Una vez más, la Cámara de la Industria Pesquera Argentina (Caipa) salió al cruce de la información oficial que habla de una relativa estabilidad en los desembarques registrados en Mar del Plata.
Mediante un comunicado de prensa firmado por su presidente, Fernando Rivera, la entidad aseguró que el puerto local se encuentra en medio de una severa crisis, con caída en los desembarques en la flota costera y congeladora; aunque reconoce el salto del calamar en los muelles locales.
“La falta de rentabilidad que tienen las exportaciones de productos pesqueros se ha convertido últimamente en quebranto ante la falta de demanda de esos productos para dedicarlos a la exportación”, expresa el texto.
Según la cámara, esto hace que los buques de altura de menor porte y la flota costera cambien sus tradicionales capturas objetivo por otras, particularmente langostino, que se industrializan en regiones patagónicas.
“Durante 2014 se produjo una importante mudanza de buques fresqueros marplatenses de portes menores hacia puertos patagónicos, en especial Comodoro Rivadavia y Rawson, y otros han permanecido inactivos en el puerto local”, apuntan.
Como reflejo del análisis, se subraya el menor nivel de trabajo que es posible advertir en las plantas de procesamiento y la consiguiente pérdida de fuentes e ingresos para los trabajadores de tierra.
“Para cambiar esa situación solo hay un remedio y el mismo consiste en lograr que la actividad pueda volver a ser rentable”, considera Caipa. En ese sentido, vuelve a proponer una serie de medidas que alienten la producción, como la quita de retenciones.
“A pesar de la crisis, la industria pesquera sigue pagando derechos de exportación, que para el caso de la ciudad de Mar del Plata significan aproximadamente más de 50 millones de dólares anuales”, cuantifica Rivera.
Luego, finaliza: “Si a eso se le suma la diferencia existente en el tipo de cambio real, la demora en la devolución del IVA, la falta de pago de los reintegros por exportación de productos elaborados, que el Estado adeuda desde hace más de cuatro años, el despropósito de tener que abonar una tasa sobre el gas oíl para el desarrollo de rutas (…), todo hace que la actividad cada vez sea más difícil”.