Los viejos conocedores de los pescados –cuando dejan de ser peces- al ver o tocar sus ojos pueden aventurar su frescura y calidad, por más que sea una práctica hogareña.
Leer los ojos de los peces, a través de un trabajo científico es posible para la sustentabilidad de la industria pesquera.
Un investigador chileno, el Dr. Sebastián Klarian, estudia los ojos de los peces para detectar variaciones climáticas en su hábitat y de ese modo permitir tomar mejores decisiones para la explotación de especies.
Este biólogo marino y doctor en Medicina de la Conservación de la Universidad Andrés Bello está impulsando un proyecto pionero y de relevancia internacional para la industria pesquera, que tiene como base un nuevo descubrimiento científico sustentado en la “lectura” de los ojos de los peces.
Con este proyecto se puede conocer e indagar sobre lo que ocurrió en el pasado cercano en el hábitat marino.
“Para entender el presente y saber lo que podría acontecer en el futuro necesitamos conocer lo que ocurrió antes, en un pasado cercano, unos cien años atrás”, dice Klarian. El investigador se dio cuenta de que el ojo de los peces estaba formado por capas y cada una representaba un año de vida, tal como ocurre en el hueso llamado otolito, por el cual los biólogos determinan la edad de los peces.
Estas láminas oculares son semejantes a una tela de cebolla y tienen una importante cantidad de proteínas donde quedan retenidos los isotopos estables, elementos de la tabla periódica, que componen la molécula de la vida compuesta por carbono, nitrógeno, oxígeno y fósforo.
Algunos de estos elementos tienen formas estables y estudiándolos se pueden medir, por ejemplo, la temperatura que hubo en un determinado lugar cuando el pez transitó por ahí, o la disponibilidad y calidad de alimento que había en determinada época.
Una de las especies elegidas para es el jurel, ya que es una especie que migra mucho, debido a que ha sido sobreexplotado. A través de esta especie se puede saber mediante sus ojos, dónde nació este pez y una vez que se obtienen esos datos, se identifican materias que son relevantes para manejar las pesquerías. “A modo de ejemplo se pueden decretar áreas protegidas y así hacer más sostenible el recurso”, señaló el académico.
Hoy en día se cuenta con la tecnología para saber lo que aconteció hace miles de años, por medio del carbono 14, pero no obstante ello, señala el Universitario que los problemas en la pesca surgen desde la década del 60 en adelante, cuando se comienzan a extraer los recursos marinos en mayores cantidades.
“Uno de los motivos de su investigación es precisamente luchar contra la crisis alimentaria que vive el mundo, estimándose que en el futuro la mayoría de los recursos se sacarán del mar. La población humana aumenta considerablemente, se usan más terrenos para vivir, y se quita espacio para desarrollar la agricultura. Un reemplazo en la alimentación será contar con la proteína que ofrecen los alimentos marinos. Los stocks de las pesquerías están en declinación y por eso que es tan importante manejar esta actividad de manera óptima, estimando los recursos que quedan para saber cuántos peces se pueden sacar y dejar para las próximas generaciones”, precisó el investigador.