En un emotivo encuentro que conjugó fe, tradición y homenaje, se llevó a cabo la 97ª edición de los festejos en honor a San Salvador, patrono y protector de los pescadores, en el marco de la 43ª Fiesta Nacional de los Pescadores.
La jornada, cargada de simbolismo, dio inicio con una solemne misa en la Parroquia Sagrada Familia, presidida por el tradicional párroco Miguel Caciutto. Durante la ceremonia, se recordó la labor de jóvenes pescadores, como la trayectoria de quienes a lo largo del tradicional barrio del puerto, dejaron una trayectoria de trabajo, sacrificio y compromiso dedicada a la pesca y haciendo de Mar del Plata la cuna de la pesca argentina, un hito que refleja la profunda conexión entre la fe y la comunidad pesquera marplatense.
La comunidad marplatense se congregó en la Parroquia Sagrada Familia para celebrar una emotiva misa en honor a San Salvador. Organizado por la Sociedad de Patrones Pescadores y la Comisión de Festejos San Salvador, el evento reunió a autoridades, instituciones y vecinos, quienes junto a la Reina, Julieta Romero, y su Princesa, Camila Mustico, participaron de este acto de fe y devoción, reafirmando los lazos que unen a la ciudad con su rica tradición pesquera
Ya entrada la ceremonia religiosa, fueron numerosas personalidades quienes llegaron al altar para bendecir sentidas ofrendas florales que en un gesto de profundo reconocimiento, horas después fueron entregadas a las aguas del puerto de Mar del Plata como agradecimiento y recuerdo a la labor cumplida dejando un momento de máxima emotividad para la comunidad de feligreses y visitantes.
Minutos después, ya con San Salvador como estandarte del encuentro, la procesión a pie hacia la histórica banquina de pescadores se hizo presente con el recuerdo en su paso de innumerables cánticos religiosos evocados por el padre Caciutto, legendario cura párroco de la Parroquia La Sagrada Familia quien ofició durante medio siglo en ese vínculo sagrado entre el cielo y la comunidad portuaria del histórico barrio de la ciudad.
La tarde se vistió de gala con la tradicional procesión náutica, un espectáculo que año tras año congrega a cientos de fieles y amantes del mar.
La procesión náutica, momento de máxima emotividad y solemnidad; -como estaba previsto-, se desarrolló dentro de la rada interior del puerto. A pesar de ello, la fervorosa participación de los pescadores y sus familias mantuvo viva la llama de esta tradición arraigada y pintoresca que ofrece a visitantes y turistas la segunda quincena de enero de todos los años.
Durante el recorrido, se rindió un sentido homenaje a los tripulantes del submarino ARA San Juan, un acto que conmovió a los presentes y reafirmó la solidaridad de la comunidad marítima para con el hombre de mar, cualquiera sea su actividad.
Es importante destacar que, en ediciones anteriores, esta festividad se extendía por varios días y contaba con una amplia variedad de actividades, incluyendo espectáculos musicales, ferias gastronómicas y encuentros culturales. Estos eventos no solo enriquecían la oferta turística de la ciudad, sino que también fortalecían los lazos entre los pescadores y la comunidad en general.
La ausencia de estas celebraciones representa una pérdida significativa para el patrimonio cultural de Mar del Plata. La cantina tradicional del puerto, con sus platos típicos y su ambiente acogedor, era un punto de encuentro donde turistas y locales podían compartir experiencias y conocer de cerca la vida de los hombres de mar, como saborear los más destacados y abundantes platos a precios promocionales.
En un contexto donde la industria pesquera enfrenta numerosos desafíos, es fundamental recordar la importancia de preservar las tradiciones y valorar el trabajo de los pescadores. Estos hombres y mujeres, que día a día se enfrentan a las inclemencias del mar, son los guardianes de un legado que la ciudad y el puerto debe cuidar y transmitir a las futuras generaciones.
El respeto por quienes ya no están, pero la impronta de una huella imborrable en los orígenes de una delas actividades icónicas que posee la ciudad, es sin dudas una bandera que debe flamear por encima de cualquier situación coyuntura adversa.
La Fiesta de San Salvador trasciende el ámbito religioso para erigirse como un vibrante homenaje a nuestra historia marítima, a la rica cultura que ha forjado nuestra identidad ya aquellos hombres y mujeres que consagraron sus vidas al mar. Es imperativo reflexionar sobre el valor intrínseco de estas tradiciones y aunar esfuerzos para revitalizar esta festividad, que ha sido un baluarte de nuestra ciudad, estrechando lazos entre la comunidad y los pescadores Recuperar la emblemática cantina, un espacio que fungía como puente entre. la ciudad y el mar, es una deuda pendiente que debemos saldar para mostrar al país la vitalidad y la perdurabilidad de la actividad pesquera, un legado que trasciende generaciones.