En una decisión de alto impacto para el sector pesquero, el Ministerio de la Producción del Perú (PRODUCE) dio por concluida la primera temporada de pesca de anchoveta 2025 en la zona centro-norte del país. La medida, adoptada con carácter urgente, responde al preocupante aumento de ejemplares juveniles en las capturas, lo que obligó a una intervención inmediata para salvaguardar la sostenibilidad de este recurso estratégico.
La clausura entró en vigor el 24 de julio. Desde entonces, las embarcaciones industriales contaron con un plazo de 24 horas para culminar el desembarque de sus capturas y 48 horas para completar su procesamiento. La decisión se basa en las recomendaciones del Instituto del Mar del Perú (IMARPE), órgano técnico de referencia, que alertó sobre condiciones biológicas críticas que comprometen la integridad del stock reproductivo y juvenil. «El cierre de la temporada es una acción oportuna, basada en ciencia sólida y en el monitoreo constante de nuestra principal pesquería. Se trata de una decisión responsable que protege la pesca del mañana y respeta los ciclos vitales del ecosistema marino», declaró el viceministro de Pesca y Acuicultura, Jesús Barrientos.
La temporada había comenzado con expectativas particularmente optimistas. En abril, PRODUCE fijó una Captura Total Permisible (CTP) de 3 millones de toneladas, la segunda más alta de la última década, sustentada en informes técnicos y biológicos del IMARPE. No obstante, el cierre anticipado dejó la captura final en 2,46 millones de toneladas métricas, lo que representa solo el 81,9 % de la meta establecida. Este recorte inesperado marca un nuevo punto de inflexión para la pesquería de anchoveta peruana, la mayor del mundo en volumen, y piedra angular de la industria global de harina y aceite de pescado. Perú aporta aproximadamente el 20 % de la materia prima que alimenta este sector estratégico a nivel mundial.
A pesar de que las flotas industriales no alcanzaron la cuota máxima permitida, el impacto en las proyecciones internacionales parece limitado por ahora. Enrico Bachis, director de investigación de mercado de la Organización de Ingredientes Marinos (IFFO), señaló que sus estimaciones para 2025 se mantienen sin cambios: 5,6 millones de toneladas de harina de pescado y entre 1,2 y 1,3 millones de toneladas de aceite. En junio, la propia IFFO había confirmado que la temporada peruana «marchaba con solidez y anticipaba una producción robusta». El desenlace abrupto introduce, sin embargo, un nuevo nivel de incertidumbre que obliga a los actores del sector a recalibrar expectativas.

Mientras tanto, en la región sur del país, el panorama ofrece señales alentadoras. La primera temporada de pesca de anchoveta en esa zona fue calificada como «la mejor de los últimos años», con una CTP de 251.000 toneladas. En su momento, Barrientos destacó esta recuperación como «una oportunidad significativa para los pescadores, empresas y comunidades vinculadas», subrayando su impacto en la economía regional y en la consolidación de un modelo de pesca responsable y sostenible.

Perú divide su litoral pesquero en dos grandes zonas: Centro-Norte y Sur. La primera concentra el núcleo de la actividad pesquera nacional, con volúmenes de captura ampliamente superiores. Ambas regiones se rigen por temporadas y cuotas independientes, con un enfoque centrado en la anchoveta Engraulis ringens y la anchoa Nasus, destinadas mayoritariamente al consumo humano indirecto.
La clausura anticipada de la temporada reafirma el compromiso del Estado peruano con la preservación de sus recursos marinos. En un contexto global marcado por el cambio climático, la presión extractiva y la degradación de los ecosistemas, la capacidad de tomar decisiones rápidas, técnicas y basadas en evidencia científica se convierte en un imperativo de la administración pesquera de ese país. La sostenibilidad es la única vía legítima para garantizar la continuidad de una de las pesquerías más relevantes del planeta.