Anunciaron la apertura total de importaciones de alimentos. Algunos productos se verían beneficiados, mientras que para otros es un gran dilema. Ahora el consumidor podrá elegir entre un producto por su calidad o su precio.
La incógnita se centra en los productos pesqueros, de gran calidad por cierto como lo son los que ofrece el Mar Argentino y que son requeridos y valorados en decenas de países, por ser extraídos de manera natural, por su inigualable calidad y sobre todo, bioseguro y salvaje.
Luego de una reunión del ministro de Economía argentino Luis Caputo con supermercadistas y buscando una mayor reducción en la inflación, el gobierno de Javier Milei realizó el anuncio de la apertura total de las importaciones de alimentos.
Así fue confirmado por el vocero presidencial Manuel Adorni, quien dijo en su habitual conferencia de prensa en Casa Rosada, que los detalles se conocerán en pocas horas.
Desde el propio Ministerio de Economía explicaron que “el gobierno decidió implementar medidas para mejorar la competencia y apuntalar la baja de la inflación en los productos de la canasta básica y medicamentos”.
Si bien los productos más beneficiados de acuerdo a lo que se pudo conocer, son la carne de cerdo, café, productos derivados del cacao, shampoo y pañales, entre la extensa lista se encuentra el atún, uno de los productos pesqueros más consumido en todo el mundo.
Para esta nueva medida adoptada por el Gobierno Nacional, el Banco Central de la República Argentina reducirá el plazo de pago que tienen las importaciones de esos productos, los que pasaron de tener el esquema actual de pagos en cuatro veces (30, 60, 90 y 120 días) a un plazo de pago de una sola cuota a 30 días.
Parte de la nueva normativa sería la suspensión por el plazo de 120 días, del cobro de la percepción de IVA adicional e impuesto a las ganancias a las importaciones de estos productos y de los medicamentos.
De acuerdo lo que manifiestan desde Economía, la medida alimentaría la importación de productos de la canasta básica cuyo precio en el mercado local es superior al precio internacional, lo que contribuiría a una mayor competencia y por carácter transitivo a una caída en la inflación y en el nivel de precio de estos productos.
En este camino de la búsqueda del equilibrio fiscal, el propio ministro Caputo manifestó que se sigue a pie juntillas el programa económico que tiene como basa la recomposición del balance del Banco Central, pensando también en que los precios de los productos de consumo masivo no reflejan hoy la nueva realidad económica.
La gran incógnita desde el sector pesquero (a pesar del muy bajo porcentaje de consumo per cápita de pescados y mariscos en la Argentina) es si el consumidor irá por el precio o por la calidad de lo que se ofrece tanto en pescaderías como en cadenas de supermercados.
Los enlatados, las producciones de productos de alta calidad, empanados y pre fritos que hoy se ofrece en las góndolas de los supermercados o en las pescaderías de cercanía, nada se asemejan a lo que pueda llegar desde otras latitudes, desde donde justamente, son requeridos los productos pesqueros de la Argentina por su alta calidad desde la propia captura hasta la góndola del supermercado.
Adorni, explicó que “bajar la inflación, que es la prioridad para poder estabilizar la economía, y así dar inicio a un ciclo de crecimiento que permita la baja de impuestos.”
La disyuntiva está planteada y la preocupación por un perjuicio también. ¿A dónde apuntará el consumidor argentina? ¿precio o calidad?.
No obstante, los cambios abruptos de modelos económicos que impactan de lleno en las arcas de las empresas, dejan interrogantes. ¿Es este el verdadero modelo que utiliza el mundo? y por consecuencia las empresas del sector fueron deformadas adaptándose por más de 70 años de convivir con índices inflacionarios colosales. Es muy probable que la resistencia al cambio y la conflictividad sea el escenario mas probable en los proximos dias y meses, pero también hay que decirlo, mucho de los costos que sufren las empresas argentina tienen que ver con modelos donde cada acto burocrático de los estados municipales, provinciales y nacional tiene un impacto altísimo en los costos. La ineficiencia Estatal y de cada organismo público tiene un costo, que en definitiva lo termina pagando el consumidor. El Estado presente, guste o no, tuvo y tiene un impacto altísimo en el valor final de cada producto, pero además, la centralización de las actividades contribuye también al abultado precio final de bienes y servicios argentinos. (Algo que abordaremos en nuestras columnas de Editorial del próximo domingo).