Hoy sábado se celebra el Día del Capitán de Pesca, jornada instituida en conmemoración a la creación de la Asociación Argentina de Capitanes, Pilotos y Patrones de Pesca.
Siempre desde el reconocimiento, esta redacción saluda a todos aquellos que a lo largo del litoral marítimo argentino, tienen la enorme responsabilidad de desafiar día a día los embates del mar y llevar adelante los buques que dan comienzo a una cadena productiva que enorgullece no solo al sector sino a todo un país, donde millones saben apreciar su tarea.
Además de reconocer su trabajo, siempre se tendrá presente en la memoria a aquellos que por diversos hechos han dejado su vida en el mar, cuando iban en busca no solo su propio sustento sino también con la responsabilidad que implica tener tripulantes a cargo, conformando esa parte fundamental que necesitan las empresas pesqueras: la materia prima.
Los capitanes de pesca, como hemos señalado en alguna ocasión, encierran no solo esa responsabilidad a la que hacemos mención, la de llevar adelante un barco y conseguir la comunión imprescindible para que ese círculo virtuoso del trabajo se pueda cerrar y a su vez retroalimentar. Su tarea es mucho más que eso, la que comienza con la formación, el aprendizaje, el desempeño, pero sobre todas las cosas con la empatía.
Para nadie es fácil convivir durante las 24 horas, varios días, donde las jornadas parecen ser interminables y se cargan con toda la responsabilidad de lo que pasa a bordo.
Son esos trabajadores –como tantos otros- que encuadran en la categoría de “incansables”, con conocimientos adquiridos en aulas de formación o en decenas de singladuras con otros cargos a bordo. Una “rara avis” sin dudas, que tienen una particular forma de vivir y sentir la pesca, donde no solo es su trabajo, sino la comunión con “su” barco, porque así lo consideran, como propio, incluso como parte de su cuerpo.
Profesionales capacitados, con una cuna y escuela en Mar del Plata, son los encargados no solo de dirigir el buque, sino también de supervisar las actividades que realiza la tripulación, planificación y gestionando y tomando decisiones no por sí solos, sino atendiendo los requerimientos de los distintos dispositivos que hoy disponen los barcos y aggiornandose a las nuevas tecnologías que son de gran utilidad pero que hace que los sentidos estén más alertas.
Como señalamos, Mar del Plata ha sido y es escuela en la formación de esos hombres que desde el mismo inicio de la pesca extractiva en la Argentina, “se fueron haciendo” de acuerdo a lo que iban aprendiendo marea a marea, adquiriendo conocimientos de sus pares e intercambiando información, cuando aún no existían aulas ni profesores que pudieran transmitir conocimientos.
La mirada al cielo se repite en continuidad con otras líneas de esta publicación para rendir homenaje a aquellos que no están y que dejaron lo más preciado en el mar: su vida.