La pesca de centolla en nuestro país no es significante en cuanto a números si se la compara con otras especies. Descuidos en el recurso y pesca desmedida es lo que denuncian desde el sur de la Argentina.
Hasta el 10 de octubre último se descargaron 1.089,5 toneladas en siete puertos, donde poco más de la mitad llegaron a los muelles de Comodoro Rivadavia y Puerto Madryn en Chubut.
Quienes más perjudicados se ven por la escasez del crustáceo son los pescadores artesanales de la provincia de Tierra del Fuego, la causa: problemas en la reproducción y falta de hembras según sostienen profesionales del área.
Los lugareños sostienen que cada vez se pesca menos y que las centollas se van del Canal de Beagle, con el temor de que el recurso se acabe si no se lo protege de alguna manera.
Según detallan quienes comercializan la especie en el lugar, existe una especie de “zona gris”, ya que en las aguas que comparte la Argentina con Chile no existe fiscalización, más allá que la normativa nacional indica que sólo se pueden pescar machos cuya dimensión debe tener al menos 11 centímetros de largo.
Ocurre que en las trampas troncocónicas que se ubican en el lecho del Canal de Beagle no hay distinción de sexo y las hembras quedan atrapadas, en tanto que en cuando se las trata de separar, se les produce un estrés que terminar perjudicando a las ovígeras, es decir las portadoras de huevos.
La fuerte depreciación de la moneda, hace que el valor de la centolla trepe hasta los $25.000 el kilo, ese al menos es el precio que abonaron la última semana los importadores que las transportan desde la isla vía aérea con destino a Buenos Aires en cajas de telgopor, para en poco más de tres horas depositarlas en camiones con frío y con destino final China en su mayoría, aunque una pequeña parte queda para destacados establecimientos gastronómicos.
Precisamente en algunos restaurante de CABA se las muestra vivas, para servirlas en deliciosos platos gourmet con un valor que puede oscilar entre los 30 mil y 50 mil pesos.
El investigador del Centro Austral de Investigaciones Científicas y del CONICET, Gustavo Lovrich, comentó al respecto que “la centolla ha sido explotada los últimos veinte años. Es un relevamiento que han hecho en el Beagle, sólo el 17% de los ejemplares capturados estaban por encima de la talla mínima. Lo que se observa es una disminución en el tamaño promedio de los machos”, algo que ya había adelantado meses atrás, mediante nuestra nota de detalles de la pesca de centolla.
“Hay una baja de ejemplares de ambos sexos. La temporada de turismo más fuerte de Ushuaia se produce durante los meses de noviembre y diciembre, que coincide con el apareamiento de la centolla, que se hace a baja profundidad, en momentos en donde hay mayor actividad de embarcaciones en el canal. Lo más alarmante es que se encontró un menor número de hembras portadoras de huevos, hay serios problemas de reproducción” sostuvo el investigador.
Los investigadores afirman que existen pocos encuentros entre machos y hembras, y que estas últimas son muy jóvenes. Desde todas las partes afectadas aseguran que el descontrol de la pesca es total y que no hay un seguimiento de la población de centolla en el Beagle.
Del mismo modo sostienen que otra de las causales de la falta de centollas, es el estado de los bosques sumergidos de macroalgas, principalmente de las llamadas “cachiyuyos”, ya que en ellos se refugian más de 60 invertebrados, entre ellos la centolla y están amenazados por el calentamiento global, la pesca de arrastre y las olas de calor.
Lovrich destacó que Chile tiene más presión pesquera y más trampas, usando como señuelo carne vacuna y pescado, por ende la especie va a donde hay más alimento y no distingue entre los ocho kilómetros que separan las costas argentinas de las chilenas en el lugar.
Desde el sector gastronómico acusan a las empresas pesqueras de agotar el recurso, ya que consideran que las algo más de 1.000 toneladas que se vienen pescando, representan un volumen muy grande, lo que hace que el precio se eleve y se desabastezca el mercado según su óptica, más allá de la veda impuesta entre los meses de abril y junio lo que posibilita la reproducción de la misma.
En el pasado reciente, la sobreexplotación de la centolla a partir de la década del setenta llevó a que, durante 22 años (1992-2014), se prohibiera totalmente su pesca en una amplia zona del Canal de Beagle. A pesar de este prolongado periodo de veda, la especie no logró la recuperación esperada. Es por ello, que el equipo del laboratorio de Biología de Crustáceos del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET) montó un criadero para el cultivo masivo de larvas de centolla con el objetivo de liberarlas a su ambiente natural y repoblar el Canal.
En un acuario de experimentación, con variables controladas, miles de larvas de centolla crecían día a día pasando por diferentes estadios hasta llegar a la fase megalopa, en la cual fueron trasladadas a las aguas del Canal en bolsones de malla fina, al resguardo de sus depredadores, para comenzar su etapa de engorde y adaptación. Pero tuvieron que atravesar un largo derrotero ya que una centolla, desde que nace, tarda 5 años en llegar la edad reproductiva y 7 años para llegar al tamaño de comercialización.