En el ámbito de la física, es bien sabido que, cuando las fuerzas naturales se desarrollan sin restricciones, las presiones tienden a igualarse de manera espontánea. Este principio subyace en múltiples fenómenos, desde la difusión de gases hasta la dinámica de fluidos, donde cualquier diferencia de presión se disipa en un proceso natural de equilibrio.
Sin embargo, en aquellos sistemas donde se desea mantener presiones desiguales, se requiere de una intervención humana que estructure compartimentos estancos, capaces de soportar la presión diferencial interna sin ceder. De lo contrario, dicha presión forzaría la ruptura de las barreras, restableciendo el equilibrio natural.
Una analogía directa se observa en la economía, particularmente en los sistemas de precios. Los precios relativos, que equilibran oferta y demanda en un mercado libre, pueden volverse políticamente insostenibles si no se ajustan a ciertas necesidades o expectativas sociales. En estos casos, el sistema económico, al igual que en la física, necesita la intervención de regulaciones que funcionen como “compartimentos estancos” legales, diseñados para contener la distorsión. Estas medidas buscan mantener cierto control sobre las variables del mercado, aunque, como sucede con cualquier sistema sometido a presión, pueden aparecer fugas inevitables.
El conocido «cepo cambiario» en nuestro contexto es un claro ejemplo de este tipo de intervención. Su propósito es frenar la libre fluctuación del valor de la moneda y de los precios asociados, creando una barrera artificial que, en teoría, debería proteger al sistema económico de las fluctuaciones externas y descontroladas.
No obstante, el problema surge cuando las distorsiones en los precios relativos aumentan. En términos físicos, este fenómeno es comparable a una caldera en la que la presión interna sigue incrementándose en relación con la presión externa. En el plano económico, esto se manifiesta como la denominada «brecha cambiaria»: la diferencia entre el valor oficial de la moneda y su valor real determinado por el libre mercado. Al igual que en la caldera, la presión interna no puede ser contenida indefinidamente sin riesgo de un colapso catastrófico.
Mantener esta brecha dentro de niveles manejables exige un sacrificio patrimonial constante, ya sea mediante la liquidación de activos o el incremento de la deuda. A medida que las reservas internacionales se agotan y el acceso a crédito externo desaparece, el riesgo que la brecha impone sobre la economía se intensifica. Aunque el oficialismo sostiene que su política monetaria permitirá eventualmente una convergencia suave entre el precio oficial y el libre, esta visión ignora los costos implícitos. Por su parte, los críticos del gobierno sostienen que la creciente distorsión y el agotamiento patrimonial podrían provocar una igualación de precios de forma abrupta, con consecuencias explosivas para la estabilidad económica.
En este escenario, el gobierno se enfrenta a un dilema crucial: no puede abordar el problema como una paradoja teórica, ya que su supervivencia política depende de una resolución práctica. La medida del blanqueo de capitales, en este sentido, se percibe como un «puente de plata» hacia una eventual estabilidad económica. Sin embargo, este recurso es de carácter limitado, y el riesgo de un colapso económico sigue acumulándose mientras las presiones subyacentes no se resuelvan.
Es imperativo observar cuidadosamente cómo se distribuyen los fondos blanqueados, ya que su uso puede determinar el éxito o fracaso de las políticas de estabilización. Si no logran reducir la brecha cambiaria o estimular la inversión privada de manera efectiva, es probable que las expectativas de un deterioro en la solvencia pública se agraven.
En conclusión, aunque el monto blanqueado será un factor de importancia, no se debe perder de vista cómo se distribuirá entre la inversión privada, el alivio de las restricciones presupuestarias y el manejo de la brecha cambiaria. Estos factores determinarán en gran medida el futuro de la economía y, sin duda, no serán cuestiones menores.
Además, y no menor, es el encauce político que está tomando el modelo en este aspecto, como dando un inicio apresurado a la campaña intermedia 2025. Confrontaciones en el Congreso, problemas con decisiones hacia los haberes de la tercera edad (veto al aumento a jubilados), financiamiento de las universidades y ahora se le suma en la otra orilla, nada menos que al Papa, como eje central de la oposición.
En el medio de esto, empresarios sufren la presión de un embate de precios de proveedores, mano de obra y fuerte apreciación de las exigencias del Estado por recaudar más del sector pesquero (se habla de multiplicar por 4 los valores actuales de coeficientes de cada una de las especies -en UP-) incluso a instancias de un renovado precio de UP que a fin de mes pasará de $935 a posiblemente $1020 con una suba del 9% más. En medio de esto, el Tipo de Cambio sin variaciones mayores al 2% mensual y los precios internacionales en estadíos bajistas preocupantes por falta de demanda.
Pero como si esto fuese poco, los genios de la arquitectura financiera estudiada en la Facultad de Abogacía y en la de Veterinaria, desean llevar los DUE a un porcentual de las exportaciones (como casi comparar peras con bananas, donde nada tiene que ver el artículo 29 de la Ley Federal de Pesca que habla de los recursos vivos del mar argentino con un producto elaborado, industrializado y terminado), cercano al 2.5% de EXPO (USD 45 Millones), es decir multiplicar casi por 4 los ya exagerados valores actuales. Todo esto, discutiéndose antes de la reasignación de las CITC de merluza hubbsi. Un verdadero disparate.
El escenario se define como complejo, por la subsistencia de los grupos empresarios -como decíamos desde marzo- estará dada en la elasticidad que tienen las empresas para manejar sus costos y adaptarse a una situacion por demas adversa. No se puede pagar de más, no se puede aumentar stock y no hay margen de equivocaciones, porque cualquier error repercute en la rentabilidad y este, por variables que tienden a aplanarse, en el tiempo.
Los errores actuales con el modelo económico retractivo de sincericidio de variables, pueden llevar mucho tiempo recomponer, en el mejor de los casos. Y aquella premisa que «lo caro de hoy es barato de mañana«, quedó librada en el tiempo; quien no cambia rápidamente su esquema de trabajo tendrá inconvenientes financieros como los que ya coexisten en varios grupos empresarios que reordenan estrategias.
No es casual que de seis buques pesqueros proyectados, esta semana, un segundo, pasó de mano, de quien lo había pedido a otro grupo empresario, fomentando una detracción producto de reordenamientos estratégicos financieros de las empresas. No obstante, otros se han desprendido de plantas y barcos por buscar un mejor perfil para enfrentar y amarinar la empresa ante posibles tormentas.
Ni hablar de grupos con estructuras pesadas y poco elásticas que deben responder a casas centrales casi impermeables al fuerte cambio del modelo argentino expansivo de hasta diciembre, con el actual restrictivo y que, además, tiene un agravante, cualquier embate al Tipo de Cambio, es esperar un milagro que no llegará por el momento y peor aún, si Argentina termina en su haber con un jugoso blanqueo y gestión de RIGI, el acceso al crédito internacional y continúa la senda del déficit cero como premisa, la única salida del modelo es hacia la eficiencia, que muy pocas estructuras pesqueras están capacitadas por transitar.
Al momento, la mayor rentabilidad producto de la eficiencia del sector pesquero, se la llevaron los proveedores, la mano de obra y fundamentalmente el Estado, que ya en el Informe de avance del nivel general de la actividad del segundo trimestre de 2024 (oficial INDEC -1.7% PBI); la pesca, para las arcas públicas, mostró un crecimiento del +41.3%. Demostrándose en definitiva una transferencia de utilidades desde la empresa pesquera, procesadora y exportadora al Estado nacional, algo que desde el 27 de diciembre pasado, desde el gobierno se exigía.
Y, como siempre, se expone la opinión al criterio del lector, anticipando que no son 4 los puntos cardinales como tampoco 7 los colores del arco iris, dejando las consideraciones de ésta temeraria dinámica a su juicio, y sugiriendo que no la desconozca…
Buen domingo para todos..!
Por DMC