En un contexto económico y pesquero profundamente afectado por la inestabilidad cambiaria y las tensiones internacionales, el buque congelador Mar Sur, propiedad de la firma Pescargen, se consolida como un caso testigo de lo que aún es posible alcanzar con estrategia, visión y determinación en el sector marisquero nacional del segmento congelador pero sobre todo con algunas compras puntuales de ese grupo económico en España.
Desde que se eliminó la restricción que impedía la pesca fuera de la Zona de Veda Permanente de Juveniles de Merluza (ZVPJM), el BP Mar Sur se ha convertido en el único congelador marisquero activo, operando bajo el mismo marco normativo laboral. Su primera zarpada se registró el pasado 2 de abril desde la escollera norte del puerto de Mar del Plata, en un momento particularmente complejo: una coyuntura signada por un fuerte conflicto de intereses manifiesto por la nula rentabilidad del segmento congelador entre armadores y gremios, y con un trasfondo económico marcado por la falta de interés en la demanda internacional del langostino entero congelado a bordo, que ahora se profundiza en lo económico por la reciente eliminación del CEPO cambiario y un marcado retroceso del valor de la divisa americana.
La liberalización financiera, lejos de oxigenar al sector, dejó al descubierto nuevas dificultades estructurales: el tipo de cambio libre —incluso por debajo del extinto dólar blend— ha reducido sensiblemente la competitividad de las exportaciones pesqueras. A ello se suman las ruidosas intervenciones en materia de nuevas barreras arancelarias entre Estados Unidos y los principales bloques económicos del mundo, que complejizan aún más el panorama comercial internacional para los productos argentinos.
Es en ese marco que la actividad del Mar Sur adquiere relevancia. No solo porque representa el único esfuerzo operativo del segmento congelador marisquero, sino porque sus resultados empiezan a trazar una línea de trabajo concreto en un tablero adverso. En tan solo tres semanas, el buque completó dos mareas exitosas operando en la zona norte del paralelo 42°S, área tradicionalmente ocupada por la flota fresquera por estos días.
En la misma zona operan hoy buques como el Golfo San Matías, Lucas Santino, San Cayetano I, Siempre Santa Rosa y Ciudad de Huelva, pertenecientes a la empresa CONARPESA, así como otros actores importantes como el Júpiter II y el Espardel. El Niño Jesús de Praga, por su parte, permanece en muelle en Mar del Plata, en plena reparación de su propulsor principal siendo el primer buque en armar con tangones con pesca objetivo langostino, a pesar de la falta de rentabilidad manifiesta de su armador.
Las capturas registradas por el Mar Sur son altamente satisfactorias. Las tallas L1 y L2 predominan en las concentraciones detectadas, lo que ha permitido completar sus mareas en tiempos óptimos: 12 días en la primera y apenas 6 días de pesca efectiva en la segunda. Actualmente, el buque se encuentra en tareas de descarga y alistamiento en Puerto Madryn, desde donde se prevé su próxima salida al mar en las próximas 24 horas.
Este desempeño no sólo valida la operatividad del buque bajo condiciones económicas exigentes, sino que además permite abrir un debate necesario sobre la viabilidad del modelo congelador, aunque una golondrina no haga primavera. En un escenario donde el precio internacional no acompaña, el tipo de cambio penaliza, y los mercados imponen nuevas barreras, la eficiencia operativa se vuelve el único salvavidas real.
La experiencia del Mar Sur es, por lo tanto, mucho más que una buena campaña pesquera. Es un llamado a repensar el futuro del sector con una mirada técnica, seria y estratégica. Porque si hay algo que ha demostrado este buque en apenas dos mareas, es que incluso en aguas revueltas, todavía hay espacio para navegar con rumbo firme y esto queda de manifiesto cuando las voluntades de las empresas junto al sector laboral encuentran un punto de equilibrio que permite desarrollar tareas de pesca a pesar de las inclemencias externas al sector.