El Parlamento italiano aprobó un decreto impulsado por el Gobierno de derecha de Giorgia Meloni, que establece un código de conducta para las embarcaciones humanitarias que transportan migrantes. A pesar de las críticas de Naciones Unidas (ONU) y ONG’s, que afirmaron que pondrá en peligro vidas humanas, la administración decidió imponer multas de más de 50 mil dólares a los capitanes que incumplan las normas. Según datos del Ministerio del Interior italiano, de los 105.000 migrantes que llegaron a Italia en 2022, sólo alrededor del 10% fueron llevados a tierra por barcos de ONG.
El nuevo conjunto de normas forma parte de los esfuerzos de la primera ministra, Meloni, por restringir a las embarcaciones de rescate, que según su Gobierno animan a la gente a emprender el peligroso viaje a través del Mediterráneo desde el norte de África. Las organizaciones humanitarias, por su parte, lo niegan y afirman que los migrantes se hacen a la mar independientemente de si hay embarcaciones de rescate cerca en una crisis que es histórica. La organización Missin Inmigrants, por ejemplo, detalla en su portal que, al menos desde la década de 1990 el Mar Mediterráneo es la ruta de salida para miles de migrantes que cruzan en embarcaciones precarias desde el norte de África para llegar a España e Italia, así como desde Turquía a Grecia o de Chipre a Bulgaria, en menor grado. En ese camino, desde 2014, el Proyecto Migrantes Desaparecidos registró más de 20.000 muertes y desapariciones, en donde la ruta del mar Mediterráneo central es la más peligrosa del mundo.
Pese a toda esta información y a las advertencias, Italia implementará una nueva ley que establece que los barcos deben solicitar acceso a un puerto y navegar hasta él «sin demora» tras un rescate, en lugar de permanecer en el mar en busca de otras embarcaciones de migrantes en apuros.
La normativa, en tanto, determina que los capitanes que incumplan estas normas se arriesgan a multas de hasta 50.000 euros (53.355 dólares) y las infracciones reiteradas pueden dar lugar al embargo de sus embarcaciones: «Si no se controla la inmigración, se crea explotación, trabajo forzado, trabajo ilegal«, dijo el jueves en el Parlamento Nicola Molteni, subsecretario del Ministerio del Interior.
Algo impensado y anti humano, abandonar un náufrago en el mar a pesar de sus principios ilegítimos de inmigración y al derecho de una vida mejor. Si bien se entiende el mensaje, en lo fáctico roza lo inhumano despreocuparse por un inmigrante aun siendo ilegal pero no teniendo piso firme en la inmensidad del Mediterráneo.
Media sanción en el Congreso Italiano, con la esperanza que la racionalidad los acerque a la civilización dejando atrás la barbarie.