Hoy, domingo 30 de marzo, la pesca argentina se viste de homenaje en una jornada especial: el Día del Capitán de Pesca. En esta fecha significativa, se rinde tributo a quienes desafían la inmensidad del mar con destreza y compromiso, conduciendo los buques que sostienen una de las actividades productivas más relevantes del país.
Ser capitán de pesca demanda entrega, sacrificio y un profundo sentido del deber. Estos hombres y mujeres, forjados en la rigurosa Escuela Nacional de Pesca, no solo dirigen embarcaciones, sino que también ejercen el liderazgo de sus tripulaciones, garantizan la seguridad a bordo, y compatibilizan cada uno de los sistemas que integra la operación del arte de pescar y velan por que la misma se lleve a cabo de manera eficiente y sostenible.

Desde esta redacción, se expresa el más sincero reconocimiento a todos aquellos que, a lo largo del litoral argentino, llevan sobre sus hombros la responsabilidad de una labor esencial. Su esfuerzo trasciende la provisión de materia prima para la industria manufacturera e industrial, cualquiera sea el segmento de captura, arrastre, tangonero, potero, trampas, palangres, nasas e incluso fresquero o congelador; su desempeño impulsa el desarrollo económico, genera empleo y contribuye al progreso de la nación. Detrás de cada desembarque exitoso hay jornadas extenuantes, noches en vela y decisiones que definen el rumbo entre el éxito y la adversidad.
En esta conmemoración, también se honra la memoria de aquellos que han entregado su vida en el mar. Hombres y mujeres que partieron con la responsabilidad de garantizar el sustento de sus familias y la seguridad de sus tripulaciones, que por error o eventos desafortunados no han retornado a puerto. Su sacrificio no queda en el olvido; su valentía es parte ineludible de la historia de la pesca argentina, incluso habiendo contribuido dolorosamente al crecimiento del futuro de las generaciones.
La formación de un capitán de pesca no se limita a los estudios académicos. Se moldea en cada travesía, en cada maniobra y en cada decisión tomada en la soledad del horizonte y en el interior del alma. Su conocimiento se enriquece con la experiencia, con la observación constante y con la adaptación a las innovaciones tecnológicas. Sin embargo, hay algo que ninguna máquina podrá sustituir: el vínculo casi instintivo entre el capitán y su barco, una conexión que trasciende lo técnico y lo convierte en parte viva de la embarcación cuyo destino final es un mano a mano con el pensamiento de un cardumen.
Una conexión inequívoca que otorga un plus a todo capitán, pensar como un pez para lograr su captura; algo difícil de entender con el pensamiento forjado en el continente. El mar alegra y a veces castiga, en cualquiera de las dos opciones, siempre se aprende, por eso la experiencia es tan importante en la toma de decisiones, a bordo y a toda hora, de quien conduce los destinos de un buque pesquero.




Mar del Plata, cuna de innumerables capitanes de pesca, ha sido y sigue siendo testigo del temple y la dedicación de estos profesionales. Su legado perdura a través de las generaciones, transmitiendo enseñanzas que continúan inspirando a quienes deciden seguir sus pasos en el desafiante mundo del mar.
Hoy, este homenaje también está dedicado a quienes ya no están, pero dejaron una huella imborrable en la historia de la pesca argentina. A todos los capitanes de pesca, por su entrega y compromiso. En cualquier latitud, en casa o en el mar, tengan todos un muy feliz día.