Una estela de consecuencias trajo aparejada la irrupción del coronavirus. Al igual que otros tantos sectores de la economía local, la industria pesquera ve amenazada su sustentabilidad económica a medida que la pandemia cobra fuerza.
La secuela más evidente tiene dos caras en Mar del Plata: la paralización de la flota y la fuerte disminución del trabajo en las plantas de procesamiento. La extensión de la cuarentena dictada ayer por el presidente, Alberto Fernández, acentúa la problemática.
La pesca está exceptuada de la “aislación social”, en tanto actividad esencial, y los gremios marítimos acordaron protocolos de trabajo con los armadores para que los trabajadores desempeñen sus tareas a bordo en el marco más seguro posible.
Sin embargo, no todos los tripulantes están dispuestos a embarcar. En los últimos días se multiplicaron las expresiones de temor en las bases ante un eventual contagio.
En tanto, con una mirada de corto y mediano plazo, los armadores observan el escenario preocupados. En diálogo con Pescare.com.ar, el presidente de la Cámara de Armadores de Buques Pesqueros de Altura, Diego García Luchetti, así lo expuso.
“Si la actividad no se comienza a normalizar lentamente con la salida de barcos a partir del 1º de abril, va a ser muy difícil que el sector fresquero se recupere en el corto plazo (…) La incertidumbre es mucha”, advirtió.
Impacto de la inactividad
El dirigente considera que si la pausa se extiende en el tiempo, las empresas, y en particular las pequeñas y medianas, tardarán años en recuperarse, salvo que el Gobierno intervenga con algún tipo de auxilio.
Según García Luchetti, los empresarios también están atravesados por una mirada dual: “Estamos en una encrucijada: dejar los barcos amarrados para garantizar la salud de sus trabajadores y evitar problemas; o pescar, incluso, a sabiendas de que no se pondrá vender el pescado a un precio de equilibrio”, dijo.
Ocurre que los establecimientos de tierra operan por debajo de su capacidad a partir de la menor presencia de personal. Las mesas de corte o empaquetado disponibles son cada vez menos y esto enfría los precios de primera venta.
“Exportaciones en suspenso y un mercado interno reducido por la cuarentena, con restricciones para circular, cierre de comercios, restaurantes y hoteles; todo achica el número de compradores. Los armadores están planteándose si en esas condiciones, les conviene salir a pescar”, analizó García Luchetti.
Sin embargo, concluyó que todo el sector está dispuesto a realizar el esfuerzo para mantener la actividad, siempre que los eslabones de la cadena comercial lo acompañen y las autoridades establezcan el marco adecuado.
Ver también
El abastecimiento del mercado interno y las exportaciones, en riesgo