Los armadores nucleados en la Unión de Intereses Pesqueros Argentinos (Udipa) expusieron su preocupación ante el Consejo Federal Pesquero por las “escasas” cuotas de merluza que ostentan sus barcos fresqueros.
Mediante una nota ingresada días atrás, desde esta cámara habitual receptora de asignaciones “sociales” de captura, aseguraron que con la actual distribución de volúmenes no pueden sostener un piso mínimo de trabajo.
Expresaron que las cuotas cubren un corto tiempo de actividad y que sumado a las medidas de restricción que pesan sobre el abadejo se configura un escenario complejo para operar durante el primer semestre del año.
“Al respecto, el Consejo manifiesta que los temas planteados están siendo analizados a fin de buscar alternativas”, fue la escueta respuesta que el cuerpo volcó en el acta de la reunión realizada el jueves.
Una queja similares características ya había partido en febrero desde el Simape y el Supa bajo el paraguas de la CGT local. En estos sectores hablan de la necesidad de completar al menos dos viajes por mes para sostener rentabilidad.
“A Mar del Plata le asignaron 98 mil toneladas de cupo (se refiere a las cuotas de captura); pero necesita 280 mil para trabajar bien”, había cuantificado entonces y frente a los medios de comunicación el general del Simape, Pablo Trueba.
La grieta para filtrar este tipo de reclamos la abrió la decisión de ajustar los controles; es decir, no hubo un cambio brusco en la distribución que se realiza anualmente.
Según exponen diversas fuentes, la subdeclaración de especies tiende a desaparecer en los muelles; por lo tanto, el pescado que falta es el que antes ingresaba por un circuito paralelo.
Desde la cámara aseguran que sus barcos están imposibilitados de sostener un nivel mínimo de actividad por esta problemática.