La Junta de Seguridad en el Transporte realizó una publicación referida al Metabisulfito de sodio en buques pesqueros congeladores. La misma fue publicada en el Boletín de Seguridad Operacional, y hasta parece sesgada, pues toda la flota tangonera cuya pesca objetivo sea el langostino usa este producto sin distinción de congelador o fresquero.
El Organismo destaca que el documento es de carácter preventivo y tiene como fin se de utilidad para la toma de decisiones en aspectos de seguridad operacional.
El Metabisulfito es una sustancia química antioxidante que es usado como conservante de alimentos en buques pesqueros congeladores y se presenta en forma de polvo blanco cristalino y maloliente, describen en el documento para que operadores de primera línea cuenten con mayor información acerca de sus riesgos.
De acuerdo al Junta de Seguridad en el Transporte, el Metabisulfito puede ocasionar reacciones alérgicas e irritación ocular, erupciones en la piel, irritación gastrointestinal y de las vías respiratorias, falta de aire y tos, vómitos, diarrea, mareas y náuseas, resaltando que la exposición prolongada puede causar otros efectos crónicos a largo plazo.
Refieren que ante el contacto con piel y ojos, es necesario enjuagar de manera inmediata con mucha agua durante al menos 15 minutos y realizar primeros auxilios.
En el caso de ingesta la recomendación que brindan es no provocar el vómito y llamar de inmediato a un médico o a un centro de información toxicológica. Si se inhalara el Metabisulfito, se debe transportar a la víctima a un área ventilada y no usar el método de respiración “boca a boca”, administrándose respiración artificial con ayuda de algún dispositivo médico adecuado.
El mismo Organismo resaltó que es importante que las compañías cuenten con un procedimiento operativo y de contingencia vinculada con la carga, almacenamiento, manipuleo, utilización, limpieza y descarga de este compuesto químico.
Sobre el almacenamiento a bordo, la JST indica que es fundamental embarcar la cantidad necesaria para un viaje, usar embalajes especialmente diseñados, contar con extractores, ventilación o máscaras respiradores, controlar la temperatura, humedad y concentración de Metabisulfito en el aire, no fumar, cartelería y señalética que advierta sobre los riesgos del MBS, aislar el mismo de fuentes de calor y humedad y garantizar su separación con otras substancias químicas incompatibles.
Se debe contar con un lugar específico para la manipulación y tratamiento del MBS, como así también elementos, señalética que demuestre el procedimiento para el cuidado del lugar, aseo personal y la ropa al final del turno de trabajo.
El documento que consta de siete páginas indica además que resulta clave tener cartelería e información que indique cuáles son y cómo se utilizan los elementos de protección personal, e instrucciones y dispositivos de trabajo necesarios para preparar las mezclas con las proporciones adecuadas de MBS.
En referencia a la capacitación para el personal, el Organismo que preside el Dr. Julián Obaid, remarca que el personal sulfitero, sanitario, oficiales de cubierta y supervisores de planta, la JST recomienda realizar capacitaciones sobre el uso de MBS, sus riesgos asociados, las buenas prácticas de trabajo y las medidas de primeros auxilios. Respecto a la supervisión, señalan que es importante establecer un programa de recorridas o auditorías para verificar el cumplimiento de las pautas establecidas en los procedimientos.
El Metabisulfito, vale destacar que es el inhibidor de melanosis más utilizado en los crustáceos, una reacción enzimática que no es peligrosa para la salud, pero reduce el valor comercial del producto porque produce el oscurecimiento y la degradación del tejido durante su almacenamiento, desde la captura hasta su comercialización, relata también el informe.
Comúnmente se lo usa en buques tangoneros orientados a la captura de la especie objetivo langostino, como conservante. En su justa medida, como la sal, azúcar o ají molido, nada es nocivo para la salud, los excesos generan reacciones. El proceso lo realiza un tripulante especializado «sulfitero». Este realiza una inmersión del langostino en una solución de metabisulfito en agua de mar, la cual se cambia permanentemente.
Luego de este lavado, el producto va para su clasificación, empaque, congelado o encajonado fresco.
A decir verdad, siempre que se acerquen ideas que permitan concientizar a la gente, al consumidor, acerca del procesamiento y de los ingredientes que conllevan a los productos de la cadena alimenticia, es dar certeza de lo que se consume. Pero debemos aclarar que hasta parece desmedido y fuera de sus funciones algunas incumbencias de la JST, ya que en su misma constitución, preliminares, considerandos y en al Art.7 de sus funciones, no faculta a la mencionada Junta para este tipo de observaciones, que muchas veces soslayan y marcan límites de un actividad que históricamente siempre deseó condicionar. Incluso impulsando la idea de cursos a quienes deben solamente seguir las instrucciones de uso en la etiqueta del producto. Bregamos por el verdadero espíritu de la JST en buscar manuales de procedimientos para capacitar a las tripulaciones y evitar prácticas que conlleven al riesgo por encima del umbral del adecuado para la supervivencia del hombre en el mar, las unidades navales que tripulan y los terceros fomentando la idea que los graves accidentes navales son en un 97% como consecuencia de errores humanos, ni de diseño ni de ingeniería en buques pesqueros. Desde hace tiempo, el verdadero espíritu autárquico de la JST se ve sesgado hacia un sector que nació 70 años antes, pero que además goza de instituciones de control y fiscalización, tanto sea de artefactos navales como en pesca, con sobrada reglamentación a cumplir.