El gobierno de Javier Milei continúa con su política de ajuste y recortes en el sector público, esta vez con el despido de 49 trabajadores y trabajadoras de Tandanor, el astillero y taller de reparaciones navales más grande de Latinoamérica, que según las directivas de las nuevas autoridades posee capacidad de mano de obra ociosa, por tal motivo se justifica el ajuste realizado.
La medida se tomó de forma sorpresiva, comunicándose a los empleados al momento de ingresar a sus puestos de trabajo. Entre los despedidos se encuentran 3 mujeres y 46 hombres de diversos sectores, incluyendo la Dirección de Ingeniería y Construcciones, el área de Carenado, Calderería, el sistema Syncrolift, Administración, Cobrería, y otras áreas.
Esta nueva baja se suma a la ola de despidos que viene llevando a cabo el gobierno en distintas empresas estatales, bajo el argumento de alcanzar el déficit cero, pero por sobre todo buscando del modelo estatal un mecanismo de eficiencia económica para sostener la actividad a sabiendas que, como lo aclaró el propio Presidente, «no hay plata«.
Sin embargo, las organizaciones gremiales y sociales denuncian que se trata de un vaciamiento sistemático del Estado, con graves consecuencias para la industria nacional y para los trabajadores.
Tandanor, hacen hincapié, que es una empresa estratégica para la soberanía nacional por su rol en la reparación de buques y la construcción de infraestructura crítica, ya había sufrido un desmantelamiento durante los años 2015 al 2018.
Las repercusiones de los despidos
Los despidos en Tandanor han generado un fuerte repudio por parte de los trabajadores, organizaciones gremiales, la oposición política y la Patria contratista. Se han realizado diversas manifestaciones en repudio a la medida y en defensa de los puestos de trabajo. También hay que decirlo, el grado de ineficiencia del astillero, que es fuertemente defendido por propios activistas, no puede competir en el mercado mundial de construcciones navales por tecnología, capacidad y por sobre todo, por la falta de eficiencia en la operatividad del mismo.
El Astillero Naval Río Santiago, también ha sido un leading case del poder de la industria naval argentina para grandes unidades navales.
Pasaron más de 10 años desde que Hugo Chavez, presidente de la Republica Bolivariana de Venezuela visitó el Astillero Río Santiago de Ensenada para anunciar la construcción de ocho buques tanqueros para la empresa petrolera venezolana.
De esos ocho barcos sólo se avanzó en dos: El Eva Perón y el Juana Azurduy. El primero fue botado en 2012 en un mega acto donde participaron las autoridades del gobierno provincial y los obreros del astillero estatal.
Pero está muy lejos de navegar los mares, el petrolero de 47 mil toneladas reposa desde entonces sobre un canal interno del astillero. En su caseta de navegación pueden verse andamios de trabajo, aunque rara vez se observan obreros en el lugar.
El contrato del Eva Perón se firmó en agosto de 2005 y se calculaba que debía estar terminado en 2009. Sin embargo, entre la burocracia venezolana y las internas en el astillero, ya pasaron 15 años y el petrolero sigue en Ensenada. En el medio, un sinnúmero de problemas que comenzaron con la falta de planos, que estaban a cargo de una empresa brasileña y que recién se completaron en 2010. Un verdadero despropósito, una máquina de triturar dinero fácil de las arcas del Estado Nacional y una horda de corrupción envuelve el evento ante la defensa de quienes ostentan creer que el Estado Nacional es un buen constructor de barcos. Un verdadero disparate.