está avalado por la PNA.
Hacemos los diques de SPI, se estacan los barcos, se le colocan las camas, y en esto hay que ser muy minucioso para que queden bien nivelados, el syncrolift en Contessi, en TPA.
Al tratarse de una tarea de alto riesgo, deben recibir una capacitación muy minuciosa.
Son todos buzos profesionales, de tercera, segunda y primera. Ellos hacen sus cursos personales y se van capacitando a medida que el tiempo lo amerita. Una vez que reciben la capacitación de tercera categoría (hasta 12 metros de profundidad), deben pasar dos años para conseguir la de segunda (hasta 30 metros) y la de primera hasta 50 metros.
¿Se han encontrado con cosas extrañas al hacer los trabajos?
No hay cosas extrañas, en este puerto el fondo es muy barroso. Sí como curiosidad puedo contar que hemos colocado unos toneles de cerveza en el Cronometer, un barco hundido hace algunos años y que han desaparecido, seguramente producto de un temporal. De uno nos quedó la duda porque encontramos las tuercas tiradas al lado del canasto al que estaba atado y no estaban las barricas. Tuvieron la suerte hace pocos días de encontrar una de las barricas en el Faro Querandí. La encontró la gente del CONICET revisando las playas, con el contenido de cerveza. El mar desata nudos, hunde barcos, así que no es extraño lo que pasó.
¿Qué cosas han cambiado en estos 50 años que va a cumplir la empresa?
El cambio sin dudas fue tecnológico. Antes se buceaba con una luneta y un “botelloncito”, una manguerita. Hoy tenés que tener casco, los kirby Morgan, máscaras X28 con comunicación, hay equipos de ultrasonido para sacar el espesor de los metales. Soldamos, cortamos debajo del agua, sacamos fotos, hacemos videos en directo.
¿Todas las tareas deben ser autorizadas por la PNA?
En todos los lugares del país a los que vamos, salvo en Mendoza por ejemplo que no está Prefectura, siempre tenemos que sacar la ordenanza que es la 4/08. Ahí se indica que barco es, que matrícula e indicamos que tipo de trabajo tenemos que hacer. Si se llega a encontrar algún cabo por ejemplo, lo comunicamos.
Es un poco engorroso para nosotros porque estamos haciendo siete, ocho órdenes por día y cada barco tiene una orden, pero es la forma correcta de trabajar.
Son muy requeridos en distintos lugares, ya tienen trabajos comprometidos para los próximos días.
Nuestra empresa atiende los diques de “los Nihuiles”, Pampa y Energía, y ya tenemos programado para el 15 de noviembre que nos vamos a Ushuaia para atender a YPF en su planta de petróleo, nafta y gasoil, la que se denomina “Planta Orión”, además de chequear el emisario submarino de Ushuaia. Todo esto se hace con vehículos propios, por tierra, porque llevamos una cantidad muy grande de equipos, motores, compresores de aire, todo para no tener que depender de nadie.
Y en Mar del Plata queda una guardia.
Si, por supuesto, cuando vamos a otro lugar contratamos gente. No hay que olvidarse que en Mar del Plata tenemos el mantenimiento del emisario submarino que lo tenemos comprometido hasta dentro de dos años, como lo pactamos con OSSE. Siempre igual se depende del clima, si hay mal tiempo no se pueden revisar los lastres.
Jorge Canal, hace una pausa, se le anuda la voz y se le ponen sus ojos brillosos aunque quiera disimularlo.
Esta es una actividad que nos apasiona y como hablábamos antes es riesgosa. Mi hijo se accidentó buceando, yo me accidenté una mano también, y en actividad perdimos a un hermano de la vida, aunque no fue precisamente un accidente, sino una muerte súbita, pero ocurrió buceando en el emisario submarino. Pasó hace muchos años, pero aún lo extraño a Domingo Isaac Chávez.
Canal se recompone rápidamente y nos cuenta…
Estamos siempre a demanda, ahora venimos de hacer un barco en Necochea, el último domingo, de 223 mts. de eslora, hicimos la inspección con el personal de acá, de Mar del Plata.
Ahora estamos atentos para reflotar el Ribazón Dorine que está en la 4ta. sección dentro del Puerto, hace 9 nueve años.
Ya hemos enviado el plan de salvamento a la PNA. Estamos a la espera que nos envíen los pendientes para que no falte nada.
Nos fuimos, con la certeza de una empresa que creció desde los inicios mismos, acompañando al hombre de mar y sus avatares para evitar “tirar a dique” el barco. Conocedores de la demanda constante de tan dinámica actividad como la pesquera, siempre alerta y a disposición para trabajar en lugares artificiales, donde el hombre termina siendo un visitante solitario, en un ámbito hostil como debajo del agua.
Por Gustavo Seira