Se convirti贸 en marinera cuando casi nadie cre铆a que pudiese lograrlo. A los veinte a帽os llevaba a cuestas una promesa hecha a su madre y una certeza y convicci贸n f茅rrea: embarcar. En el a帽o 2001 lleg贸 a Comodoro Rivadavia con m谩s coraje que recursos; durmi贸 en la terminal, estir贸 y contaba las 煤ltimas monedas, llam贸 a puertas en los muelles y esper贸 鈥攃omo tantos so帽adores del borde del mundo鈥 el instante en que alguien la viera y creyera en su determinaci贸n.
Paola Rodr铆guez Donn, un historia de coraje, perseverancia y superaci贸n, que se convirti贸 en un tripulante m谩s dentro de la flota pesquera argentina.
La primera vez que subi贸 a un barco pesquero, fue a un merlucero llevaba sobre los hombros algo m谩s que un bolso; cargaba el peso de todos los que le hab铆an dicho 鈥渧os no vas a poder鈥. Ese 鈥no鈥, que retumba en su interior en cada dura maniobra, fue su empuje, su motor.
Viene de una familia marcada por el mar, en sus genes, el salobre del oc茅ano corre por sus venas, su abuelo pescador artesanal, y en Bah铆a Blanca, sus amigos tambi茅n navegaban. Paola no eligi贸 el mar; el mar la eligi贸 a ella. La abraz贸 y la endureci贸, le dio oficio, le dio identidad. Pero tambi茅n le mostr贸 un mundo 谩spero, contradictorio, profundamente masculino y, muchas veces, cruel.
Con 44 a帽os, Paola sigue embarc谩ndose en merluceros y, cuando hace falta, en langostineros, como actualmente en la flota amarilla de Rawson. Aprendi贸 cada oficio, cada ma帽a, cada gesto que no se ense帽a en las aulas. La bodega, el hielo, el cajoneo, el ritmo fren茅tico de pesca鈥 鈥En el barco no hay g茅nero鈥, dice sin titubear. 鈥Todos hacemos lo mismo. Nunca dej茅 que me dijeran que algo no lo pod铆a hacer por ser mujer鈥.
Pero esa igualdad en las tareas no siempre se refleja en el trato. Recuerda sus primeros a帽os como un tiempo distinto. 鈥La gente era otra鈥, dice.
Los viejos marineros ten铆an c贸digos, valores. Te cuidaban, te ense帽aban, te tiraban el bagallo cuando te ve铆an sin plata. Hoy siente que esa hermandad se rompi贸. 鈥Si te pueden hundir, te hunden鈥, resume. Para ella, Rawson es el espejo m谩s duro, rivalidad, competencia feroz, irrespeto. Tiburones. No en el agua, sino en el muelle.
鈥Me sent铆 miles de veces discriminada. Es una batalla diaria que te afecta psicol贸gicamente. La pesca es muy machista. No valoran el trabajo de las marineras鈥. Lo cuenta con la serenidad de quien estuvo ah铆, resistiendo cada una. Porque no solo trabaja para s铆 misma, trabaja para todas las mujeres que vienen atr谩s. 鈥No puedo abandonar. Siento una responsabilidad, una meta, un estilo de vida鈥.
La falta de oportunidades duele y se repite. En el sector sobran manos varoniles y faltan puertas abiertas para las mujeres. A veces el freno es un capit谩n, otras veces un empresario, y muchas veces 鈥攍o dice con pesar鈥 son las mujeres de los trabajadores del puerto quienes reproducen prejuicios.
Paola insiste en algo b谩sico pero todav铆a inalcanzado: si una mujer est谩 capacitada, debe ser respetada. En definitiva es la 煤nica variable que incluso en la Constituci贸n Nacional se esgrime como 铆ndice para determinar si es viable o no, da lugar en un puesto de trabajo, y en el mundo.
En pleno ejercicio de derechos humanos, igualdad y pleno siglo XXI, es impensado bajarla de un barco por prejuicios, comentarios o incomodidades ajenas. Como tantas veces, fue prejuzgada sin conocer las virtudes del trabajo a bordo. 鈥Debiese haber igualdad de oportunidades, pero no la hay. Ganarse el puesto no solo es competir por la capacidad e idoneidad del trabajo en cubierta, bodega y puente -cuando toca guardia-; sino vencer conceptos e ideas imaginarias que escapan de la realidad. Soy un tripulante m谩s, que gano mi lugar por mi capacidad de trabajo鈥, reconoce.
Para ella, tanto el sector pesquero como los gremios necesitan impulsar mecanismos que garanticen igualdad de oportunidades, aunque sea con temporadas de prueba para que las mujeres puedan demostrar sus capacidades.
Su mirada sobre el sindicato es igual de filosa, 鈥淓l sindicato no existe; no ayudan a los hombres, mucho menos a las mujeres. La bolsa de trabajo no se mueve, la Secretar铆a de la Mujer nunca cumpli贸 su funci贸n, la obra social est谩 quebrada. No podemos esperar nada鈥, afirma sin enojo, m谩s bien con una decepci贸n que lleva a帽os encima y la experiencia de su propia convicci贸n.
Aun as铆, Paola no pierde la gratitud. 鈥Quiero agradecer a los empresarios que me dieron la oportunidad. Son pocos, pero existen鈥, dice. Sabe que sin ellos, muchas cosas no habr铆an sido posibles en estos 煤ltimos 24 a帽os de trabajo en el mar.

鈥淵a van para 14 a帽os, hoy me pongo a pensar qu茅 locura hermosa, tanto trabajo y sacrificio, armar trampa por trampa y salir con un semirr铆gido de 4.90, solo en caleta C贸rdova pasan estas cosas…鈥, Paola Donn
Hoy, con 44 a帽os, sigue picando hielo, cajoneando, manejando el fr铆o, los embates del mar y la noche. Sigue navegando sin pedir privilegios, solo lo justo. Respeto. Igualdad. Oportunidades reales. Que el sector deje de mirar para otro lado. Y que el mar, la siga llamando.
Paola Rodr铆guez Donn no es solo una trabajadora del mar: su experiencia resume la realidad que viven muchas mujeres en la pesca. Su relato expone desigualdades, demuestra la persistencia de barreras estructurales y deja en evidencia que, aun frente a las negativas y los prejuicios, una mujer puede pararse en cubierta, subir la red, llenar cajones, resistir las olas y abrirse paso donde tantos dijeron que no. Su fortaleza, temple y brillo interior se alzan con una claridad incontestable, desbaratando la sombra de ideas ancladas en siglos de mediocridad y rezago.









