Eso mismo es lo que sucedió este sábado en las calles de Mar del Plata y a través de un equipo de fútbol, el más representativo de la ciudad, el que más convoca y por el cual Mar del Plata fue epicentro de grandes encuentros, desde el viejo Estadio San Martín, al gigante Minella.
Este sábado, las calles de Mar del Plata se vistieron de verde y amarillo. Un rugido familiar resonaba en cada esquina, en cada rostro, en cada corazón. Aldosivi, el equipo que representa la pasión del puerto, se convertía en el protagonista de una caravana interminable, una marea humana que teñía en su paso, la fuerza de su identidad.
Más de diez cuadras de la avenida Juan B. Justo se colmaron de hinchas, familias, jóvenes y niños. Era un río de emociones que fluía sin distinción de edad, donde abuelos y nietos se unían en un canto que se transmitía de generación en generación. Lágrimas de alegría surcaban las mejillas, evocando recuerdos de aquellos primeros pasos en la cancha, del aliento incondicional al equipo del barrio, del club que late en el corazón del puerto.
Un legado que se escribe en cada esquina, Aldosivi es más que un equipo de fútbol. Es la esencia del puerto, la historia de los inmigrantes pescadores que se grabó en las calles que fueron fieles testigos en las frías noches, de viejos pescadores con la canasta al hombro y apenas la esperanza que ese dia sea mejor. Apellidos que resuenan en cada rincón de 12 de Octubre, Martínez de Hoz, Pescadores, Figueroa Alcorta, Bermejo, Acha, Edison, Posadas, El Cano y Magallanes… Un recorrido que se vuelve canto, que se expande por Villa Lourdes, Termas Huincó, Las Avenidas y más allá.
La inmensidad del barrio se manifestaba en la caravana, en el abrazo fraterno entre vecinos, amigos y desconocidos, en la reivindicación de un sentimiento que se lleva en la sangre.
La República del Puerto: trabajo, pasión y satisfacción, el verde y amarillo no solo son los colores de Aldosivi, son la bandera de la República del Puerto, el Coliseo de la Pesca Argentina.
Una república que late con el ritmo del trabajo, que se enorgullece de su pasión y que encuentra satisfacción en la historia y cultura de aquellos viejos inmigrantes que forjaron su identidad con sangre, sudor y lágrimas. Un llamado a la unidad y al cuidado fundidos en una caravana que no fue solo una celebración, sino también un llamado a la unidad y el encuentro.
Un recordatorio que el puerto es un espacio que hay que cuidar, un lugar donde todos tienen cabida, desde los que viven allí hasta los que llegan para buscar a través del trabajo, el sustento de sus familias. Un espacio donde la pasión se transforma en un abrazo fraterno, en una mano extendida que busca construir un futuro mejor para todos unidos ante el esfuerzo de un lider, Jose Moscuzza, quien al frente del club porta la bandera de unidad y grandeza para que el verde, sea cada día más grande.
El rugido del puerto se ha escuchado en las calles. Es un canto a la identidad, a la pasión y al trabajo. Un canto que se transmite de generación en generación, un legado que se escribe en cada esquina, una historia que se vive con el corazón.
Aquí no hay divisiones, solo un sentimiento que los une a todos: el orgullo de ser del puerto.
Una pasión que se lleva en los genes de italianos y gallegos, que va más allá de una caravana expresada por dos colores que son la bandera de la República del Puerto, aquella que da trabajo, pasión y satisfacción, con la historia y cultura de aquellos viejos inmigrantes pescadores.