El BP Centurión del Atlántico volvió a abrirse paso en aguas argentinas con una escena que, para su tripulación y armadores, tiene el peso íntimo de una victoria, de su revancha; la planta propulsora respondió y quedó nueva. Tras cuatro meses de inmovilidad en muelle del puerto de Ghent, en Bélgica en cercanías de las instalaciones de Anglo Belgium Corporation (ABC) fabricante del poderoso motor principal que en sus primeras mareas tuvo fallas, el gigante del Atlántico Sur retoma su derrota con el pulso recuperado, y con él recupera también —para la industria pesquera y naval— una señal de confianza en la capacidad de sostener proyectos complejos, exigentes y de alta densidad en innovación tecnológica.
No se trata de un pesquero más, sus 118 metros de eslora ya vislumbran la robustez de todo sus interiores y la capacidad de pesca y procesado a bordo. El Centurión del Atlántico es reconocido como el primer pesquero híbrido de la Argentina, una iniciativa presentada oficialmente en agosto de 2024 luego de una inversión cercana a los 45 millones de dólares. Reconstruido y reparado a fondo en Noruega con tecnología de última generación, su fisonomía lo define con precisión, es una fábrica flotante concebida para capturar y procesar a bordo, produciendo surimi y otros derivados listos para exportación, y con cuota de merluza negra. Con capacidad para más de 90 tripulantes, su operación integra, además, un criterio de máxima eficiencia del recurso, sostenibilidad y respeto por el medio ambiente.

Destacado pro el aprovechamiento integral de subproductos para harina y aceite de pescado cuya materia prima es el descarte de su planta procesadora a bordo, bajo un paradigma de “descarte cero” que dialoga con las exigencias contemporáneas de trazabilidad, rendimiento y responsabilidad ambiental.
El núcleo conceptual de esa modernización reside en su propulsión híbrida, que incorpora baterías para almacenar excedentes de energía, reduciendo el consumo de combustible y las emisiones de CO₂. La tecnología, singular en la región, fue presentada por Estremar como expresión concreta de compromiso con la sostenibilidad y la llamada economía azul, entendida como la administración eficiente de los recursos marinos en armonía con la regeneración de los ecosistemas. Se trata, en definitiva, de una arquitectura industrial y ética a la vez, producir con excelencia, pero también con conciencia y respeto por el medio ambiente.
Cuando el buque arribó al país el 30 de agosto de 2024, tras aquella transformación, el CEO de Estremar, Marcos Osuna Andrade, sintetizó el espíritu del proyecto con palabras que hoy recuperan plena vigencia: “Con la modernización del Centurión del Atlántico, hemos realizado nuestra inversión más significativa… mientras minimizamos nuestra huella de carbono. Este avance refleja un compromiso continuo… un camino de progreso que no tiene vuelta atrás”. Era una declaración de rumbo. Y como suele ocurrir con todo salto cualitativo, ese rumbo debió atravesar una prueba inesperada.

Tiempo después, una avería en la planta propulsora impuso una decisión de rigor técnico y prudencia operativa, el buque debió ser trasladado a remolque hacia instalaciones vinculadas a ABC en Bélgica, donde se abordaron tareas de alta complejidad en su flamante planta motriz. El corazón mecánico —un ABC 8DL36, 8 cilindros en línea, con 7.065 HP de potencia máxima a 750 RPM— que le permite alcanzar velocidades máximas de 15.5 nudos, fue desmontado, intervenido y sometido a una puesta a punto exhaustiva en un sofisticado banco de pruebas.
La etapa conclusiva incluyó múltiples pruebas de mar, en distintos regímenes (ralentí, crucero y a toda máquina), con monitoreo digital en tiempo real, desde pulsos de inyección hasta temperaturas y parámetros críticos en numerosos componentes. La reparación no se limitó a “corregir”, se trató de verificar, certificar y garantizar desempeño en condiciones reales, con un estándar propio de la ingeniería de precisión.
Zarpó de Ostende, Belgica, -lugar que hace casi un siglo muchos capitanes y familias han elegido Mar del Plata como su lugar de permanencia y desarrollo laboral en la pesca-, dejó amarras el 6 de diciembre para iniciar su destino al puerto de Ushuaia, en el confín del mundo y desde donde iniciará operaciones de pesca próximamente.

El resultado —celebrable y, sobre todo, promisorio— es el que hoy se constata, el Centurión del Atlántico surca nuevamente aguas nacionales, alcanzando por momentos 15,5 nudos, en retorno destino final Ushuaia, su puerto base. Si la travesía se sostiene según lo previsto, el arribo estaría programado para el 31 de diciembre próximo, aunque su AIS está marcando el dia 2 de enero de 2026, con la expectativa de iniciar operaciones de pesca hacia fines de enero, una vez culminado el alistamiento final.

En los confines del mundo, donde el mar es juez severo y el tiempo tiene costo concreto, el regreso del Centurión del Atlántico adquiere un significado que trasciende la coyuntur, es la confirmación de que la innovación puede sostenerse con método, cooperación internacional y perseverancia, pero sobre todo con firme determinación de la empresa armadora; y es, también, una invitación a mirar el futuro con serenidad estratégica. Hoy, con su potencia restituida y su misión intacta, el buque vuelve a operar con la esperanza legítima de mareas fructíferas, honrando una inversión extraordinaria y renovando, en cada milla, la convicción de que el progreso —cuando es responsable— merece celebrarse. Por muchas nuevas y buenas mareas, y que Dios ilumine siempre su derrotero como el de quienes lo tripulan.






