Pasó también la primer semana del flamante gobierno de Javier G.Milei, y entre expectativas y promesas versus realidad, la diferencia es sustancial, incluso para el complejo extractivo, industrial y procesador pesquero que exige res non verba como modelo pragmático de eventos de la actividad.
Las expectativas de los discursos apuntaban a la escuela austríaca de pensamientos heterodoxos, basados en el individualismo metodológico y el concepto de que los fenómenos sociales resultan de los impulsos y acciones de los individuos; y sus libertades, en sentido opuestos a imposiciones encorsetadas desde la administración pública patriarcal. Desde sus comienzos a finales del siglo XIX, se ha caracterizado por su fuerte crítica hacia las teorías económicas neoclásicas, marxistas, keynesianas y monetaristas.
Si bien existen diferentes puntos de vista sobre política económica que pueda tener la escuela austríaca amante de la libertad, la misma tiende a autodefinirse como «la ciencia económica del libre mercado». Por ende todo intervencionismo por parte del Estado rector es un vector con fuerza opuesta a su espíritu libertario.
Es evidente, que el tardío mensaje del actual Ministro de Economía Luis Caputo, fue en sentido contrario, alarmante. Esbozando un modelo ortodoxo, diametralmente opuesto al esperado por la escuela austríaca del economista contemporáneo Murray N. Rothbard, entre otros.
La pregunta es ¿si esto es parte del modelo planificado por el economista Javier Milei, o es una mano externa agregando a Luis Caputo dentro del equipo económico, y condicionando el modelo de gestión económica ideado pre electoralmente por el actual presidente de la Nación?. Ya que las medidas tomadas distan mucho del espíritu y concepto libertario.
Ajustes e imposición de nuevos y mayores impuestos, más restricciones y un escenario donde la casta sigue igual y el capital privado hará el ajuste, al menos, en este primer movimiento del encrucijado ajedrez de la política fiscal y paupérrima política monetaria de Caputo.
Las medidas del gobierno destruyen la competitividad de las economías regionales exportadoras donde se encuentra, precisamente, la actividad pesquera. La suba de los derechos de exportación al 15% les saca mucho más de lo que el Tipo de Cambio de ofrece.
Quizá se encontraron con imprevistos, o peor aún, con perfiles de modelos resolutivos para el momento actual, distinto al exteriorizado por Milei, y si bien fuese necesario una esterilización previa a las verdaderas intenciones libertarias, en esta primera semana solo se ha visto un andamiaje mucho más complejo para el sector pesquero exportador, que prima facie está sufriendo ya una escalada inflacionaria en dólares, casi sin precedentes.
Producto de costos que se habían inflado con un dólar blue de $1200, más el salto devaluatorio de $350 a $800, lo que justificó una voraz remarcación; con el agravante que la brecha del blue en descenso, con el oficial creciendo en crawling peg de 2% mensual, tiende a cero, mientras los precios siempre subieron ajustados por inflación y viveza, jamás retrocediendo, dejando la actividad con precios en offside en un modelo inflacionario en dólares casi sin precedente.
Todo este esquema, en un gran escenario imprevisible, incierto, donde gremios, más temprano que tarde, exigirán la recomposición como diferencial entre lo firmado (140%/150%) y la inflación del período marzo 2023/febrero 2024 que rozará el 260% en el mejor de los casos, sin hacer futurismo, pero con impacto de inflación liberada en diciembre, enero y febrero.
En este marco, el sector pesquero, antes del discurso de Luis Caputo, tenía un esquema acorde a la situación internacional muy desfavorable en dos de las tres especies de mayor captura y comercialización mundial, como es el langostino y la merluza y no el calamar que al momento, el sudeste asiático, mayor comprador del cefalópodo, absorbe, como vil commodity, a idéntico precio del que captura toda su flota potera aguas afuera de Perú y Argentina.
En este escenario, el complejo industrial procesador pesquero nacional, gozaba de un elaborado, pensado, consensuado y segmentado esquema de derechos de exportación donde se incentivaba el mayor procesamiento y se castigaba a los productos sin mano de obra, exportados como materia prima a elaborar por otros paises.
Además, segmentado por especie, ya que todas las especies capturadas no gozaban del mismo nivel de rentabilidad, desde hace dos años negativa para el langostino y la merluza.
Finalizado el discurso, todo esto quedó por tierra, el 15% como derecho de exportaciones para todos los productos que se benefician a finish con un Tipo de Cambio más competitivo en torno a $840 sin retenciones, provoca un cambio sustancial en los números del complejo exportador pesquero.
Pasando de transferir al sector público, solamente por este gravámen, de U$S 90 millones a aproximadamente U$S 150 millones, es decir, más de U$S 60 millones que saldrán de las alicaídas arcas de las empresas, con el agravante, que los derechos de EXPO se erogan por anticipado al momento de cargar el contenedor, mientras que el ingreso a cuenta de las empresas, en el mejor de los casos es a 120 días. Ese desfasaje financiero y económico lo absorbe un sector que con el langostino a U$S6000/tn y la merluza filet a U$S 3500/tn, no cubre siquiera los costos.
Es verdad, que hay que reordenar las variables económicas, fiscales, monetarias y que los compromisos se deben honrar con sangre, sudor y lágrimas, -si es necesario-, como lo manifestó Sir Winston Leonard Spencer Churchill en una Inglaterra devastada por la SGM, pero para el sector pesquero no es el mejor momento para aplicarlo.
Pero entonces, ¿cómo seguir trabajando?. Algo que debiese saber el propio Ministro de Economía a través del Secretario de Bioeconomía, y este a traves del Subsecretario o Director de Pesca -si lo hubiere-, es, que el sector encontró su propia coraza para evitar caer en el quebranto inducido por mercados internacionales que desde hace dos años no demandan y cuyos precios están todavía buscando piso, por cuanto el sector, no genera rentabilidades operativas, sino financieras por autoprotección, generando en el rubro otras ganancias lo suficiente para tapar el bache operativo, que a partir del discurso del martes pasado, será aún más grande; con el agravante que a finish, las utilidades financieras tenderán a reducirse drásticamente, aflorando los verdaderos problemas de fondo en un sector que se integra a la sociedad por intermedio de 80 a 100 mil trabajadores que en forma directa o indirecta ocupa la actividad, por cuanto es imperioso y necesario desafectar de la infinidad de trámites burocráticos, restricciones y ordenanzas a cumplir, haciendo una actividad obsoleta, pesada, ineficiente y muy onerosa, cuando es todo lo contrario.
¿Que se le pide al Estado?. Simplemente que no haga nada, pues cuando más hace, peor es el impacto en la eficiencia natural que el sector tiene; el Estado empacha, satura, presiona y exprime, cuanto más lejos de la actividad privada, mejor; al menos de esta, que nunca estuvo en la fiesta a la hora de la algarabía del reparto, pero que al momento de pagar la cuenta, termina siendo la afectada, mientras la política, sigue gozando de buena salud y de lo que siempre queda del postre.