Era un d铆a de pesca como tantos otros, lanchas y barquitos costeros a la madrugada zarpando y durante la ma帽ana buscando el preciado bonito que seg煤n nos dijeron 禄 ya pas贸 para el sur, est谩 a la altura de aguas verdes antes de Quequ茅n 芦, y ac谩 es poco lo que se puede esperar para quienes siempre sobre el final de cada zafra, cuando los precios y el mercado es forzado para sostenerlo desde la demanda de conserveros, se puede conseguir. Asimismo, los abnegados pescadores siempre buscan, y un d铆a encuentran.
Sobre 5 millas de la costa, a la altura del Casino Central de Mar del Plata, hab铆a presencia de delfines, por lo general acompa帽ando alg煤n cardumen tard铆o de anchoita o caballa chica, cuando desde la proa alguien grit贸 芦u sciamme芦, una vieja usanza del cambalache italiano que manifestaba la presencia de un cardumen azotado por la fugaz aparici贸n de delfines que tambi茅n quer铆an ese plato fuerte.
Arrimado al mismo, mientras los pescadores a viva voz deseaban espantar in煤tilmente a su competidor para adue帽arse de la misma presa, as铆 fue minutos m谩s tardes.
Un cardumen de unos 200 cajones de anchoa de banco pasando frente a la costa de Mar del Plata, a la altura del Casino y al trav茅s del BP Don Mario que, con arte y sabidur铆a logr贸 capturar, en parte, lo que los delfines no pudieron dispersar.
Una buena jornada de capturas de anchoa de banco para un barco que cal贸 y pudo subir gran parte de un pescado fino y con muy buen valor en plaza. Satisfacci贸n por un trabajo cumplido, en un mar que cada d铆a sorprende por su riqueza, forjando uno de los caladeros naturales m谩s ricos del mundo.
