Cada 21 de noviembre se convierte en una fecha de profunda significaci贸n para el sector pesquero mundial. El D铆a Mundial de la Pesca invita a reflexionar sobre la magnitud de esta actividad, su impacto en las sociedades costeras y la responsabilidad colectiva de proteger los ecosistemas de los cuales dependen innumerables comunidades.
En la Argentina, esta conmemoraci贸n adquiere un car谩cter singular, pues se inscribe en una historia que no solo pertenece al presente productivo, sino tambi茅n al legado emocional de generaciones que encontraron en el mar su destino y su sustento.
La pesca, en este territorio, no se entiende 煤nicamente como una actividad econ贸mica. Es, ante todo, una cultura, un linaje, un paisaje humano forjado durante m谩s de un siglo por hombres y mujeres que hicieron de la costa su patria de adopci贸n. All谩 por el 1900, y con mayor intensidad antes y despu茅s de la tenebrosa Segunda Guerra Mundial, miles de inmigrantes espa帽oles, italianos, belgas y portugueses hallaron en el litoral argentino un horizonte posible para reconstruir sus vidas haciendo lo 煤nico que sab铆an hacer, pescar. Nacidos en viejas marinas, entre canto rodado y conchillas, donde la orilla aferraban sus botes a remos y alguna bater铆a vieja para poder levantar alg煤n preciado pulpo que salve la semana. Donde el salitre y el mar dieron el temple para su gesta tan distante como dura en esta Naci贸n que ten铆a, -casi como ahora- todo por hacer.
All铆 dieron origen 鈥攑rimero en Mar del Plata y luego en m煤ltiples puertos del sur patag贸nico y de la provincia de Buenos Aires鈥 a comunidades que transformaron al mar en casa, familia, identidad y porvenir.
Mar del Plata, ciudad emblem谩tica y pionera, se convirti贸 en el coraz贸n palpitante de esta historia. Su desarrollo inicial como puerto pesquero fue obra de aquellas familias inmigrantes que edificaron, con sus manos y con su sacrificio, un modelo de trabajo que a煤n hoy sostiene la actividad pesquera nacional. A su imagen se sumaron Rawson, Comodoro Rivadavia, Puerto Madryn, Caleta Paula, Camarones, San Antonio Este y Oeste, Monte Hermoso, Necochea y las localidades de la Bah铆a de Samboromb贸n, con especial presencia de General Lavalle. Todas estas comunidades compartieron un mismo esp铆ritu: el de convertir la adversidad en oportunidad y el esfuerzo cotidiano en dignidad.
En aquellos a帽os, cuando la exportaci贸n no hab铆a alcanzado todav铆a su desarrollo actual, el sustento depend铆a enteramente del mercado interno y de temporadas muy espec铆ficas: la de ancho铆ta y la de caballa. Cada una despertaba una esperanza silenciosa entre los trabajadores de las lanchas amarillas, hoy hist贸ricas, que zarpaban a la madrugada 鈥攅ntre la una y las tres de la ma帽ana鈥 tripuladas por hombres que enfrentaban al mar sin otro abrigo que su determinaci贸n y alg煤n viejo encerado o capota. Sus figuras, envueltas en la penumbra del puerto, avanzaban calzadas 鈥渁 la vieja usanza鈥, cargando canastas de mimbre, cuchillo marinero y la boina o gorra que los acompa帽aba siempre. Dentro de esos modestos recipientes, su alimento: pan casero con aceite de oliva, unas rodajas de tomate con sal, rociado con agua, y cuando la fortuna acompa帽aba, una manzana o una naranja como postre.
Eran jornadas 煤tiles, dif铆ciles, implacables. Y sin embargo, en ese sacrificio se forj贸 la esencia misma del trabajador del mar argentino: austero, perseverante, noble, sostenido por la convicci贸n de que su lucha diaria dar铆a de comer a su familia y construir铆a un futuro mejor para sus hijos. Aquellos hombres fueron los verdaderos fundadores de lo que hoy es la pesca en la Argentina. Cada vez que esta fecha se conmemora, su recuerdo toca la fibra m谩s 铆ntima de todos quienes conocen esta historia, ya sea por herencia familiar o por pertenencia a la cadena productiva que ellos iniciaron.
A ellos, y a todas sus generaciones, corresponde el m谩s profundo respeto y la m谩s sincera admiraci贸n. Sin su valent铆a y su visi贸n, Mar del Plata ser铆a hoy solo una localidad m谩s en la costa bonaerense; en cambio, se convirti贸 en el gran Coliseo de la Pesca, epicentro de industrias y desarrollos que contin煤an, hasta nuestros d铆as, el camino trazado por aquellos viejos pioneros que poco sab铆an de estudios, pero lo suficiente para ser la base de grandes imperios pesqueros.
En la actualidad, la sostenibilidad de los recursos es un imperativo 茅tico y operativo. El dudoso manejo responsable de las especies, por quienes solo ven la ecuaci贸n num茅rica en una actividad que fue modelo de sustentabilidad familiar y paradigma de desarrollo personal; la trazabilidad de las capturas, la prevenci贸n de la pesca ilegal y el cumplimiento estricto de los marcos regulatorios son condiciones necesarias para honrar la herencia recibida y garantizar el porvenir de la actividad. A ello se suma la protecci贸n de los trabajadores del mar, cuyo esfuerzo constituye el cimiento de toda la cadena pesquera nacional. El valor del hombre de mar.
El 21 de noviembre, por tanto, es un llamado a la memoria, a la responsabilidad y al compromiso compartido. Un d铆a para reconocer el valor de quienes hicieron de la pesca una forma de vida y de quienes, hoy, trabajan para preservar los recursos que sostienen a las comunidades costeras de nuestro pa铆s. Un d铆a para renovar, con firmeza, el deber de proteger el Mar Argentino y asegurar que la pesca contin煤e siendo una actividad digna, sostenible y socialmente transformadora.









